sábado, 31 de diciembre de 2011

fin de año en barcelona

barrio de gracia

hace unos cincuenta años, este barrio no pertenecía a la ciudad, y los vecinos viejos todavía hablan de "bajar al centro". está lejos, digamos, a unos 15 minutos del centro. una nada para nosotros, acostumbrados a demorar una media hora en llegar a 18 y ejido.
pues bien. celebramos la noche vieja en familia, como dios y el diablo mandan, y el barrio está en silencio. diez minutos antes de la medianoche - estamos en invierno- salimos a caminar unas cuadras, varias y llegamos al paseo de gracia. no hay un alma en la calle, y pensamos: si fuera montevideo, esto ya sería una romería y un escándalo de fuegos artificiales y petardos. así que nos sentamos en un banco frente a una de las casas construidas por gaudí - en este caso, la casa batlló-, sacamos las copas de la mochila y nos servimos un cava helado y brindamos, en el más profundo silencio urbano, por el nuevo año. la casa de gaudí resplandece en su maravillosa y caracoleante arquitectura. ¿será realmente 31 de diciembre?, me pregunto. nada. ni un alma. ni un campanazo, ni un cohete, nada. quince minutos después, con medio cava bebido, aparecen algunos transeúntes, con sombreros de fiesta. son de porto alegre y se acercan a brindar. hay fotos, comentarios sobre el mundial 2014, y que montevideo compartirá espacios. son amables, festejan con cuidado. nos ponemos a caminar rumbo a la plaza catalunya, donde dizque es la fiesta. de la nada, quince minutos después de la medianoche, surge gente. de todas partes, como si fueran los niños de hamelin súbitamente liberados por el flautista. hay cientos y cientos de personas, con cervezas, cava y vino, celebrando y caminando por las calles. en el corazón de la plaza hay sendos patrulleros, bomberos y unidades de emergencia móvil. alguien dice: acá el fin de año hace trabajar a policías y médicos de urgencia... casi no hay cohetes, pero sí una muchedumbre que crece hacia las ramblas, donde el gentío e multiplica. aparecen pakistaníes que ofrecen bebidas: cerveza o cava. parece que son famosos, como fantasmas o zombies que donde sea que hay gentíos surgen de la nada y ofrecen bebidas. las razas se mezclan. hay gays de todo tipo y color, igualito que en montevideo; hay turistas y locales, y todos de un modo relativamente ordenado -hasta que el desbunde se desbarate- se desean feliz año en diferentes idiomas: lo deseamos en español, portugués, inglés, alemán, francés, italiano, y con los orientales usamos una especie de sonrisa cómplice y étnicamente comprensiva y solidaria.
cuando está claro que lo correcto dará paso al desbunde, decidimos volver. tomamos el metro, que hoy funciona las 24 horas de corrido, y está claro que vamos contra corriente: nos volvemos cuando los demás van. quedamos en que mañana veremos los restos del fin del año. sin embargo, llama la atención, para quien viene de una noche buena montevideana, la mesura en los fuegos artificiales, la mesura en el festejo callejero, la homogeneidad de los festejantes, la cierta consciencia civil de todos.

feliz año nuevo, decimos; qué lejos está el uruguay, qué lejos está todo. qué distinto es esto, y no deja de ser una manera de festejar. y acá parecen felices. y no parece ser necesaria la desmesura, la brutalidad, los estruendos ni los actos de vandalismo. dos borrachos felices se acercan a saludar a los policías, y brindan todos juntos.

salú, feliz año del dragón!

domingo, 11 de diciembre de 2011

sobre el profesor de la universidad javeriana que renunció a su cátedra

bastó ese artículo, para que salieran defensores y detractores, lo que significa que el asunto nos conmueve a todos.
mi postura es la siguiente:


discrepo con una postura, y es la de pensar que los responsables son los docentes. es ciego el análisis por lo siguiente: el paradigma educativo, universitario, sigue con las bases sentadas en la escritura, la expresión. mientras eso sea as ...í, más allá de la frivolidad de los estudiantes, la modernidad y la comodidad, no hay cómo cambiar eso. pero si alguien, cualquiera dijera: se terminó ese paradigma, todo ese cuentito de expresarse en cierto modo, escrito u oral, ya no corre, y ahora enseñamos de otro modo, entonces, sí, la responsabilidad será de los docentes. el asunto es que NADIE se anima a enterrar al viejo paradigma que se basa sobre la escritura, el pensamiento lógico. y los programas, sus contenidos, se siguen haciendo sobre esa base, y no toman para nada en cuenta los cambios. entonces, estimado señor quien sea, los docentes estamos absolutamente inermes. se nos exige algo que no podemos cumplir, sobre la base de una realidad que nadie quiere aceptar, porque es sumamente dolorosa, y nadie sabe tampoco qué saldrá de ella. no hay pedagogos pensando en eso, no hay nada. se le da al docente la responsabilidad de encontrar la mágica solución a unir dos realidades enfrentadas: la de cómo llegan los estudiantes, y lo que los programas universitarios todavía exigen. no defiendo ninguna postura, sólo pido coherencia. se puede estudiar y obtener un título profesional sobre otra base? adelante, siempre hubo cambios en la historia. platón argumentaba contra el mal de la escritura (me remito a walter ong) desde la escritura, lo que es bastante gracioso. así que el tema no es nuevo. faltan valientes que digan: así las cosas no van más. pensemos otras. pero nadie lo hace. yo no me lamento. simplemente digo: con lo que debo exigirle a quienes ingresan, estamos en problemas. no saben hacer resúmenes. quizá en el futuro, los resúmenes no son importantes (creo que sí, capacidad de síntesis). pero que alguien, en alguna parte, haga el entierro final de un sistema que, según dicen los neoliberales, dejó de funcionar.

martes, 6 de diciembre de 2011

de ladrones, para andés alsina

hace un tiempo heredé un perro, sin que importen los motivos. es de orden señalar que me llevo bien con los gatos, a quienes entiendo perfectamente bien. no así a los perros. pues tener un perro, a una ignorante como yo, nos lleva a situaciones curiosas. para mí, cada vez que el perro hacía una señal de algo, había que sacarlo. así que lo sacaba cada dos horas, por ejemplo, a la madrugada. lo que puede un perro, que anula el instinto de supervivencia y borra, de un plumazo, los supuestos climas de paranoia e inseguridad.
iba yo paseando con el perro, poco antes del amanacer, cuando él quiso detenerse y yo me detuve con él. bien. justamente delante de una cuatro por cuatro de esas que se ven en csi, roja, deslumbrante, con vidrios polarizados (no entiendo por qué son legales), impecable. el perro ahí, y yo delante de la cuatro por cuatro. de pronto percibo -en la espera, y siendo escritora una presta atención a los detalles más ínfimos- movimiento en la bendita máquina, casi nave espacial en estos tiempos que corren, que sólo molestan en el tránsito y no se justifican en un país que es suavemente ondulado. pues allí dentro había alguien haciendo no sé qué cosa. un poco de astucia indicaba que lo que estaba haciendo ese alguien era robar. estaba robando a la bendita máquina maravillosa que supuestamente sirve para atravesar los llanos y los montes (y no avenida brasil o 18 de julio), y que decide salir de la caja del auto justo cuando yo estoy ahí, esperando por el perro (dichosos los gatos, que no necesitan de nada de esto y son discretos). a mí me educaron en los buenos modales. se saluda siempre. buenos días, buenas tardes, buenas noches (los choferes y los guardas de cutcsa son impenetrables a esto). así que el ladrón -debería decír el chorro- sale de su trabajo, me ve, con el perro en medio de las circunstancias, y dice las palabras mágicas: "buenos días, vecina", y yo le respondo: "buenos días". nada de vecino, porque me chirria esa expresión barata, mentirosa, que pretende igualar lo que no es igual. ¿desde cuándo un ladrón es un vecino? o quizá sí, y la despistada soy yo. el asunto es que el sujeto se va, caminando tranquilamente, y yo lo sigo con la mirada. es joven, relativamente bien educado -supo saludar para salir del paso- y yo con el perro ahí, a quien maldigo por el mal momento que eligió. una cuadra más arriba, me encuentro con otros vecinos, que pasean a sus perros- no dejo de pensar en woody allen en todo esto y el poco glam que tiene montevideo comparado con pasear a un caniche en manhattan- y que han asistido a la escena, un poco a lo lejos. los miro -son mis primeras experiencias con sacar a un perro de mañana temprano en un barrio supuestamente tranquilo- y ellos me miran. nos alzamos de hombros, cada uno con su perro, uno más chico, otra más grande (no sé dónde meten a los perros grandes en esos apartamentos diminutos, pero ese es tema de otra crónica) , y uno, el más veterano me dice: ese siempre viene por aquí, es el que roba los autos día por medio. llamamos al 911, pero ya están acostumbrados. pero es pacífico, no le hace mal a nadie.

agradezco, entonces, haberme cruzado con un chorro pacífico, que no le hace mal a nadie, que la policía conoce, y que, realmente, es un vecino del barrio. el de la cuatro por cuatro jamás se enteró.

viernes, 25 de noviembre de 2011

desaparecidos

por motivos que no interesan, llego a serpaj. es un sitio amable. con gente amable. antes de mí espera un hombre. por como está vestido y cómo se expresa, parece un cuidacoches (me hago cargo de mi prejucio). me llama la atención. lo antiende madelón. una mujer de edad incierta, muy amable, muy afectuosa. él cuenta su historia mientras espero. busca a alguien. es incierto. es del interior y cree que es un desaparecido. la palabra cobra fuerza. sale de las crónicas, de los reportes de amnistía internacional, de los conocidos. un desaparecido. dice que no sabe cómo se llama, que trabajaba con él, era menor, y cuando cayó presó a él lo enviaron a montevideo, a un centro de tortura. la que lo atiende toma nota. le pregunta: cómo se llamaba? no sabe el nombre de pila. ella asiente.quizá era un nombre falso. él dice que no. era sincero. no sabía su nombre de pila. no había necesidad. "era como un padre para mí, yo trabajaba con él, sóló sé que se llamaba..." "¿cómo se escribe?", pregunta ella. èl deletrea la fonética, ella escribe las posibilidades; puede ser con  "y" o con "ll". el hombre está solo, busca hallar a alguien que fue, en algún momento, su padre. alguien por quien fue confinado a una especie de no-lugar, algo que no se comprende, pero sobrevivió y lo  busca. yo asisto, de casualidad, a toda esa situación. hace muchos años que estamos en democracia, hace muchos años que se terminó aquella pesadilla. y sin embargo, no está resuelto. la mujer toma los datos. le digo: qué fuerte que está esto. ella dice: es todos los días así. por suerte, ayer entregamos unos restos.
me imagino una cajita de cartón con huesitos adentro. lloro, sí, lloro. es siniestro.
tratar de saber, conocer, entender, es nuestra identidad, es quienes somos. todos tenemos derecho a saber. dónde están, por qué, qué se hizo de ellos. pedimos saber. y que cada quien se haga cargo de lo suyo.

