viernes, 25 de noviembre de 2011

desaparecidos

por motivos que no interesan, llego a serpaj. es un sitio amable. con gente amable. antes de mí espera un hombre. por como está vestido y cómo se expresa, parece un cuidacoches (me hago cargo de mi prejucio). me llama la atención. lo antiende madelón. una mujer de edad incierta, muy amable, muy afectuosa. él cuenta su historia mientras espero. busca a alguien. es incierto. es del interior y cree que es un desaparecido. la palabra cobra fuerza. sale de las crónicas, de los reportes de amnistía internacional, de los conocidos. un desaparecido. dice que no sabe cómo se llama, que trabajaba con él, era menor, y cuando cayó presó a él lo enviaron a montevideo, a un centro de tortura. la que lo atiende toma nota. le pregunta: cómo se llamaba? no sabe el nombre de pila. ella asiente.quizá era un nombre falso. él dice que no. era sincero. no sabía su nombre de pila. no había necesidad. "era como un padre para mí, yo trabajaba con él, sóló sé que se llamaba..." "¿cómo se escribe?", pregunta ella. èl deletrea la fonética, ella escribe las posibilidades; puede ser con  "y" o con "ll". el hombre está solo, busca hallar a alguien que fue, en algún momento, su padre. alguien por quien fue confinado a una especie de no-lugar, algo que no se comprende, pero sobrevivió y lo  busca. yo asisto, de casualidad, a toda esa situación. hace muchos años que estamos en democracia, hace muchos años que se terminó aquella pesadilla. y sin embargo, no está resuelto. la mujer toma los datos. le digo: qué fuerte que está esto. ella dice: es todos los días así. por suerte, ayer entregamos unos restos.
me imagino una cajita de cartón con huesitos adentro. lloro, sí, lloro. es siniestro.
tratar de saber, conocer, entender, es nuestra identidad, es quienes somos. todos tenemos derecho a saber. dónde están, por qué, qué se hizo de ellos. pedimos saber. y que cada quien se haga cargo de lo suyo.