domingo, 23 de octubre de 2011

en chile; valparaíso

A unos 100 km de Santiago, cruzando la cordillera de la costa, se llega a Valparaíso. Es una ciudad costera, que data de mediados del siglo XVI. Ha sido declarada patrimonio universal por las Naciones Unidas y, después de estar unos días en Santiago, la vista del Pacífico es una bendición. Hay olor a mar, un viento fresco, y los graznidos de las gaviotas y los pelícanos, que se suman a quienes ofrecen paseos en botes y chalanas. Quienes me acompañan se preguntan a dónde fueron a parar los fondos para recuperar edificios antiguos, fachadas, casonas. Pero de todos modos, y un poco venida a menos, la ciudad-puerto es hermosa. Y lo más interesante, además de las embarcaciones que esperan en los muelles para llevar turistas, son las casas más viejas que permanecen vivas en lo alto de las sierras que rodean la ciudad. Aquí tuvo una casa el poeta Pablo Neruda (y una en Santiago, y una en Isla Negra) y uno imagina que realmente ha de ser un sitio calmo e inspirador para la escritura.  Para llegar a esas casonas que desde abajo se ven como salidas de un film, de fachadas coloridas y muchas ventanas como ojos,  se debe tomar un ascensor. Exactamente eso, y data de fines del siglo XIX y todavía funciona manualmente, con poleas y cuerdas de acero gruesas. Es realmente un ascensor de madera, con aberturas que dan a la montaña y a la costa. Entran unas cinco personas de tamaño medio, y de pronto arranca, con un golpón y comienza a subir. Es muy barato y funciona hasta las diez de la noche. Quienes viven o trabajan arriba, lo usan. La vista es maravillosa porque todo se hace del tamaño del  juguete de un niño y entonces surge la otra belleza, de cuando uno casi olvida que hay seres humanos destruyéndolo todo en todas partes.
Arriba es más hermoso de lo que uno pudo imaginar. No sólo por las casonas, los caserones, que están –muchas de ellas- en bastante buen estado, reconvertidas en hoteles, restaurantes o hoteles gourmet (como en otras partes, también aquí llegan inversores europeos, y junto a ellos turistas pálidos, casi albinos, que disfrutan de un balneario que probablemente en Europa sea muchísimo más caro), sino por el tejido de callecitas y callejones adoquinadas que arman un vecindario multicolor y alegre, con miradores al mar, suerte de paseos que recuerdan a otros similares en el norte de Italia (que no daban al mar, sino al paisaje llano o a un lago), vendedores de artesanías en las calles, y verdaderas tiendas de productos artesanales de artistas de la región. Lanas, cueros, cestería, cerámica, joyería, antigüedades. Caminamos, nos perdemos por las calles circulares y encontramos un sitio donde comer. Acá, para alegría de algunos, todavía hay lugar reservado a los fumadores, de modo que el vino blanco helado y la centolla con queso de cabra, con un buen cigarrillo, es todo lo que uno puede desear en este momento. Sobre todo, porque la conversación es menos agradable. Me acompañan especialistas en salud infantil, abuso y maltrato, atención a las familias carenciadas. Un platillo que come uno de ellos, el trauco, es motivo de inicio de la conversación triste y atroz. En la isla de Chiloé se dan los mayores índices de abuso sexual intrafamiliar. A tal punto y durante tanto tiempo, que se ha creado un mito, el del trauco, suerte de aparición monstruosa, un hombrecito de no más de 90 cm de altura, cuya atracción resulta irresistible a las mujeres, que se le entregan. Cuando una comunidad (cerrada y aislada como esta) incluye en su mitología algo así, el problema es verdaderamente profundo y de difícil solución. Chile cuenta a su favor con que ese tipo de delitos y la violencia intrafamiliar están penados por la ley desde hace una década. El trabajo es duro, involucra a médicos, jueces, policía, asistentes sociales, y es como caminar en el pretil de un edificio altísimo. A veces se sospecha, generalmente no hay denuncias, hay mucho miedo. Pregunto qué ocurre en las clases más altas. Allí la situación es igual, con la atrocidad de que el poder oculta –como en todas partes- los crímenes. Se refieren a un caso en que participó activamente la Iglesia para ocultar los abusos de un padre a sus cuatro hijos varones, que recién se animaron a hablar hace no demasiado tiempo.
La conversación continúa. Es imposible no preocuparse: salud, educación, educación, salud. Políticas de estado que no existen realmente, corrupción, enriquecimiento vil, capitalismo salvaje. Mi amiga dice que los procesos sociales son lentos, muy lentos… y hablamos de los indignados. El vino y el pisco sour ayudan a pasar el disgusto, la preocupación, pienso, y en parte resuena algo lejanamente parecido a la culpa, un gran cansancio, una sensación de no saber qué se debe hacer.  Mi generación creyó que podría cambiar el mundo, y el proyecto quizá era demasiado grande. Ella dice que nosotros, hoy, lo que podemos hacer es nuestro trabajo, lo mejor posible, y  no perder de vista al ser humano. Quizá todo se deba a eso. A que hace ya demasiado tiempo que todos, todos, perdimos de vista al individuo en el verdadero sentido del término. Recuerdo el libro de Hobsbaum sobre las dos revoluciones que cambiaron el paradigma occidental del siglo XIX, la francesa y la industrial. Una peleaba por el individuo, la otra cambió la noción de utilidad del individuo.
Bajamos por el ascensor, y en la avenida principal hay una manifestación estudiantil. Es grande, las voces retumban, reclaman educación gratuita, una currícula no mercantilista, que la educación universitaria no esté en manos empresariales, que no sea considerada un negocio más que impide realmente el acceso al estudio a quienes no puedan conseguir los préstamos altísimos que supone el estudio. Esos estudiantes son los individuos que pueden hacer que las cosas cambien. Nosotros ya no, sólo debemos acompañar, comprender y hacer bien nuestro trabajo, con honestidad y en forma digna.
nos 105

lunes, 3 de octubre de 2011

breve sobre el escritor jorge eslava y el maestro constantino carvalo, Arequipa 4

tuve la suerte y el honor de conocer al escritor de literatura infantil y docente universitario (antes maestro), jorge eslava, un hombre de pensamiento fino e inteligente, y enorme sensibilidad., asi como vasta cultura.  escuché su primera charla, destinada a profesores y maestros, en que analizó el magnífico cuento "el sueño de pongo", de arguedas. fue asistir a una excelente clase de teoría del relato, en clave para estudiantes del secundario, en la que se paseó, sin soberbia y en una clave de total cercanía con su público, por todos los conceptos que estudiamos en comunicación.

- cuando participo en una feria, siempre pido una instancia didáctica con profesores. no se trata sólo de la presentación de un libro.

su presentación fue un taller, con ejercicios incluidos, que se continuó el día siguiente. un militante convencido por la docencia y la importancia de la lectura, bien enfocada, bien entendida.

después tuvimos oportunidad de conversar más y compartir preocupaciones y pasiones, no sólo literarias, sino vinculadas a la educación, a nuestra tarea docente. coincidimos en muchísimos puntos.
y gracias a jorge eslava conocí a constantino carvalo, maestro, pedagogo, ensayista, fallecido hace pocos años, porque hoy se le hizo un homenaje en la feria del libro. se presentaron tres obras, póstumas y editadas precisamente por jorge eslava.

por lo que escuché y por un video que vimos, una ponencia de constantino sobre la educación y el papel del maestro, entendí que estaba delante de uno de esos pedagogos como ya, lamentablemente, no quedan. corriendo de atrás, como siempre, mañana veré de comprar su obra, que tengo la sensación de que es importante para cualquiera que trabaje en educación y se preocupe por el tema.

constantino carvalo fundó un colegio, "los reyes rojos", en la década del setenta, en lima. hay que recordar qué ocurría en perú en esa época para comprender el peso, la connotación de ese nombre, asociado injustamente con lo que no era. según el relato de jorge eslava, este hombre fue excepcional. y como además la presentación fue conmovedora -jorge se emocionó muchísimo y tuvo la transparencia de no ocultar la emoción- uno se queda con ganas de saber más acerca de él, y de su obra. los tres tomos, que incluyen un diario de un año cualquiera de constantino como maestro, una recopilación de ensayos y un tercer tomo con comentarios y críticas de cine (carvalo era cinéfilo, a tal punto que, cuenta jorge, compró butacas de un cine viejo y armó un sala de cine en ese colegio, algo único en ese momento) merecerían aterrizar en montevideo (tontovideo, al decir de guillermo baltar, y tontofideo, según otros) y ser de lectura obligatoria.

carvalo murió joven, de 55 años, y dejó obra inconclusa, también novelas.

la clase de cosas que uno agradece de esta maravillosa feria de arequipa: la gente que conoce, y los autores referidos a los que tiene acceso.

qué bueno sería que los libros de este continente circularan de otro modo, y que nos enteráramos de lo que hacen nuestros vecinos, en lugar de tener que aplaudir las estupideces de lady gaga, las vicisitudes de two and a half man o las maravillosas andanzas de angelina jolie y brad pitt, que son tan buenos, tan blancos, tan rubios y tan  millonarios.

del mismo modo, qué necesario es conocer más y mejor la literatura latinoamericana en su conjunto, y su producción intelectual, y matizarla, cada tanto, nomás, con la decadente europa o la incomprensible estados unidos.

domingo, 2 de octubre de 2011

Arequipa 3, lo humano y lo divino

temprano, en la catedral, en busca del demonio mencionado por gloria.
no está en ninguna parte, pero ha de estar. sí, allí. la más bella y enigmática de todas las criaturas reproducidas en esta iglesia. al pie del púlpito, dominado y vencido por la voz del señor a través del sacerdote, un lucifer de alas desplegadas, con los garfios en las puntas y una expresión profundamente humana, me mira, y yo a él. es de madera tallada, oscura, y de una belleza que deslumbra. no se compara con la anodina bondad de las vírgenes, los santos y el propio sagrado corazón de jesús. sí, si uno estuviera en condición de elegir, seguramente se inclinaría por el ángel rebelde, el ángel caído, el que quiso sumarse a la estirpe humana y desobedeció el mandato divino. no sé quién es el autor de tamaña escultura, que es una pieza completa de madera, y que naturalmente, en la cúspide termina con ángeles alados que cantan loas a la salvación. pero la cosa está abajo, en este ser precioso, el único con las facciones contraídas por el dolor y la duda, la desesperación y también el amor a la especie.
es probable que el escultor, el autor de tamaña obra, se haya dado cuenta de la contradicción que entraña toda la cuestión en sí. ¿acaso alguien, algún fiel, en algún momento, habrá reparado en la sosez un poco tonta de los bondadosos santos, y en esta fiereza, esta humanidad de lucifer? no importa que esté pisoteado ni bajo el púlpito; el lucero de la noche le robó el corazón a su autor y así quedó de manifiesto.

lejos de todas las tonterías demoníacas, satánicas y demás monsergas de magia negra. este lucifer es humano, y a su manera, busca la redención, también, pero de este lado. basta con contemplarlo.

entonces comprendo lo que dijo gloria: se dice que la gente viene a ver al diablo, antes que a dios.

Arequipa 2

1. escritores que exponen


Feria del Libro; en el anfiteatro abierto hay un gentío y un escritor presenta un libro. ha de haber al menos unas 400 personas sentadas, y el resto, todos estamos de pie, a su alrededor. hay prensa, cámaras, micrófonos, y una voz seria e irónica que habla. se trata de césar hildebrandt, periodista y columnista, famoso por su franqueza y por haber sido expulsado de muchos medios por no callarse la boca y no mentir. "es el único periodista serio que queda en perú", dice alguien a mi lado; "jamás transó con el poder", agrega otro. lo cierto es que en medio del silencio de la noche, se escuchan sus palabras claras. lee fragmentos de la constitución peruana y las analiza, o las expone simplemente. concluye que ese texto mayor es la mejor obra de humor que se ha escrito, y que groucho y chaplin son niños de pecho al lado de lo que expone. la gente asiente y aplaude. habla de la pertenencia de la tierra, la protección al medio ambiente, el apoyo a pequeños emprendimientos, el derecho a la tierra y al trabajo. tiene un discurso agudo, inteligente, un humor fino y claro. en realidad, esta presentación se parece a un discurso político serio, no de alguien que se candidatea sino de alguien que es capaz de analizar la realidad y de decir: no, así las cosas no van. cierra, precisamente, su presentación diciendo que más allá de los errores que pudo haber cometido durante su vida profesional, sí tiene la consciencia de haber sido capaz de decir que no: no al soborno, no a lo que está mal, no a lo que podría representar una sutil traición a lo que son sus principios. la gente aplaude a rabiar y luego le toca el turno a las preguntas. en el público se alzan las manos, hay preguntas interesantes, punzantes, con pienso. un periodista joven le pregunta por qué la historia ha negado el gobierno del general velasco alvarado. hildebrandt responde haciendo mención a que el "discurso de la derecha triunfó", y que con el apoyo incondicional de los medios no sólo hizo desaparecer de la historia del país la figura de ese gobernante, sino que lo transformó en el mismísimo demonio. que pese a que se le pueden criticar muchas de sus acciones, velasco alvarado es una figura más que importante para el país. me quedo con el triunfo del discurso de la derecha. otro pregunta por las corridas de todos (en perú las hay) y él analiza el fenómeno como la barbarie que es. la gente aplaude. se están juntando firmas para que el congreso discuta al menos el tema. dice que de ese modo al menos se sabrá cuántos animales están a favor de torturar animales.


la gente ríe ante algunas ironías, y yo también; sin embargo, no deja de ser todo bastante triste. el sujeto parece interesante, y me pregunto cuántos de nuestros periodistas no sólo convocarían a semejante auditorio, sino que tendrían ese compromiso con la profesión y tan pocos pelos en la lengua. es evidente que la gente no es tonta, y que si consume porquería es porque se la dan, pero que si pudiera elegir, seguramente más de alguno se llevaría una sorpresa, sobre todo en los medios.


compro e libro, "una piedra en el zapato. columnas de opinión 2006-2011". seguro que a mi colega alsina le va a interesar. pero para comprarlo debo hacer una cola de muchas personas, y después alguien me explica que si quiero que me lo firme, debo hacer "aquella cola de allá". cuánto hay? no menos de cien personas esperando el turno para la firma.
no es necesario pensar en la cola que podría formarse en montevideo y ante quién.


2. jóvenes que reclaman


sorprende, desde el primer día, la cantidad de jóvenes entre el público y los organizadores. lleno de jóvenes por todos lados, comprando, revisando, asistiendo a las charlas y las presentaciones. gloria conoce a muchos, y me los presenta: estudiantes, algunos ya escritores o poetas o documentalistas o escultores. varios me regalan sus libros. de noche cenamos con dos de ellos, stephanie, de 23 años, graduada en artes audiovisuales por la universidad estatal, y carlos, de 30, escritor y documentalista de corte social, le interesa la ciudad y sus habitantes. se habla de los jóvenes. gloria los defiende a ultranza, yo digo que la categoría joven no hace a alguien ni más sabio ni más prometedor ni mejor. gloria dice que desde hace cinco años lleva adelante un programa cultural en la alianza francesa, con poetas. consiste en invitar a un poeta "viejo" y reconocido, y a uno joven, que ya tiene algo publicado. "generalmente", aclara, "la peor parte se la lleva el consagrado, porque queda en evidencia que después de haber llegado a la cima, deja de leer, de pensar, de producir en serio. los poetas jóvenes, en cambio, son pujantes, buscan, se revuelven, y en general, en el debate, se llevan el reconocimiento del público".


entonces de pronto me doy cuenta de que habitamos mundos totalmente opuestos. acá los jóvenes quieren, aclaran stephanie y carlos, quieren estudiar y saber, y los profesores, "los viejos", les retacean los conocimientos, la informacion, son "egoístas con miedo", en la universidad no encuentran profesores que realmente se ocupen de ellos. entonces, dicen, los jóvenes se reúnen, arman grupos de estudio, de lectura, de búsqueda de información, y siguen adelante como pueden. son lectores, dice, y por eso hay tantos en la feria. en la feria los libros son realmente más baratos y es la oportunidad de conseguir el material.
como docente entonces pienso que me gustaría hacer la experiencia. si nos quejamos de que nuestros estudiantes son apáticos, indiferentes y no leen, y aquí se quejan de lo que los profesores son indiferentes, apáticos y no los estimulan o los tutorean, pues lo lógico sería hacer el cruce. le pregunto a stephanie a qué puede deberse ese fenómeno, el de profesores tan avaros con sus conocimientos y su experiencia. me doy cuenta de que la pregunta la confunde, como si jamás se le hubiera ocurrido analizar el hecho, intentar comprender su causa. "¿acaso será porque es una suerte de tradición? porque ellos a su vez lo sufrieron durante sus años de estudio? ´¿y a qué puede deberse eso, de todos modos?" la pregunta de un atrevido e ignorante observador la deja pensando, y allí queda el punto. pero sí me hace pensar en qué vería alguien de fuera de nuestra realidad. ¿qué preguntaría sería la pertinente? ¿qué ocurrió en el pasado que hace que nuestros jóvenes no lean, no se informen, no les interese realmente aprender, sino saber funcionar de acuerdo a una necesidad de aprobar un examen, encontrar un puesto laboral o adaptarse bien a los requerimientos que parecen ser paradigmáticos?


deberíamos invitar a alguien para que nos viera ser, pensar, actuar, dar por sentado situaciones, no salir del esquema mental que evidentemente nos constriñe y no nos deja encontrar, ya no sólo una solución, sino alguna herramienta de análisis más ajustada, más certera.


de todos modos, el problema parece ser generacional. para un lado o para el otro, en algún momento se cortó el flujo, el puente de comunicación, la cosa misteriosa de quien deposita en el nuevo los conocimientos previos (la memoria) y el nuevo desea que eso suceda. generación y memoria. no hay cómo dejar ese tema de lado.

sábado, 1 de octubre de 2011

Impresiones de Arequipa, I

el avión aterriza en un aeropuerto rodeado de montañas de picos nevados; desde arriba, mientras da las vueltas de rigor, se ven cúpulas de iglesias y torres, al menos de hace 200 años. el aeropuerto es pequeño, como era el de carrasco hace muchísimo tiempo, y todavía tiene una terraza en la que hay gente mirando llegar al avión. hace frío a esa hora, las seis de la mañana, pero ya hay un sol radiante y el cielo está despejado. no fue un vuelo muy numeroso, de modo que la maleta aparece con prontitud, y una vez afuera, encuentro a los organizadores de la feria del libro, que me depositan en la calle de los mercaderes, en el hostal el conquistador.

la ciudad no llega al millón de habitantes, y el hostal se encuentra en el centro, en una calle peatonal, con muchos comercios que todavía están cerrados. a pocas cuadras de allí, me dicen, está la plaza de armas, y un poco más allá el mercado de san camilo. el hostal es una vieja casona del siglo XVIII que mantiene su estructura -después entiendo que en esta zona la mayoría de las edificaciones es así: varios patios "españoles" a los que dan espacios de mayor o menor tamaño. en este caso, han sido convertidos en la recepción, el comedor, una suerte de sala común. al final del tercer patio hay construcciones más modernas, pero que siguen el estilo del edificio principal.

salgo a caminar, y todavía hay poca gente en la calle, pero el trajín se siente, hay olor a comida callejera (pinchos de res, pollo y cerdo) y pastelería fresca. en los kioscos, se vocean los periódicos, y se ven muchos taxis diminutos, enteramente amarillos, que andan muy rápido, pero que frenan a tiempo en una cebra o cuando cambia la luz del semáforo. soy la única blanca en todas las cuadras que recorro, hasta que entro a la catedral, en la plaza de armas.

sorprende de inmediato la limpieza extrema de las calles, de los comercios, y también sorprende que no haya botes donde tirar la basura. pregunto y alguien explica que a arequipa se la conoce como la ciudad blanca por la limpieza que la caracteriza. pienso: medellín, santiago de chile, ahora arequipa; también potosí y santa cruz me parecieron limpias. qué le pasa a montevideo?

en la catedral hay un gran número de vírgenes con nombres diferentes, en vitrinas, de un tamaño que impresiona, y también porque el cabello es negrísimo, y los rasgos no son los estamos acostumbrados a ver. sólo allí me cruzo con otras personas blancas.

la gente en la calle es amable, la mayoría sonríe; muchas madres con niños chicos, jóvenes, parejas, viejos. al rato, a la hora de caminar, ya hace mucho calor. es menester volver al hostal a ponerse protector solar y desayunar.

a las doce me encuentro con gloria mendoza borda, la poeta artífice de que yo esté aquí, en la tercera feria internacional del libro de arequipa. caminamos nuevamente hasta la plaza fuerte y de allí al mercado de san camilo, a por un sombrero para mí. el mercado es tal como imaginé, y como los que se conocen en otras ciudades latinoamericanas. un griterío, un conjunto de olores, texturas, colores, alimentos, ropas y cosas que son voceadas sobre los gritos y las voces fuertes de quienes compran o preguntan precios. me recuerda al mercado de potosí, y al de caracas, y al de quito y también al de lucca. los mercados son la gente, y eso es lo más lindo que hay. a quién se le ocurriría visitar un shopping mall para saber cómo huele una ciudad? ser blanca y rubia no favorece en nada mi deseo de comprar el sombrero. en el primer tenderete la vendedora pide un precio disparatado, y gloria hace que no con la cabeza y vamos al segundo, donde la joven que nos atiende rebaja el precio a la mitad de lo que la primera quería. el sombrero me salva del solazo, que realmente quema y hiere los ojos, pero me convierte, ahora sí, en una gringa seguramente encantada con el color local. es una pena, me digo, parecer lo que no soy, pero qué le vamos a hacer. gringa de sombrero por el casco viejo de la ciudad, y que además toma fotografías es el último papel que me interesa representar.

en la calle, gloria se cruza con conocidos. es profesora de comunicación y semiótica -además de una magnífica poeta- en la escuela de bellas artes, y las personas la saludan con afecto. la escuela queda aquí cerca, en el vecindario. me dice que debemos ir a la feria del libro, a presentarme. para eso, nos metemos por un conjunto de callecitas y callejones de casas bajas, similares en arquitectura a las del hostal, grandes patios que dan a otros patios, pero también otras  más pequeñas, con el dintel bajo y con un escalón hacia adentro, tal como las vi en san pedro de atacama. de pronto ya no sé dónde estoy ni en qué época. no hay nada que diga que estamos en el año 2011, y es de agradecer. no hay gente caminando con celulares en las manos o con ipods en las orejas, ni nada que se le parezca. entonces aparecen los carros, que son como los carritos por puesto venezolanos: pequeños no sé qué, en los que alguien en el pescante vocea las paradas y que van cargados de pasajeros. nos montamos en uno, y una vez más siento que todos me miran. qué más da. el carro baja rápido la cuesta, curvilínea, se mete por un vecindario de casas un poco más grandes, llamado el vallecito, y por fin nos bajamos a una cuadra de la feria del libro. es grande, al aire libre, y hay muchas personas. muchos padres con hijos chicos, y el leit motiv es acercar la lectura, convertirla en una toma de conciencia, en una actitud civil, me explica freddy tito velázquez, uno de los organizadores, que está con sus hijos chicos allí. recorremos los distintos puestos, y realmente hay muchísimos libros, todos interesantes. se nota el orgullo que se siente por que el nobel sea vargas llosa, hijo de esta ciudad. entramos a una charla muy interesante sobre la lectura y cómo incentivar a la gente a leer; en otro lugar, dos escritores han fundado algo que se llama "recreo" que acerca libros a poblados alejados donde no hay ni bibliotecas ni libros. trabajan con los padres y con los niños, y ya se han convertido en un proyecto nacional. la lectura cunde, es contagiosa, porque aparentemente han encontrado la manera: participar activamente y pensar en quién es el lector. un escritor joven dice que de nada sirve acercarle a un joven que no lee las obras completas de vargas llosa, pero sí un cuento, porque eso hará sentir que puede. en la secundaria hay una materia que se llama planificación lectora... me consuelo: parece que el problema de la lectura trasciende fronteras. acá, en esta ciudad, se propusieron hacer la feria del libro y ya van por el tercer año, y con éxito.

hace calor, tengo sed, y gloria dice que debemos tomar un helado de queso. pues eso hacemos, y la vendedora explica que es una tradición de la época de cuando la conquista española. los conquistadores vieron que en las montañas había mucho hielo, y que también había mucha leche. pusieron a los esclavos a traer el hielo de la montaña y a picarlo y meterlo en bateas. después pusieron allí la leche, y movieron la batea. la leche, con el frío y el azúcar se pegotea a los bordes y termina formando algo con la consistencia parecida al queso, a una ricotta cremosa. es muy frío y sabroso. se sirve en vasitos con un poco de canela. supongo que también tiene unas gotas de vainilla. seguimos caminando, recorriendo la feria.

después volvemos a tomar otro carro y nos bajamos mal, pero a gloria le brillan los ojos y dice que aprovecharemos para visitar a un pueblo dentro de un pueblo. subimos una escalera alta, y recorremos una calle de dos cuadras con casas bajas, muchas de ellas destinadas a comercios de artículos de cuero: botas, aperos para los caballos, monturas. y por fin encuentra la entrada, una reja enorme, un callejón que se abre y, efectivamente, entre dos calles, hay otro pueblo. un conjunto de casitas bajas, todas iguales, con ventanas adornadas con malvones y geranios; una placita en una esquina donde tres adolescentes discuten, y más allá una pareja descansando en un banco. hay cactus por todas partes, no sólo aquí, sino en todas partes; unos cactus grandes que dan las tunas, y que resaltan contra las paredes blancas. en este pueblo interior incluso hay una iglesia y un par de tiendas de abarrotes. sí, no sé cómo se llaman, pero parecen salidas de una película, y llamarlas almacén no sería hacerles justicia. dejamos el pueblito atrás y seguimos caminando. gloria me lleva a que conozca la escuela de bellas artes, un enorme edificio que recuerda a un monasterio románico, con un patio central con árboles centenarios y un david que saluda bajo una bóveda. a unas cuadras de allí, entramos en la primera universidad de arequipa, que remite a la misma sensación de estar en un monasterio, con los pasillos en pasiva, arcos románicos, pisos y paredes de piedra, y un enorme jardín arbolado, fresco, con bancos que invitan a pensar. dan ganas de quedarse y escuchar a algún profesor. gloria dice que aquí se le hizo un homenaje a vargas llosa, hace unos años, y que fue su antiguo marido el que dio la charla de presentación. lo dice con orgullo. antes había dicho: hay gente que no se alegró por el premio a vargas llosa, por su forma de pensar y las cosas que dijo, pero es un buen escritor. y en la feria del libro un escritor -no recuerdo el nombre- dijo que los primeros libros de vargas llosa le gustaron mucho, pero que los últimos le parecieron malos. "todos tenemos derecho a dejar un libro por la mitad", agrega, "y no importa si es de alguien famoso, de alguien bueno o no". 

caminamos unas cuadras más,  hasta dar nuevamente con la plaza de armas. en la catedral, me pregunta gloria, ¿has visto al diablo? no, digo, sólo vi vírgenes, santos y a jesús. pues, dice, tenemos que ir a que veas el diablo. hay un diablo allí, y la gente a veces dice que va a ver al diablo y no a dios. pero la catedral ya está cerrada, y el diablo quedará para mañana.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Reflexiones sobre la soledad del escritor. Artículo para la Feria del Libro de Arequipa, Perú, octubre 2011

Inicialmente, pensé centrar este artículo en la figura del escritor en relación con el proceso creativo de una novela, y enfocarme en la soledad existencial que lo rodea. Sin embargo, y repasando algunas lecturas de otros escritores y críticos, encontré el ensayo que escribió Ángel Rama en 1964, Diez problemas del escritor latinoamericano, y me pareció apropiado tocar algunos de los puntos que menciona, y que de algún modo se relacionan con mi tema.
Así, encuentro dos soledades íntimamente relacionadas: la del escritor, sí, ante su propio proceso de creación, y la del escritor inmerso en el contexto social donde lleva adelante la escritura.

Dice Ángel Rama: “El hombre se construye a sí mismo al construir un arte” (2006, pág. 3), y más adelante señala uno de los principales problemas de quien decide, sin saber en principio por qué (este artículo pretende dar cuenta de las diferentes explicaciones a ese fenómeno), dedicarse a la escritura: la sociedad no considera, aún hoy, que el trabajo del escritor sea tan importante y necesario como el de un médico, un abogado o un ingeniero.

Es brillante la argumentación del ensayista, que analiza la sociedad y encuentra que los primeros intelectuales que alcanzan el grado de especialización son los juristas y los médicos. Luego los maestros y los profesores; lo que supone que la sociedad en su conjunto decide darles fondos para que ejerzan plenamente su profesión, que entienden beneficia a la sociedad.  Es decir, aquello que surgió en su momento como una vocación, adquiere un estatus que les permite convertirla en forma de vida remunerada. Significa esto que la sociedad valora, de cara al futuro, que estas profesiones son realmente útiles.

No es ese el caso de los escritores, que, en caso de tener éxito, recuperan todo lo invertido en su larga carrera gracias a algo que nada tiene que ver con la valoración del cuerpo social en su conjunto sobre la obra en sí y su pertinencia. Buenas ventas, en la mayoría de los casos, premios de envergadura, o cosas similares son el remedo que algunos perciben, generalmente al fin de una vida. Entonces la sociedad aplaude, sí, pero como puede aplaudir y festejar las gracias de un mono en un circo o de un malabarista en una feria de pueblo. El escritor es un adorno, alguien que da lustre a una charla o a una fiesta, pero que así como se lo convida, se lo olvida prestamente.

Esto significa que aún hoy, en los albores del siglo XXI ninguna sociedad ha considerado que un escritor lleva adelante una tarea que sea beneficiosa para la comunidad en su conjunto como para remunerlo por ello. Siguiendo a Rama, la mayoría de los escritores vive de otras tareas que no se relacionan con la escritura, pero que se vinculan con un quehacer intelectual: pueden ser funcionarios, periodistas, maestros, profesores. Se sirve de ellas para escribir y contribuye doblemente a la sociedad a la que pertenece: por el trabajo que hace y por la obra a la que le dedica el resto del tiempo.

En esa doble función, el escritor también está solo. Solo porque el entorno no es el de la literatura, y en él debe vivir y socializar con otros, y solo, también, porque una vez sumergido en su propio mundo ficcional tampoco hay con quien compartir las vicisitudes de la escritura. Pero además, como aclara Rama, las mismas capacidades intelectuales que usa en su labor diaria son las que requiere para su tarea como escritor, de modo que en realidad se enfrenta al proceso creativo con lo que le sobra de esas capacidades. Y, en el caso de un novelista, este problema se vuelve un escollo considerable, ya que una novela requiere de un proceso de continuidad, de largo aliento, un gran esfuerzo, sostenido en el tiempo, distinto por completo al dramaturgo, al poeta o al ensayista.

Es probable que –si pudiéramos encontrar el punto de arranque en la Historia- los primeros escritores no pensaran o tuvieran consciencia completa de esta trama compleja que no parece tener solución. Pero avanzada la historia de la literatura, el escritor que surge, que toma la decisión de serlo, sabe que hay un conjunto de escritores en el pasado que son ejemplo veraz y contundente de lo que le espera. Y sin embargo, cuando se toma la decisión, no hay duda de ningún tipo al hacerlo.

Entonces, ¿qué hace que alguien decida ser escritor? Si la cita de Rama es cierta, de que el hombre se construye a sí mismo a través del arte, la elección de convertirse en escritor supone una autoconstrucción, una decisión diferente a los rasgos físicos o la personalidad de cada uno, que viene con el nacimiento y se desarrolla con los años. El escritor, entonces, buscaría saber quién es a través de su escritura. Y si eso fuera así, entonces lo que encuentra son más interrogantes que certezas, y una insatisfacción permanente que sólo se aplaca con el hecho de escribir.

Algunos tildan a esta necesidad, a esta decisión, de enfermedad, como Vargas Llosa que, en Cartas a un novelista, intenta desentrañar la vocación como una predisposición temprana a “fantasear personas, situaciones, anécdotas, mundos diferentes del mundo en que viven, y esa proclividad es el punto de partida de lo que más tarde podrá llamarse una vocación literaria” (1997, pág. 12). Agrega Vargas Llosa, que esa tendencia no necesariamente convierte a esa persona fantasiosa en escritor, y que son pocos los que deciden dedicarse, sí, el resto de sus vidas a crear mundos enteramente de palabras. Quizá suene pueril pensar lo que esto significa: mundos de papel, mundos de cosas referidas que no tienen materialidad ninguna, y que el escritor, seguramente, tampoco terminará de desentrañar ni de comprender completamente.

Dedicarse a escribir, a fundar mundos inexistentes, descritos con palabras, es un acto de rebeldía, o de exclusión: el mundo que me rodea, el mundo en el que habito sin que nadie me haya preguntado si quería hacerlo, no me gusta, no es el lugar en el que quiero estar. Respondo a esa inquietud, a esa molestia, a esa imposición, me rebelo a ella, y escribo. ¿Qué escribo y a quién? En principio, a mí mismo. Lo curioso es que, ese punto de partida individual, íntimo, casi soberbio y egoísta, en algún momento llega al mundo real e influye de cierta forma a personas reales. Lo que en principio puede parecer inocuo: ¿quién le teme a un mundo de palabras? no lo es tanto: a lo largo de la historia, muchos, pero muchos de esos mundos literarios llenaron listas de libros prohibidos, fueron quemados, sus autores censurados o desaparecidos o ignorados. Todos hemos padecido alguna dictadura o conocemos a quienes la sufrieron, y sabemos lo peligrosa, lo odiosa, que resulta la literatura para algunos gobernantes. Entonces, en esa soledad en la que se encuentra el escritor, descubre también que forma parte de una historia de otros, solos y rebeldes como él, que han tenido que apañárselas de algún modo con esa vocación imperiosa que no cede con nada.

Una vez comenzado el proceso de escritura, resulta algo imparable. Se contagia a sí mismo. La literatura se convierte en la actividad mental principal en la vida del escritor, y aun si no está escribiendo, la mente - y él todo- está inmersa en ese universo. La vocación que lo alimenta se alimenta a su vez de él, en una extraña simbiosis que no tiene cura. Para los escritores, escribir es la forma de vivir, y eso ya lo dijo Flaubert cuando escribía Madam Bovary. Eso significa darse cuenta de que nada hay que sea más importante y necesario, imprescindible, que escribir. Y eso sume al escritor en una soledad profunda y sin salida. Puede, sí, alternar con otros, pero en el fondo, siempre, está alternando con el otro que está dentro de él, el escritor, que lo urge, le habla, le hace ver las cosas de otro modo, confundir, a veces, la realidad en la que vive, con la ficción que habita.

En definitiva, la escritura es como una droga, que exige ser consumida en dosis cada vez mayores, y que no tiene cura. Y así como el drogadicto hace su viaje en solitario, el que emprende el escritor también es así: en solitario. Tan en solitario que aunque intentara conversar, hablar con sus personajes, y realmente lo lograra, eso le mostraría que la otra cara de la moneda también es la soledad. Solo ante el mundo, ante sí mismo y ante el universo que ha creado.

Pero hay otro aspecto más en esta soledad que me gustaría analizar brevemente. Y para eso, voy a partir de la realidad diaria, la de cada uno. Alternamos en nuestro entorno, familia, trabajo, vía pública. Hacemos relaciones con los demás. Tenemos el tiempo de una vida para conocer a los otros y dejarnos conocer a nosotros mismos. La tolerancia, los valores en común, los intereses compartidos, la capacidad de comunicarse del ser humano, son herramientas que hacen posible la convivencia en sociedad. Conocemos, a veces más, a veces menos, a las personas con las que nos cruzamos a diario. Además, elegimos aquellas a las que queremos dedicarles más tiempo.

El mundo que crea el escritor no funciona según esas reglas. Es un mundo desconocido desde el principio. Y cada novela, cada cuento, supone un nuevo universo a descubrir. Descubrirlo de la mano de los personajes, que también son desconocidos. Apenas, con suerte, sepamos el nombre, una apariencia, alguno de los gustos o las fobias que pueda tener, pero no mucho más que eso. Es cierto que hay algunos –creo que cada vez son los menos, por lo pronto entre mis colegas, lo que voy a anotar a continuación, no es una práctica- que hacen fichas de cada personaje, mapas de los lugares, y organizan la vida realmente de cabo a rabo. Creo que fue Balzac quien se tomó ese trabajo –para mi gusto absurdo e inútil, porque es inabarcable- cuando se planteó la descomunal obra La comedia humana (inconclusa, por cierto). Digo que es inabarcable porque como en El jardín de los caminos que se bifurcan, de Borges, un personaje tiene casi infinitas posibilidades de existencia, de alternar y de comportarse con los demás y su entorno, puesto que existe allí, en el momento en que el escritor lo decida. Y como no tiene una vida real, ni una motivación real que lo mueva a actuar, a ser, no puede el escritor prever lo que ocurrirá. En su soledad, y si el escritor es grande y lo deja realmente en libertad, verá cómo ese hijo se mueve a su gusto, sin que él, el escritor, pueda intervenir verdaderamente. Pero no sabe lo que hará, y no tiene con quién compartir esa angustia existencial primaria. La misma soledad, pienso a veces, que pudo sentir Dios después de que dejó a Adán y a Eva en el paraíso. La gran diferencia es que Dios, si quería, y de hecho la Biblia pretende ser esa demostración, podía hablar con los personajes. El escritor, por más que quiera, por más que lo intente y hasta llegue a volverse loco, no puede hacerlo. Puede enamorarse de su personaje y saber que ese amor no se consumará nunca; puede padecer por los errores evidentes del personaje y no estar en condiciones de impedirlo. ¿Cómo podría interferir con una vida que se forma de palabras, de elipsis, de analepsis y prolepsis, de adjetivos y sustantivos? Y si suena a locura, en el fondo lo es. Uno padece el pathos de sus criaturas. Recuerdo lo que me ocurrió una vez con una de mis novelas, Zack. Allí, el protagonista, Zack, a quien yo amaba perdidamente, se encuentra, en su periplo, con una mujer, Irina. Necesito aclarar que el escenario era apocalíptico y que los personajes estaban perdidos, sobrevivientes de una catástrofe (nunca supe cuál) y que hacían lo que podían para vivir en un entorno sumamente hostil y peligroso. En realidad, sobrevivía el más fuerte, el que podía adaptarse mejor a un mundo que ya no era el que conocemos. Zack tenía un carácter fuerte, digamos, estaba preparado para sobrevivir sin lastimar a los demás, un solitario. Se encuentra con Irina y ambos viajan durante un tiempo juntos. Ella es más débil, no se adapta al mundo y a una vida transhumante, y llegado un momento, no resiste más y se declara culpable de un crimen que no cometió para que, al menos, en una prisión se sintiera segura otra vez. Recuerdo hasta el día de hoy el momento en que mi personaje entra a una especie de comisaría y dice ser la culpable. Me tomó por sorpresa –a mí y a Zack, que no pudo impedir esa acción- y me afectó tanto que grité, realmente grité del espanto, y dejé de escribir y lloré. ¿Por qué Irina, a la que yo quería tanto, a la que le había dado una vida y un pasado encantador, que además podía armar una especie de vida con Zack, tomaba esa decisión tan terrible, tan traidora de su propia esencia? ¿Qué había hecho yo mal en mi creación que se convertía en lo opuesto de lo que yo había pensado que podía llegar a suceder? Alguna vez he pensado que las novelas –las mías- se escriben durante largos períodos a nivel inconsciente, y que después, cuando me siento a escribir, simplemente soy una especie de traductor de ese inconsciente. Ubico ese lugar de la creación inconsciente a la altura de la nuca, no sé por qué, pero sé que allí se cocina lentamente esa enorme olla burbujeante hasta que irrumpe y se hace consciente. Cuando ocurrió eso que cuento sobre Irina, me sentí mal y sola. No podía compartir con nadie ese malestar. No era lo mismo que hablar con un amigo para decirle que mi hijo, de pronto, se había vuelto delincuente. No. Era mucho más profundo y denso que eso. Era un intangible que ya no tenía solución de ningún tipo. Irina fue a prisión y Zack asistió a todo eso en silencio, de ceño fruncido, desde lejos, horadando el camino de tierra con un pie enfundado en una bota recia. Y yo asistí desde el lado de acá, sin saber ni comprender las motivaciones íntimas de Irina, aquellas que yo jamás conocí ni preví. Entonces, el escritor conoce y no conoce a sus personajes, sus ambientes, incluso las jergas que usan o los pensamientos últimos. Hay una capa de los personajes que es tan desconocida como pueden serlo los pensamientos de las personas que nos rodean. Eso es, a veces, una suerte, pero otras veces es algo terrible, una verdadera maldición.

Me ocurrió, con El señor Fischer, que hubo un hecho en su vida que yo considero deleznable, y cuando apareció, porque yo desconocía su vida, también me produjo un espanto similar. A solas con él, enfrentada a ese momento particular de su vida, no encontré el verdadero motivo para su actitud. ¿Son planos los personajes? No lo creo. Pero un escritor debe aceptar esas cosas, cuando hace ficción, y como dijo el escritor uruguayo Miguel Ángel Campodónico, la verdadera verdad está en la ficción. Simplemente, y yo estoy de acuerdo con él, que es una verdad cuya explicación permanece oculta para el escritor que la inventa. ¿Se puede psicoanalizar a un personaje? Creo que es imposible, puesto que el escritor, de su personaje, apenas conoce ese pedazo, esos fragmentos que están en la novela. Puede imaginar, suponer, intentar reconstruir, a partir de los fragmentos, cómo ha sido su vida toda, día a día, incluso querer hacer una biografía completa de él. Pero no parece posible. Entonces una vez más vuelvo a lo del principio: eso lo sumerge a uno en esa soledad que no tiene remedio. La soledad de hablar a la nada, porque ninguno de ellos puede respondernos.

Hay otros aspectos, al menos que a mí me ocurren y que refuerzan esa soledad, ese estar en solitario, como a la intemperie, cuando se escribe. El espacio en que ocurre la historia, que da forma a la trama y al relato. Ese espacio se nutre de todos aquellos que el escritor conoce, de la vigilia y también de lo onírico. Arma un mapa de una ciudad –a menos que explícitamente recurra a una real- que no existe, y que sabe que jamás podrá conocer. Apenas, con suerte y según la necesidad de la novela y de su extensión, podrá detenerse en alguna esquina, en alguna avenida o parque; y si es un paisaje rural, habrá una montaña nevada que tiene lejanas reminiscencias con alguna real, pero no. Porque habrá detalles que toma prestados de otros, o que simplemente inventa. Es decir, vive, habita con sus personajes, un sitio que no existe más que en su visión interior. No puede internarse completamente en él, porque ni siquiera tiene tres dimensiones; apenas las dos que le permiten las palabras, y las secuencias narrativas. ¿Qué hay detrás de aquella puerta que el personaje jamás abrirá, porque no le corresponde hacerlo? ¿Y si allí hay otro mundo fascinante? ¿Qué se esconde en ese callejón del que el escritor sólo necesita la luz tenue del farol para que la sombra del personaje se refleje vagamente? ¿Por qué no ingresa en él, como haría yo en su lugar, en caso de que tuviera toda la libertad del mundo para hacerla? Me ha pasado de soñar que visito y recorro los lugares de mis personajes. Tengo un sueño recurrente, que surge con claridad cuando estoy en pleno proceso de escritura. Se trata de una ciudad que no existe –a veces creo que se emparenta con  Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino-, con construcciones en ladrillo rojo, una amplia explanada, callejones y en alguna parte, un puerto. Sé que hay un puerto porque alcanzo a ver las grúas. En ese sueño, estoy en esa ciudad, y cada sueño me permite conocer un fragmento diferente: así, descubrí que más allá de la explanada, si tomo una calle a la izquierda llego a un parque lleno de rosales y enredaderas; pero si tomo la calle de la derecha llego a una especie de bajo, donde se comercia y trafica con cosas que presumo ilegales y peligrosas, pero que no sé qué son; sólo respiro la tensión y la amenaza que hay en el aire, y debo irme de allí. Apuro el paso, cruzo una plaza vacía y estoy en una parte que me gusta, similar a la plaza mayor de Madrid, con sus pasivas y sus corredores techados, donde hay gente que bebe incansablemente vino o cockteles, y conversa. Nadie allí parece verme, me meto entre las mesas, los miro, pero ellos a mí no. No existo para ellos, del mismo modo que no existo para mis personajes. Ninguno de mis personajes sabe que yo existo. Y cuando uno los ama, es eso, un amor terrible, como cuando uno ama a alguien que sabe imposible y no puede siquiera acercarse a esa persona. La ve de lejos. Pero con los personajes uno convive un largo tiempo, el de la creación, y el de después, cuando salen a la luz pública y alternan. Entonces los lectores hablan de ellos, opinan, los sienten cercanos o lejanos. Y ellos están allí y siguen sin saber quién es uno.


lunes, 19 de septiembre de 2011

antropología y rara avis en medellín

coincidieron casualmente el prof. levy-strauss y la prof. margaret mead, ambos en trabajos de campo similares. luego de intercambiar algunas observaciones y comparar datos, emprendieron una breve recherche, casi lúdica, y en conjunto: entrevistas y registros fotográficos compartidos, y nada de discusiones acerca de marco teórico o derechos de autor.

primer caso: frecuentis avis banalis, en el sujeto denominado "pola orchideae", que resaltó y resultó interesante por varios motivos: morfológicamente similar al homo sapiens, de aspecto agradable para los cánones actualmente instalados en el mainstream, y con un uso lingüístico menos reducido que otros ejemplares del mismo tenor. pero la enciclopedia encefálica resulta insuficiente para captar ironías, sarcasmos, así como para brindarle herramientas de adecuación contextual pertinente. ambos antropólogos tomaron notas e intercambiaron interpretaciones que permitirán, en un futuro próximo, elaborar un conjunto de hipótesis que respondan al fenómeno y permitan ingresar al mencionado ejemplar "pola orchideae" en un registro mayor.

segundo caso: don arquímedes, 100 años, perfecto estado de lucidez y autosuficiencia; con tres hijos y varios nietos. según testimonio de la hija mayor, la receta de arquímedes ha sido parrandear y beber. presto para dejarse fotografiar sin problemas, se puso en pose de prócer; seguidamente, y a solicitud de los investigadores, retomó su pose habitual, con un poncho de lino, un bastón sobre las piernas y una arepa en la mano.

los prof. levy-strauss y margaret mead compartirán más anotaciones en siguientes posts.

fiesta del libro, medellín 2011

el predio es el del jardín botánico, un espacio muy grande, en el que se han instalado las oficinas de la organización, y luego una serie de tiendas donde se exponen los libros (no representados por países, sino por editoriales o librerías). también hay salas para conferencias y charlas, plaza de comidas, y carpas con actividades de todo tipo. hay una constante muchedumbre, la entrada es libre. los organizadores son jóvenes de entre 20 y 30 años, sumamente amables y bien dispuestos, con una cultura que llama la atención, y un amor por la ciudad que conmueve.
los precios de los libros son atractivos, así como la oferta. nos impresiona ver los estands de las distintas universidades colombianas, que venden sus publicaciones. la producción teórica es vasta y toca todos los temas. uno siente un poco de pena por el país nuestro, que es tan soberbio y pedante. y eso, afuera, se nota con creces.
libros, libros y más libros. editoras independientes que publican obras que son hermosas, cuidadas, ilustradas. mucha poesía.
a nosotros nos toca dar un panorama de la narrativa y la poesía uruguaya, y después presentar nuestros libros. nos modera francisco pulgarín, un médico cuya pasión se centra en la literatura, la crítica. es crítico y ha leído bastante de literatura nacional. se queja -como lo hacemos todos- de que no llegan libros de literatura uruguaya a colombia, y acotamos que no llega nada de ninguna parte a parte alguna. la nefasta política editorial de las "multis", sumada a la ineficiencia y la indiferencia de las editoriales nacionales, hace que los escritores no se conozcan nunca, a menos que los toque la varita mágica de una edición internacional, que ocurre, mayormente, por gracia de la madre españa.
circula por la feria el "manifiesto de medellín", que firmamos, y en el cual se le pide a los gobiernos o las instituciones culturales de cada país, que se dignen diseñar políticas que permitan el cruce de la obra literaria de los latinoamericanos. después de varias conversaciones informales, llegamos a la conclusión de que todos padecemos del mismo mal. y eso se evidencia en la última charla a la que asistimos, en que se presenta una antología de la poesía de medellín, 1950-2011. hay en el libro unos sesenta autores reseñados: en la presentación, sin embargo, no somos más de diez personas. eso significa, nos decimos al despedirnos, que ni siquiera los propios poetas reseñados sintieron la necesidad de asistir y ocupar el espacio que les corresponde. la realidad de la que hablan -poesía, política- es similar a la nuestra, pero se le suma una variable, desconocida para nosotros: la guerra. se habla de la guerra, de la poesía en épocas de guerra y de paz, y de cómo los medios de comunicación ignoran, censuran, reprimen todo lo que se relaciona con la poesía. el debate, por demás interesante, no profundiza lo suficiente, y se queda en la mera queja, en el llantén conocido de siempre. parece que habría que recordar que cualquier política de estado vinculada a la educación y la cultura (como cualquier otra, salud, etc.) responde a la ideología de ese gobierno. entonces, no se puede aislar el tema del contexto mayor en que está contenido. la industria editorial, la industria literaria, que nada tiene que ver con la literatura a secas (buena, mala o regular) es lo que está en cuestión, y por debajo están en cuestión los dirigentes, los que diseñan y hasta estimulan el puro comercio.
llueve, llueve torrencialmente en la feria, y no hay dónde guarecerse. por allí nos detenemos a comer algo y conocemos a don arquímedes, un hombre que acaba de cumplir 101 años y que todavía lee sin lentes. supongo que a él, la industria editorial no le quita el sueño. su hija nos dice que lee todos los días. y qué lee? pues lo que encuentra. de todo.
en la puerta, un jovencísimo policía militar hace guardia. le pregunto si le gusta leer, y dice que sí, pero que ya no tiene tiempo, y es una pena. por qué no tiene tiempo? porque debe trabajar 16 horas diarias.
los stands se vacían, la gente se va, los organizadores se despiden. nosotros también. nos quedamos pensando qué significa ser escritor, poeta, y dónde está el meollo de la cuestión. entonces recuerdo lo que dijo ángel rama, en su ensayo Diez problemas para el novelista latinoamericano, hace muchísimos años: "la única dimensión auténtica del ser escritor es ser escritor latinoamericano, y son los valores peculiares de esta situación los que determinan los restantes, universales, y no a la inversa" (2006, pág. 5).
habrá que revisar a este pensador y seguir encontrándose con poetas y escritores, para lograr que las cosas cambien.

domingo, 18 de septiembre de 2011

medellín 2

estamos en carrera 70 con calle 5, una zona de aceras amplias, sitios de comidas al paso, y muchos boliches ruidosos por las noches y tranquilos durante el día. a pocas cuadras está la estación del metro (que circula por un carril especial sobre la superficie terrestre, al aire libre y no bajo tierra), que tomamos regularmente para recorrer la ciudad. el metro es un ejemplo más de cómo esta ciudad se relaciona con la cultura en todos sus aspectos: hay murales que celebran poetas y poemas locales; hay librerías, está impecable, y dentro, en el vagón, una voz recuerda dar el asiento a quien parece estar más cansado que nosotros, y que eso también es cultura. el pasaje es barato (un dólar) y permite conexiones. así conocemos distintas partes, la plaza botero, una zona rosa popular, calles y callejones: la gente es muy amable y la ciudad es limpia por donde se la mire. hay tarantines con guarapo y jugos de fruta y cualquier cantidad de variables de comidas al paso. pero todo limpio.

la plaza botero, con las enormes esculturas del genial artista me da la misma impresión que cuando volví a leer Cien años de soledad, ya en caracas. pensé: garcía márquez es un escritor costumbrista, nada más (ni nada menos!). acá, los personajes de botero parecen ser retratos exagerados de las personas que transitan por la plaza. casualidad o destino, el hecho es que vemos pasar a las mujeres gordas, a los hombres de sombrerito absurdo, a todo un conjunto de personas que son las estatuas de botero.

el arte copia a la realidad es lo que uno piensa y enseguida lo desecha. la realidad vuelta arte podría ser la otra cara de la interpretación. en todo caso, qué importa. el arte es el arte, y eso está a la vista.

más allá, sobre la montaña, y similar a caracas, está el barrio coqueto, chic, de clase alta, muy alta. son edificios enormes, bellos, rodeados de jardines, y para subir y bajar, necesariamente se necesita carro o taxi. allí la vida parece correr por otro carril, se tiene la ciudad a los pies, pero algo le falta. cerca del hotel que visitamos vemos una tanqueta militar. se trata de un arresto domiciliario de un criminal poderoso. seguimos de largo.

tomamos nuevamente el metro y luego algo que se llama metrocable: un aerocarril que sube y sube y sube, y se mete en los cerros, donde hay casitas humildes, y más arriba más casitas aun más humildes y arriba del todo está la biblioteca pública, que también es un ejemplo de cómo la cultura bien pensada y diseñada y gestionada sirve para mantener a una comunidad. hoy, domingo, había actividades para niños y jóvenes, las salas estaban pobladas y había adolescentes estudiando en el salón de consultas. temprano las callecitas están casi vacías, pero a eso de las once de la mañana todo se vuelve macondo, fellinesco, hay una vida callejera multicolor y multisonido. los comercios dan directamente a las aceras, y es posible obtener todo, una mezcla curiosa de lo local con la masificación de los malos productos chinos. en medio de eso, viejos y jóvenes sentados en la vereda, música tropical (que aquí tiene un sentido muy claro, porque les pertenece realmente). me detengo en un tarantín que vende frutas y una me llama la atención. parece un coco en miniatura, pero sin la textura velluda y amarronada. pregunto y es un zapote. quiero saber cómo se come y me dice que tengo que jalar del palito y después pelarla con los dedos. explicación insuficiente, pero la compro. es dulce y carnosa, una versión mucho más sabrosa que el mango, pero igualmente imposible de comer sin hacerse un lío de jugo y pringue en las manos. pero valió la pena, uno podría comer un zapote y otro y otro, y sentirse feliz. la callecita sigue, y veo venir a dos jóvenes tambaléandose. es temprano, pero ya han bebido suficiente alcohol como para estar felices. me hago a un lado. nadie quiere líos. seguimos caminando y alcanzamos la biblioteca pública, una maravilla de arquitectura diseñada y construida por giancarlo mazzeti, un colombiano cuyo padre era ítalo-francés. está cerrada y me entretengo con unos murales que retratan los típicos buses, que son chicos y van rapidísimo. para mi asombro veo que mi compañero, gerardo, se ha metido por otra callecita y está conversando con los jóvenes borrachos, que le ofrecen cerveza. los tres gesticulan y me quedo cerca. estaban hablando de fútbol, me explica, el fútbol hermana a las personas.

seguimos subiendo y bajando calles empinadas, conversamos con dos mujeres y un hombre que preparan arepas a las brasas y parecen muy contentos (todos parecen contentos, pese a que llovizna y no hay dónde guarecerse). da la impresión de que allá muy lejos queda el barrio chic, "el poblado", acá, en el cerro, parece que se concentra la vida. y no se trata de soñar con el "buen salvaje", sino de comprender los contrastes que se repiten infinidad de veces en latinoamérica. hay países que resuelven bien las cosas, como parece ser el caso de medellín, que se propuso reconstruirse e integrar a sus habitantes (tres millones y medio, como todo uruguay); hay otros que excluyen de un modo terrible, como las favelas de río de janeiro.

desde aquí tomamos otro metrocable que nos lleva a 2500 mts de altura, al parque arbí, que es una reserva natural de flora y fauna. el propio viaje en esta cabina compacta, con capacidad para seis personas, vale la pena. como si se tratara de un aparato a vuelo rasante, se ven desde arriba las casas que se van achicando y luego una portentosa naturaleza que se transforma, y de pronto hay coníferas que mantienen un suelo húmedo poblado de helechos enormes. uno piensa que si se cae, esa fronda será como un colchón salvador. da un poco de vértigo. entramos en una nube, y refresca. la ciudad cada vez es más pequeña e insignificante, un lego amarronado (todas las construcciones en medellín son de ladrillo, porque ese material dura más y es más barato de mantener acondicionado) con manchas de verde. a lo lejos, también, se ven el río y el aeropuerto donde ocurrió el accidente en que murió gardel, que es una celebridad local. el silencio y la inmensidad del parque contrastan con el bullicio de los barrios populares y de la ciudad llana. mientras bajamos, como en una película, escuchamos las distintas músicas que salen por las ventanas abiertas, mezcladas, una banda sonora real, que después se convierte en tráfico, bocinas y el traqueteo tan entrañable del metro, que para nosotros es un tren.

sábado, 17 de septiembre de 2011

medellín 2011

es volver al trópico después de 27 años, y darse cuenta de que hay una memoria llena de olores y sabores, de ruido a calle distinto al de montevideo, hay un reconocerse en el calor y la lluvia que cae de pronto y así como surgió, desapareció. es arepas y queso de mano (que se llama diferente) y cerveza helada y ver verde por todas partes, esa cosa un poco obscena de la naturaleza que se reproduce sin cesar. es ver una ciudad amable, limpísima, con consciencia de sus ciudadanos (hay senderos para ciegos en las calles, y nada de mugre en parte alguna); es el ritmo de la música, la cumbia, la salsa, el ballenato, pero los de verdad. es contagiosa esta alegría, que trasciende las clases sociales, los edificios altísimos y los barrios más pobres. es hablar con la gente por la calle, subirse al metro, entrar en una tienda de abarrotes, y descubrir a botero en la plaza y comprender su magnitud, es también zafar de dos "punguistas" que intentan el viejo truco de arrinconar a la víctima, en un callejón poblado que súbitamente se queda solo y en silencio; es ver a la policía militar patrullar y responder preguntas con gentileza, y que la gente esté orgullosa de cómo medellín se transformó en lo que es. es hospedarse en la "zona rosa" y escuchar música tropical hasta que amanece y después uno, recién madrugado, mientras todos duermen, desayunar un perico y un café negro, beber jugo de mango, recién exprimido y fresco, un guarapo, y aguardiente de antioquia. es entrar a un barrio coqueto, muy coqueto, y que haya una tanqueta ante una torre, porque allí hay un criminal en arresto domiciliario, es escuchar a poetas recitar a borges, a zitarrosa y a poetas colombianos, caminar por una calle en que en la acera dice "uruguay" (vaya uno a saber por qué) y encontrar algunos gatos mansos y también unos avechuchos parecidos a cuervos que picotean una bolsa de residuos. es volver a subir y bajar elevados, como en caracas, y darse cuenta de que esta latinoamérica, como cada vez que uno la recorre, tiene una multiplicidad de caras, de sueños y de injusticias, pero hay una suerte de hermandad extraña. es recordar amigos que ya no están, pero que lo acompañan a uno en esta recuperación de la memoria y las sensaciones. y es el asombro ante lo que taillard de chardin llamó el fenómeno humano.

sábado, 7 de mayo de 2011

Onetti visto por Dotta, segunda parte

Jamás leí a Onetti es el documental que dirigió Pablo Dotta (Tahití, El dirigible) en 2009, para la conmemoración del centenario del nacimiento de Juan Carlos Onetti. Si bien cumple con el formato del documental, el trabajo de 78 minutos es un relato, en el que las personas (Galeano, Cabrera, De Mattos, Muhr, Drexler, Muñoz Molina, Cruz, Tunda, Gilio) se transforman, como en una novela, y se vuelven personajes. Es imposible no relacionar esta producción con El dirigible, estrenada en 1993, y que tanto diera que hablar. Hay puntos de contacto: la banda sonora de ambas está a cargo de Fernando Cabrera; los intentos infructuosos de la "francesa" por demostrar que Onetti ha vuelto al país (en realidad murió poco antes del estreno de El dirigible), mientras que en Jamás leí a Onetti son los otros los que deben "narrar" al escritor uruguayo. Y, por si fuera poco, el telón de fondo: abre con una panorámica en la que resalta, icónico, el Palacio Salvo y cierra con Fernando Cabrera y la banda cantando, ahora sí, la música que compone a lo largo del documental. En el medio, Dotta inserta la secuencia de El dirigible, en que la uruguaya que regresó del exilio camina por Ramírez en un día lluvioso y frío. Como si marcara en sentido aristotélico el esquema narrativo, esos puntos que refieren al Dirigible parecen indicar que si bien se trata de un documental, sin la existencia de la ficción previa, éste no sería posible. Incluso el propio Dotta se acepta personaje -además de director- en la medida en que incluye, justamente, esa secuencia en blanco y negro, que contrasta con el resto del trabajo: el director, detrás de cámara, también se introduce en su propio trabajo. La secuencia rompe con el pacto de "verdad" del documental, o señala que en realidad no importa, porque si bien Onetti es una entidad real, también es un mito producto de su propia ficción.

Los protagonistas asumen un rol distinto al de meros testigos en un testimonio audiovisual. Quien construye con más perseverancia el suyo es Eduardo Galeano, convertido súbitamente en actor, en el personaje que tiene en la memoria un sinnúmero de anécdotas de Onetti, de su relación con él, de las que elige algunas. También es un personaje Dorothea Muhr, la viuda de Onetti. Ocupa, literalmente, toda la pantalla, y recuerda, en cierto aspecto, a aquellos personajes grotescos de la Wertmüller. Una ironía, una casualidad o una ligera perversión se cumple cuando la Muhr brinda por el trabajo y por Onetti con una copa de Coca Cola, enfrentada directamente a la cámara. María Esther Gilio, quien fuera amiga y "novia" de Onetti en su juventud, y que lo entrevistara en diferentes ocasiones, desempeña el rol de la amada ausente, o, mejor dicho, de la que amó a un ausente y lo sigue amando. Unos planos de su perfil, ensimismada y recordando, la convierten en un personaje romántico, misterioso, que sabe más de lo que dice. Aquí, según Dotta, la realidad de la filmación le jugó una mala pasada, porque el mozo del café donde se rodó esta escena se convirtió súbitamente en actor, y perdió toda la credibilidad. Lo mismo apuntó del taxista que conduce a Cabrera por la Gran Vía, en Madrid. Según Dotta, los taxistas madrileños son verborrágicos, casi groseros, impertinentes. En este caso, el taxista que consiguió la producción parece un caballero inglés. Agregó, además, que tuvieron que rodar la escena varias veces debido a los semáforos, lo que hizo que el taxista terminara repitiendo su discurso casi mecánicamente. Sin embargo, lo que ocurre "fuera de escena", aquello que Dotta y su equipo saben, no hace mella para que el espectador se sumerja y quiera saber hacia dónde va. En ese sentido es más que un documental, es una narración, tiene una tensión narrativa, una progresión: la de la composición musical, la del dibujo de Tunda, la conclusión de los manuscritos inconclusos. Hay un Barthleby, Tomás De Mattos, en el laberinto de la Biblioteca Nacional, quien hurga entre los manuscritos de Onetti hasta dar con el último (1993), fecha puente entre este trabajo y El Dirigible.

El encuentro entre Cabrera y Drexler en el piso de este último en Madrid también es el puente entre la ciudad en la que viviera Onetti y Montevideo. La luz, el clima y los sonidos son otros, pero para entenderlos es imposible no tener como modelo a los de Montevideo. Por ausencia, crece una ciudad, y esa misma ausencia completa las características madrileñas.

El documental que niega la lectura de Onetti (jamás lo leí) es, sin embargo, una reconstrucción del proceso creativo. Y para eso no sólo están los originales que Tomás De Mattos analiza y acaricia, sino el proceso creativo de la banda sonora, la reconstrucción maravillosa de Santa María que hace Tunda y del propio documental en sí. Capas y capas que permiten ser leídas de formas diferentes y que de todos modos concluyen en lo mismo: lo creativo es efímero, existe mientras está en proceso. Para recalcar esta postura casi nihilista, el plano de Santa María es quemado, de modo que tampoco de eso quedan rastros. Y eso mismo afirma Muñoz Molina, cuando dice que al leer a Onetti se tiene la sensación de que en ese preciso momento el texto está siendo creado, como si surgiera de pronto ante los ojos del lector. Esa observación sagaz y acertada, la del instante de la creación, es lo que sobrevuela todo el documental.

Hay un aspecto interesante y es que en estos 78 minutos el espectador recupera, de pronto, la visión de un Uruguay ya muy alejado en el tiempo, aunque hayan pasado algo más de veinte años desde el largometraje de Dotta. Como es imposible separar a Jamás leí a Onetti de El dirigible, la sensación de que la Montevideo de hoy y sus habitantes ha dejado de ser aquélla, la onettiana, es poderosa y casi nostálgica. Ambos trabajos recuerdan, en cierto modo, los esfuerzos por precisar la identidad uruguaya, qué es lo que la caracteriza. Por ausencia, al comparar indefectiblemente con lo de hoy, esas características intangibles, casi imposibles de definir o de nombrar, saltan a la luz. ¿La cámara de Dotta ayuda a remarcar lo que ya no hay? Las luces y las sombras, una cierta distancia del objeto, una mirada calma, pensativa.

Hay muchos otros aspectos que hacen que este trabajo sorprenda y lleve a la reflexión. El montaje, los sonidos, la paciencia. Y además, da ganas de leer a Onetti, como si el Jamás leí a Onetti diera las claves para entenderlo, encontrarlo, re-encontrarlo.

Ficha técnica:
Guión y Dirección Pablo Dotta / Producción ejecutiva: Mariela Besuievsky / Productor delegado: Daniela Alvarado - Mario Jacob/ Fotografía: Almudena Sánchez - Jose María Ciganda/ Sonido: Aramis Rubio- Daniel Márquez/ Música: Fernando Cabrera/ Edición: Fernando Pardo/ Dibujos y animación: Tunda Prada/ Productor de campo: Claudia Lepage - Lucía Jacob/ Con la participación de: Dolly Onetti/ Eduardo Galeano/ Maria Esther Gilio/ Fernando Cabrera/  Jorge Drexler/ Antonio Muñoz Molina/  Juan Cruz/ Tomás de Mattos/ Tunda Prada

viernes, 25 de febrero de 2011

más adelantos!

Durante la segunda gran guerra, él había trabajado en los archivos del municipio de la ciudad. Había anotado cualquier cantidad de nombres de origen polaco, húngaro; algunos alemanes también. Personas, listas interminables de personas que por algún motivo debía registrar. No había preguntado por qué ni para qué. En ese entonces no conocía a Lola. Su mujer se enojó mucho después, cuando le preguntó qué había hecho durante la guerra. Se indignó con él.

- Ayudaste al régimen -le espetó, mientras remendaba una media de Oskar, de color verde furioso.

¿Por qué las medias de la familia tenían esos colores imposibles?

- ¿De qué hablas, Lola? Hice mi trabajo, nada más.
- Eran listas para los campos, eso es evidente. Estaba en tus manos salvar a algunos de esos pobres judíos, y no hiciste nada.

Al señor Fischer se le había parado el corazón. ¿Era el responsable de haber enviado a los hornos a esa gente, y no lo sabía? No, no podía ser cierto. Esas listas eran de gente que no había pagado los impuestos, que había evadido al fisco, o que había ocupado ilegalmente propiedades abandonadas. Estaban fuera de la ley, eran estafadores y gente como ellos, como el señor Fischer y como Lola, que jamás habían dejado de pagar un solo impuesto, era la que siempre se perjudicaba.

- Impuestos, já -se burló Lola, cada vez más enojada con él.

Cosía la media como si estuviera armando una granada.

- Tú sí que crees en pajaritos preñados, ¿no? Justamente con personas como tú es que las barbaridades más grandes pudieron cometerse. Todo un pueblo ciego, crédulo, indiferente.

Adelantos de El señor Fischer/Ana Solari

Había asuntos de sus padres que prefería ignorar, sobre todo si eran del padre. Manuela era la mayor y siempre decía que eso le había costado ser como era. Le había abierto el camino a los dos hermanos, que para colmo eran hombres y de por sí tenían mucha más libertad. No se conformaba con eso, ni siquiera en pensar que se había adelantado bastante a lo que después también se convirtió en una moda: ser mujer se puso de moda, como si fuera algo que se pudiera elegir. Sus hermanos, Roberto y Oskar, se reían de ella cuando protestaba, pero sabían que era la preferida del padre y a veces sentían celos. Roberto se había casado con una modelo yugoslava y tenía dos hijos, un poco menores que Joachim, que estudiaban en un internado en Suiza. Oskar no se había casado ni tenía pareja, y Manuela sospechaba que su hermano era homosexual. Una vez se lo insinuó al señor Fischer, quien la miró extrañado. ¿No se puede querer ser soltero, acaso? Manuela dijo que hoy en día no había solteros, que todo el mundo tenía una relación, y que un hombre de 38 años que jamás ha tenido una novia ni nada que se le parezca es sospechoso.

- En mi época eso era muy frecuente, muy común.
- En tu época, papá, no se podía ser gay.
- No se llamaba así. Eran maricones.
- Lo ves. Una palabra fea, que discrimina.

¿Así que su hijo Oskar, el menor, quizá era homosexual? Fue cuando reparó en la pareja que sacaba al gran danés. Quizá eran gays; parecían amigos, conversaban y reían y fumaban mientras cuidaban al perro, que era feo, muy feo. Si Manuela no hubiera dicho eso, jamás hubiera reparado en ellos. ¿Debía hablar con Oskar? No serviría de nada, opinó Manuela, hoy a los hombres no les importa lo que piensen los demás sobre su sexualidad. Pero a Oskar parecía que sí, se animó a contradecirla el señor Fischer, porque si era gay y no lo decía, entonces es que se avergonzaba del asunto, y eso estaba mal. Manuela alzó una ceja y dejó de hacer la lista de las compras. Era sábado a media mañana y el señor Fischer la visitaba y harían las compras juntos.

viernes, 11 de febrero de 2011

¡INDIGNAOS!

por Stéphane Hessel

Después de 93 años, estoy cerca del final. El final para mí ya no está muy lejos. Pero todavía permítanme recordar a otros que actuaron basados en mi compromiso político. Fueron los años de resistencia a la ocupación Nazi -- y el programa de derechos sociales elaborado hace 66 años atrás por el Consejo Nacional de la Resistencia.

Es a Jean Moulin [miembro asesinado del Consejo] a quien le debemos como parte de este Consejo, la unidad de todos los elementos de la Francia ocupada -- los movimientos, los partidos, los sindicatos -- para proclamar su membresía en la Francia combatiente, y le debemos esto al único líder que lo reconoció, el general Charles de Gaulle. Desde Londres donde me uní a de Gaulle en Marzo de 1941, aprendí que este Consejo había completado un programa lo adoptó el 15 de Marzo de 1944, que ofrece para la Francia liberada un grupo de principios y valores en los que descansaría la moderna democracia de nuestro país.

Estos principios y valores los necesitamos más que nunca. Es hasta que nosotras lo veamos, todas juntas, que nuestra sociedad se vuelva una de la que estemos orgullosos, no esta sociedad de inmigrantes sin papeles -- expulsiones, sospechas respecto a los inmigrantes. No esta sociedad donde se cuestiona la seguridad social y los planes de pensiones y salud nacionales. No esta sociedad donde los medios masivos están en manos de los ricos. Son cosas en las que nos habríamos negado a ceder si fuésemos los herederos verdaderos del Consejo Nacional de la Resistencia.

Desde 1945, después de un horroroso drama [la 2ª Guerra] hubo una ambiciosa resurrección de la sociedad a la que el mismo remanente del contingente del Consejo de la Resistencia se dedicó. Recordémosles mientras creaban un programa de salud nacional y de pensiones tal como la Resistencia quería, como su programa estipulaba, "un plan completo de salud nacional y seguridad social, apuntado a asegurar a todos los ciudadanos y ciudadanas los medios de subsistencia cuando sea que estén incapacitados para encontrar un trabajo; una jubilación que permita a los viejos trabajadores terminar sus días con dignidad."

Las fuentes de energía, electricidad, y gas, minas, los grandes bancos, fueron nacionalizados. Ahora esto fue como el programa recomendaba: "... el retorno a la nación de los monopolizados medios de producción, frutos del trabajo común, fuentes de energía, riqueza de las minas, de compañías de seguros y de los grandes bancos; la institución de una verdadera democracia económica y social involucra la salida de los grandes feudos económicos y financieros de la dirección de la economía."

El interés general debe dominar sobre los intereses especiales. El hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero.

La Resistencia propuso, "una organización racional de la economía asegurando la subordinación de los intereses especiales a los intereses generales, y la emancipación de los "esclavos" de la dictadura profesional que fue instituida en los estados fascistas," que había usado el gobierno interino [por dos años después de la guerra] de la república como un agente.

Una verdadera democracia necesita una prensa independiente, y la Resistencia lo sabía, lo demandaba, defendiendo "la libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, el poder del dinero y la influencia extranjera." Esto es lo que alivió las restricciones a la prensa desde 1944. Y la libertad de prensa está definitivamente en peligro hoy.

La Resistencia solicitó una "real posibilidad para que todos los niños y niñas franceses se beneficien de la más avanzada educación" sin discriminación. Las reformas ofrecidas en el 2008 van contra este plan. Jóvenes profesores y profesoras, cuyas acciones apoyo, llegaron al extremo de negarse a aplicarlas, y vieron sus salarios reducidos como forma de castigo. Se indignaron, "desobedecieron", juzgando esas reformas demasiado alejadas del ideal de una escuela democrática, muy al servicio de una sociedad de comercio y no desarrollando la mente inventiva ni crítica suficiente.

Todas las fundaciones de la conquista social de la Resistencia están amenazadas hoy.

El motivo de la Resistencia: Indignación.

Alguno se atreverá a decirnos que el Estado no puede afrontar los gastos de estas medidas para ciudadanos nunca más. ¿Pero cómo puede existir hoy una falta de fondos para apoyar y extender estas conquistas si la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde el periodo de la Liberación cuando Europa estaba en ruinas? Al contrario, el problema es el poder del dinero, tan opuesto por la Resistencia y el gran hombre egoísta, con sus propios sirvientes en las altas esferas del Estado.

Los bancos privatizados de nuevo, han probado estar más preocupados de sus dividendos y de los altos sueldos de sus líderes que del interés general. Esta disparidad entre los más pobres y los más ricos nunca había sido tan grande, ni amasar fortunas y la competición tan incentivado.

¡El motivo básico de la Resistencia fue la indignación!

Nosotros, los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas de combate de la Francia Libre, llamamos a la generación joven a vivir, transmitir, el legado de la Resistencia y sus ideales. Les decimos: Tomen nuestro lugar, ¡Indígnense!

Los líderes políticos, económicos e intelectuales y la sociedad no tienen que ceder ni permitir la opresión de una dictadura internacional real o de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia.

Deseo para todas las personas, para cada una que tengan sus propios motivos de indignación. Es invaluable. Cuando alguien te atropella como era atropellado por el nazismo, la gente se vuelve militante, fuerte y comprometida. Ellos se unen a este momento histórico y los grandes momentos de la historia deben continuar gracias a cada individuo. Y este momento conduce a más justicia, más libertad, pero no a esa libertad ilimitada del zorro en el gallinero. Los derechos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 son justamente eso, universales.

Si te encuentras con un desfavorecido, siente pena por él pero ayúdale a ganar sus derechos.

Dos visiones de la historia

Cuando trato de entender qué causó el fascismo, lo que lo hizo que tantos fueran dominados por Hitler y el régimen de Vichy, me digo a mi mismo que los propietarios, con sus egoísmos estaban tremendamente asustados con la revolución Bolchevique. Se les permitió liderar con sus miedos.

Pero si, hoy como entonces una activa minoría se levanta, será suficiente; debemos ser la levadura que hace que el pan suba. Ciertamente, la experiencia de una persona muy vieja como yo, nacida en 1917, es diferente a la experiencia de la gente joven de hoy en día. Yo a menudo le pido a profesores la oportunidad de interactuar con sus estudiantes y les digo: No tienen las mismas obvias razones para comprometerse. Para nosotros resistir era no aceptar la ocupación alemana, vencer. Esto fue relativamente sencillo. Simple como lo que siguió la descolonización. Entonces vino la guerra en Argelia.

Era necesario que Argelia fuese independiente, era obvio. En cuanto a Stalin, aplaudimos la victoria del Ejército Rojo contra los Nazis en 1943. Pero ya sabíamos de las atrocidades estalinistas de 1935, e incluso si era necesario mantener los oídos abiertos hacia el comunismo para compensar el capitalismo estadounidense, la necesidad de oponernos a esta insoportable forma de totalitarismo se había establecido como una perogrullada. En mi larga vida presencié una sucesión de motivos para indignarme.

Estas razones nacieron menos de una emoción que de un compromiso deliberado. Como estudiante de una escuela normal [una escuela de magisterio] fui muy influenciado por Sartre, un compañero de estudios. Su "La náusea" [una novela], "El Muro" [un drama] y "El Ser y la Nada" [un ensayo] fueron muy importantes en el entrenamiento de mi pensamiento. Sartre nos enseñó "Ustedes son responsables como individuos". Ese fue un mensaje libertario. La responsabilidad de una persona no puede ser asignada por el poder o una autoridad. Al contrario, es necesario estar involucrado en el nombre de la responsabilidad de uno como ser humano.

Cuando entré en la French Ècole Normale Superieure, en la calle Ulm en París en 1939, entré como un ferviente adherente del filósofo Hegel, y adherí al pensamiento de Maurice Merleau-Ponty. Su enseñanza explora la experiencia concreta, la del cuerpo y sus relaciones con los sentidos, una gran sensación singular enfrentada con una pluralidad de sensaciones. Pero mi optimismo natural que busca que todo lo deseable sea posible, me llevó más bien a Hegel. El Hegelismo interpreta la larga historia de la humanidad como teniendo un significado: Es la libertad del hombre progresando paso a paso. La historia se hace de sucesivos choques y la toma en consideración de los desafíos. La historia de las sociedades y por lo tanto, de los avances, y al final el hombre ha alcanzado su plena libertad, tenemos en el estado democrático su forma ideal.

Este es ciertamente otro entendimiento de la historia. Dice que el progreso está hecho de "libertad", luchando por "siempre más"; esto puede ser como si viviésemos en un huracán devastador. Así es como se lo representaba a un amigo de mi padre, el hombre que compartió conmigo un esfuerzo por traducir al alemán "En busca del tiempo perdido" [novela] de Marcel Proust.

Él era el filósofo alemán Walter Benjamin. Había elaborado una visión pesimista de una pintura de Paul Klee, un pintor suizo, el "Angelus Novus", donde la cara del ángel abre los brazos para contener y empujar una tempestad, que él identifica con el progreso. Para Benjamin, que se suicidaría en Septiembre de 1940 para escapar del nazismo, el sentido de la historia es la progresiva dominación de un desastre tras otro.

Indiferencia: La peor de las actitudes.

Es verdad que las razones para estar indignadas pueden verse hoy menos claramente relacionadas o el mundo se ha vuelto demasiado complejo. ¿Quién está haciendo el ordenamiento, quién lo decide? No es siempre sencillo diferenciar entre todas las corrientes que nos gobiernan. No estamos lidiando con una pequeña elite cuyas actividades pueden ser fácilmente visibles. Este es un mundo vasto, en el cual tenemos una sensación de interdependencia. Vivimos en una interconectividad como nunca antes. Pero en este mundo todavía hay cosas intolerables. Para verlas, es bueno y necesario mirar, buscar. Le digo a los jóvenes, busquen poco y eso es lo que van a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir "No puedo hacer nada contra eso. Ya me las arreglaré para salir adelante." Por incluirte a ti mismo en esto, pierdes uno de los elementos que hacen al ser humano: la facultad de indignarse y el compromiso que es una consecuencia de lo primero.

Ellos y ellas [las personas jóvenes] pueden desde ya identificar dos grandes desafíos nuevos:

1. La gran brecha que existe entre los más pobres y los más ricos y que no cesa de crecer. Es una innovación de los siglos 20 y 21. Los más pobres en el mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. Las nuevas generaciones no pueden dejar que esta brecha se vuelva mayor. Los reportes oficiales por sí solos deberían provocar un compromiso.

2. Derechos humanos y estado del planeta: Tuve la oportunidad después de la Liberación de participar en la escritura de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de Diciembre de 1948 en París en el Palacio de Chaillot. Fue como secretario privado principal de Henry Laugier, el Secretario General adjunto de la ONU, y como secretario de la Comisión sobre Derechos Humanos que yo con otros participamos en la redacción de esta declaración. No sabría cómo olvidar el rol en su elaboración de René Cassin, quien fue comisionado nacional de justicia y educación en el gobierno de la Francia Libre en Londres en 1941 y ganó el Premio Nobel en 1968, ni el de Pierre Mendès-France en el Consejo Económico y Social a quien le enviábamos los borradores que producíamos antes de ser considerados por el Tercer Comité (Social, Humanitario y Cultural) de la Asamblea General. Fue ratificado por los 54 estados miembros en sesión de las Naciones Unidas y yo lo certifiqué como secretario.

Es a René Cassin a quien le debemos el concepto de "derechos universales" en vez de "derechos internacionales" como lo planteaban nuestros amigos estadounidenses y británicos. Esto [universal en vez de internacional] fue clave porque, al final de la Segunda Guerra mundial, lo que estaba en juego era lo que iba a ser emancipado de las amenazas del totalitarismo que había pesado sobre la humanidad.

Para llegar a ser emancipado era necesario obtener de los estados miembros de la ONU una promesa de respetar estos derechos universales. Esto fue una forma de tratar de burlar el argumento de "soberanía total" que cada nación enfatiza mientras se dedica a provocar violaciones contra la humanidad en su propio suelo. Tal sería el caso de Hitler quien se sentía con un poder supremo y autorizó a provocar un genocidio. Esta declaración universal le debe mucho a la repulsión universal hacia el nazismo, el fascismo y el totalitarismo -- y le debe un montón, en nuestras mentes al espíritu de la Resistencia.

Tenía la sensación de que era necesario moverse rápidamente para no ser engañados por la hipocresía que había en la composición de la ONU, algunos que reclamaban que esos valores ya estaban ganados no tenían intención alguna de promoverlos fielmente -- afirmaban que nosotros tratábamos de imponerles valores en la declaración.

No puedo resistirme al deseo de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): "Toda persona tiene el derecho a una nacionalidad." El artículo 22 dice: "Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad." Y si bien esta afirmación tiene un alcance declarativo y no legal, ha jugado un papel muy importante desde 1948. Esto llevó al pueblo colonizado a pelear por su independencia; esto sembró en sus mentes una batalla por la libertad.

Noto con satisfacción que en el curso de las últimas décadas ha habido un aumento en las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y en movimientos sociales como ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana) o como la FIDH (Federación Internacional de Derechos Humanos) y Amnistía Internacional que son activos y competitivos. Es obvio que para ser efectivos hoy es necesario actuar en red, usar todos los medios de comunicación modernos.

A la gente joven le digo: Miren alrededor, encontrarán temas que justifiquen su indignación -- hechos acerca del tratamiento de inmigrantes, de inmigrantes "ilegales", de gitanos. Encontrarán situaciones concretas que les llevan a fortalecer su acción ciudadana. ¡Busquen y encontrarán!

Mi indignación por lo que ocurre en Palestina.

Hoy mi mayor indignación tiene que ver con Palestina, la Franja de Gaza y Cisjordania. Este conflicto es indignante. Es absolutamente esencial leer el reporte de Richard Goldstone, de Septiembre del 2009, en Gaza, en que un juez sudafricano y judío que afirmaba aun ser un sionista, acusó al ejército israelí de haber cometido "actos comparables a crímenes de guerra y quizás en determinadas circunstancias, crímenes contra la humanidad" durante su "Operación Plomo Fundido" que duró 3 semanas.

Volví a Gaza en 2009 cuando pude entrar con mi esposa gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, para estudiar de primera mano lo que el reporte decía. La gente que nos acompañaba no fue autorizada a entrar en la franja. Allí y en Cisjordania. También visitamos el refugio de palestinos establecido por la UNRWA desde 1948, donde más de 3 millones de palestinos fueron expulsados desde sus tierras en Israel, esperando todavía un cada vez más problemático retorno.

En cuanto a Gaza, esto es como una cárcel sin techo para un millón y medio de palestinos. Una prisión donde la gente se organiza para sobrevivir. A pesar de la destrucción material como la del Hospital de la Media Luna Roja por la Operación Plomo Fundido, esta el comportamiento de sus habitantes, su patriotismo, su amor por el mar y las playas, su constante preocupación por el bienestar de sus niños, que son innumerables y alegres, que permanecen en mi memoria. Estábamos impresionados con cuán ingeniosamente ellos enfrentaban todas las carencias que les han sido impuestas. Les vimos hacer ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de casas destruidas por los tanques. Ellos nos confirmaron que hubieron 1.400 muertos -- incluyendo mujeres, niños y ancianos en el campo palestino -- durante esta "Operación Plomo Fundido" llevada a cabo por el ejército israelí, comparada con tan sólo 50 personas heridas en el lado israelí. Comparto las conclusiones del juez sudafricano. Que estos judíos puedan, ellos mismos, perpetrar crímenes de guerra es insoportable. Ay, la historia no nos da ejemplos suficientes de gente que extrae lecciones desde su propia historia.

¿Terrorismo o exasperación?

Sé que a Hamas [partido de los luchadores de la libertad palestinos], que ha ganado las últimas elecciones legislativas, puede no ayudarle que cohetes sean lanzados sobre ciudades israelíes en respuesta a la situación de aislamiento y bloqueo en que los gazanos viven. Pienso naturalmente que el terrorismo es inaceptable; pero es necesario admitir (desde la experiencia en Francia) que cuando el pueblo está ocupado por fuerzas inmensamente superiores a ellos mismos, la reacción popular no puede ser totalmente pacífica.

¿Le es útil a Hamas lanzar cohetes hacia Sdérot [pueblo israelí al otro lado de la frontera con la franja de Gaza]?

La respuesta es no. Esto no sirve a sus propósitos, pero ello puede explicar esto como una muestra de la exasperación de los gazanos. Bajo la noción de exasperación, es necesario entender la violencia como la lamentable conclusión de situaciones inaceptables a las cuales han sido sometidos.

Por lo tanto, ellos pueden llamarlo, terrorismo como una forma de exasperación. Y este llamado "terrorismo" es un nombre inapropiado. Uno no debería tener que recurrir a esta exasperación, pero hay que tener esperanza. La exasperación es una negación de la esperanza. Es comprensible, diría que es casi natural, pero aún es inaceptable. Porque esto no permite a adquirir resultados que la esperanza posiblemente puede eventualmente producir.

No violencia: El camino que debemos aprender a seguir.

Estoy persuadido de que el futuro le pertenece a los no violentos, a la reconciliación de diferentes culturas. Es por esta vía que la humanidad entrará en su siguiente etapa. Pero en esto estoy de acuerdo con Sartre: No podemos excusar a los terroristas que lanzan bombas, pero podemos entenderlos. Sartre escribió en 1947: "Reconozco que la violencia en cualquier forma que pueda manifestarse es un revés. Pero es un revés inevitable porque estamos en un mundo de violencia. Y si bien es cierto que el riesgo de recurrir a la violencia es permanente, es también cierto que es el medio seguro para hacerla detenerse."

A esto añadiría que la no-violencia es una segura forma de hacer que la violencia se detenga. Uno no puede tolerar el terrorismo, usando a Sartre o en el nombre de este principio, durante la guerra de Argelia ni durante los juegos olímpicos de Múnich en 1972, en el intento de asesinato contra los atletas israelíes. El terrorismo no es productivo y Sartre mismo se preguntaría al final de su vida sobre el sentido de la violencia y dudar de su razón de ser.

Sin embargo, proclamar "la violencia no es efectiva" es más importante que saber si uno debe condenar o no a quienes se dedican a esto. El terrorismo no es efectivo. En la noción de la efectividad, una esperanza no sangrienta es necesaria. Si hay una esperanza violenta, está en el poema de William Appollinaire "la esperanza es violenta" y no en la política.

Sartre, en Marzo de 1980, a tres semanas de su muerte declaró: "Es necesario tratar de explicar por qué el mundo de hoy, que es horrible, es sólo un instante en un largo desarrollo histórico, que la esperanza siempre ha sido una de las fuerzas dominantes en revoluciones e insurrecciones y cómo todavía siento esperanza como mi concepción de futuro.

Es necesario entender que la violencia se opone a la esperanza. Es necesario preferir la esperanza, esperanza por sobre la violencia. La no-violencia es el camino que debemos aprender a seguir. También los opresores.

Es necesario llegar a negociaciones para quitar la opresión; esto es lo que permitirá no tener más violencia terrorista. Por lo tanto no debemos permitir que se acumule demasiado odio.

El mensaje de Mandela y Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en el mundo que ha superado la confrontación de ideología [p.e. nazismo] y el totalitarismo conquistador [p.e. Hitler]. Esto es también un mensaje de esperanza en la capacidad de las sociedades modernas de sobreponerse a conflictos por medio del mutuo entendimiento y una paciente vigilancia. Para alcanzar este punto es necesario basarse en derechos, en vez de violaciones, quien sea el autor, debe causar nuestra indignación. No hay que transar estos derechos.

Por una insurrección pacífica.

He apreciado, y no soy el único, la reacción del gobierno israelí cuando por la forma en que cada viernes los ciudadanos de Bil'in protestaban sin usar piedras ni la fuerza hasta el muro de separación. Las autoridades israelíes calificaron esto como un "terrorismo no sangriento". Esto es algo bueno... Es necesario ser israelí para calificar la no violencia como terrorista. Es especialmente necesario para ser incómodos [como le resultaba a los israelíes] por la eficacia de la no-violencia, que se encuentra para provocar apoyo, entendimiento -- el apoyo de todas las personas que en el mundo son adversarias de la opresión.

El pensamiento productivista, impulsado por Occidente, condujo al mundo a una crisis de la que debe salir a través de una radical ruptura con el concepto de "crecer" no solo en el campo financiero sino también en el dominio de las ciencias y la tecnología. Ya es el momento de que las preocupaciones acerca de la ética, la justicia y el equilibrio duradero (económico y medio ambiental) prevalezcan. Porque son los riesgos más serios que nos amenazan. Ellos pueden poner fin a la aventura humana en el planeta, que puede llegar a ser inhabitable para los humanos.

Pero sigue siendo cierto que el progreso más importante fue hecho después de 1948 [año de la fundación de la ONU y la declaración de los Derechos Humanos]: descolonización, el fin del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del muro de Berlín. Por otro lado, los diez primeros años del siglo XXI fueron un periodo de degeneración. Esta degeneración es explicada en parte por la presidencia de George Bush, los eventos del 11 de Septiembre y desastrosas consecuencias que involucran a los Estados Unidos, tales como la intervención militar en Iraq.

Tenemos esta crisis económica, pero todavía no iniciamos una nueva política de desarrollo. Del mismo modo, la cumbre de Copenhagen contra el cambio climático no produjo una política real para la preservación del planeta.

Estamos en el umbral entre el terror de la primera década y las posibilidades de las décadas que siguen. Pero es necesario tener esperanza, es siempre necesario. La década anterior, la de los noventa, ha sido un tiempo de gran progreso. Las Naciones Unidas tuvieron la sabiduría de llamar a conferencias como la de Río sobre medio ambiente, en 1992, y la de Beijing sobre la mujer en 1995. En Septiembre del 2000, por iniciativa del secretario general de la ONU, Kofi Annan, los 191 miembros adoptaron una declaración con "8 objetivos del milenio para el desarrollo" de la que notablemente prometieron reducir la pobreza en el mundo a la mitad para el 2015.

Mi pesar está en que ni Obama ni la UE se han comprometido a lo que debiera ser su aportación por una fase constructiva, basada en valores fundamentales.

Conclusión

¿Cómo concluir este llamado a la indignación? Diciendo todavía lo que, en ocasión del sexagésimo aniversario del programa del Consejo Nacional de la Resistencia dijimos el 8 de Marzo del 2004 -- somos veteranos de los movimientos de resistencia y fuerzas de combate de la Francia Libre (1940-1945) -- que ciertamente "El nazismo fue derrotado, gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y a las Naciones Unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido y nuestra ira contra la injusticia sigue intacta". No, esta amenaza no ha desaparecido por completo. Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos contra todos."

A todas las personas que harán el siglo XXI, les decimos con afecto:

CREAR ES RESISTIR; RESISTIR ES CREAR.

 Artículo sobre Indignaos


¡Indignaos!
Ignacio Ramonet
(Le Monde Diplomatique)

Tiene 93 años. Se llama Stéphane Hessel. Y la historia de su vida es una fabulosa novela. Lo era ya, en cierto modo, antes mismo de que naciera. Algunos quizás recuerden aquella película de François Truffaut, Jules et Jim . Pues bien, la mujer anticonformista interpretada por Jeanne Moreau, y uno de sus dos amantes (1), Jules , judío alemán traductor de Proust, fueron sus padres. En la atmósfera artística del París de los años 1920 y 1930, Stéphane Hessel creció rodeado de los amigos de la casa, entre otros, el filósofo Walter Benjamin, el dadaísta Marcel Duchamp y el escultor Calder...

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alista en la Resistencia y se suma, en Londres, al equipo del general De Gaulle, quien le confía una peligrosa misión en territorio francés. Detenido por los nazis, es torturado y deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde trata, una y otra vez, de evadirse. Lo acaban capturando y lo condenan a la horca. A punto de ser ejecutado, consigue usurpar la identidad de un muerto y logra por fin evadirse. Se une a la lucha por la liberación de Francia, inspirado en los principios del Consejo Nacional de la Resistencia que promete una democracia social, la nacionalización de los sectores energéticos, de las compañías de seguros y de la banca, y la creación de la Seguridad Social.

Después de la victoria, De Gaulle lo envía -tiene apenas 28 años- a Nueva York, a la ONU, cuyos fundamentos teóricos se están acicalando entonces. Allí, Hessel participa, en 1948, en la elaboración y redacción de uno de los documentos más trascendentales de los últimos seis decenios: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Regresa luego a París para integrarse en el gabinete socialista de Pierre Mendès-France, que inicia la descolonización, pone fin a la guerra en Indochina, y prepara la independencia de Túnez y Marruecos.

Los años más recientes, este noble y persistente defensor de las causas justas, diplomático de profesión, los ha consagrado a protestar sin descanso contra el trato dispensado a los "sin papeles", a los gitanos, a todos los inmigrantes...

Y si hoy nos referimos a él, es porque acaba de publicar un librito, más bien un breve panfleto político de 30 páginas, devenido -en la Francia popular sublevada contra la regresión social-, un excepcional éxito editorial y un fenómeno social. Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (cuesta 3 euros) más de 650.000 ejemplares... Algo jamás visto. Su título: una consigna, ¡Indignaos! (2).

Dice Balzac que el panfleto "es el sarcasmo convertido en bala de cañón". Añade Stéphane Hessel que la indignación es la pólvora de toda explosión social. Dirigiéndose a sus lectores, les recomienda: "Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible".

Los motivos de indignación no escasean: "En este mundo, dice Hessel, hay cosas insoportables". En primerísimo lugar: la naturaleza del sistema económico responsable de la actual crisis devastadora. "La dictadura internacional de los mercados internacionales" constituye además, según él, "una amenaza para la paz y la democracia". "Nunca, afirma, el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado".

En segundo lugar, Hessel denuncia la desigualdad creciente entre los que no tienen casi nada y los que lo poseen todo: "La brecha entre los más pobres y los más ricos jamás ha sido tan profunda; ni tan espoleados el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero". A guisa de enmienda sugiere dos propuestas sencillas: "Que el interés general se imponga sobre los intereses particulares; y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero".

En temas de política internacional, Hessel afirma que su "principal indignación" es el conflicto israelo-palestino. Recomienda que se lea "el informe Richard Goldstone de septiembre de 2009 sobre Gaza (3), en el cual este juez sudafricano, judío, que incluso se declara sionista, acusa al ejército israelí". Relata su visita reciente a Gaza, "prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos". Una experiencia que lo sobrecoge y solivianta. Aunque no por ello reniega de la no-violencia. Al contrario, reafirma que "el terrorismo es inaceptable", no sólo por razones éticas sino porque, al ser "una expresión de la desesperación", no resulta eficaz para su propia causa pues "no permite obtener los resultados que la esperanza puede eventualmente garantizar".

Hessel convoca el recuerdo de Nelson Mandela y de Martin Luther King. Ellos, dice, nos indican "el camino que debemos aprender a seguir". Porque, para avanzar, sólo existe una conducta: "apoyarnos en nuestros derechos, cuya violación -sea quien sea el autor de ésta-, debe provocar nuestra indignación. ¡No transijamos jamás con nuestros derechos!".

Finalmente, se declara partidario de una "insurrección pacífica". En particular contra los medios masivos de comunicación en manos del poder del dinero, y que "sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos".

Stéphane Hessel ha sabido expresar con palabras, lo que tantos ciudadanos golpeados por la crisis y por las medidas de regresión social sienten en el fondo de sí mismos. Ese sentimiento de que les están arrebatando sus derechos, esos anhelos punzantes de desobedecer, esos deseos de gritar hasta perder el aliento, esas ganas en fin de protestar sin saber cómo... Todos esperan ahora la segunda entrega. Cuyo título, lógicamente, sólo puede ser: ¡Sublevaos!

Notas:
(1) El otro era Pierre-Henri Roché, autor de la novela con el mismo título llevada a la pantalla por François Truffaut.
(2) Stéphane Hessel, Indignez-vous! , Indigène éditions, Montpellier, 2010.
(3) NDLR: "Human Rights In Palestine And Other Occupied Arab Territories. Report of the United Nations Fact Finding Mission on the Gaza Conflict", Naciones Unidas, Nueva York, 15 de septiembre de 2009.