lunes, 3 de diciembre de 2012

el arrebato de lulú

nueve de la noche; pocitos. un bar, una mesa en la calle. charla distendida. de pronto, un arrebato. una cartera en una silla, un tipo joven que se la lleva. el cuidacoches, el kiosquero y otro hombre más, lo corren, al igual que nosotras. piernas-largas tiene todas las de ganar. desaparece en la noche semi-oscura (dónde están las luces, intendencia?) de josé martí (vaya con el nombre del revolucionario cubano!). adiós cartera, adiós documentos, papeles, etc. la policía no llega. hay que ir hasta la décima a hacer la denuncia. hay un par haciendo fila para denunciar: robos, arrebatos, pequeñas rapiñas cotidianas. parece que el culpable es uno por no prestar atención a las pertenencias. por supuesto! a quién se le ocurre? dejar una cartera tan a la mano! en fin, para la próxima ya se sabe. es cuestión de experiencia, como todo.

hay un policía joven que toma la declaración, qué grado mínimo se exige para ser policía? sexto de primaria? primero de liceo? seguramente no más que eso. la caligrafía conmueve: de niño de escuela (bien intencionado, de buenos modales, faltaba más, pedimos un baño y allí nos lleva: no hay papel higiénico en ninguno de los gabinetes, quizá el presupuesto del min. del interior no tome en cuenta los baños de las comisarías, quién sabe; impuestos pagamos todos, y debería alcanzar para esos mínimos detalles). antes, un 222 nos explica (nos mostró el carnet, después de preguntar si era policía: sí, lo es, 23 años, podría ser un patovica) que los chorros saben que en ese lugar antes de las 10 de la noche no hay efectivos cuidando. dice: les recomendamos a  los dueños que no pusieran mesas afuera, pero no nos hicieron caso. ahí está. nos toma los datos, descripción del chorro, etc. de qué sirve? nomás al describirlo, queda claro que puede ser cualquiera. tiene un tatuaje tribal en el brazo derecho (pero quién no lo tiene?). nada. en la décima, entonces, el jovencito toma la declaración. antes de firmar leemos. el sospechoso -el chorro- usa yins azules (jeans), el resto es parecido. da pena. da pena por él. dice que con suerte, la cartera aparezca en alguna parte, alguien la retorne a la comisaría y entonces avisan. pregunta qué contiene la cartera. libros. pregunta: de estudio? sí, de estudio. curiosa pregunta, pienso. y si no fueran de estudio, qué? nos preguntaría si eran de benedetti, galeano o de onetti? ni qué hablar si alguien dijera que los libros eran de un tal barthes (por ejemplo). imposible de deletrear. vaya uno a saber con qué criterio se diseñan los formularios. esta comisaría no se parece a las de csi, las de ncis ni las de criminal minds (las itinerantes). esta comisaría es. bueno. así las cosas, mariposa. el cuidacoches da más información: ese corrió hasta la placita esa, cerca del banco república, donde se juntan todos. son de la pasta base. mejor es que busquen en los contenedores. sí, tres mujeres revisando contenedores en pocitos, a ver si la bendita cartera aparece. apestan. huelen mal. cero cartera, pero es toda una experiencia revisar contenedores a las 11 y 30 de la noche, mientras la gente linda pasea, se divierte, compra cosas. porque siempre hay algo abierto para comprar cosas. qué habrá comprado el ladronzuelo? será feliz? en la descripción aclaro: no caminaba como un plancha. ah, seamos políticamente incorrectos. hay un andar plancha? sí, lo hay, ah, llevaba sombrerito, gorra de visera? no, no era un plancha. era un "común y corriente" que vio la oportunidad. qué barbaridad, qué barbaridad, dicen los otros parroquianos. algunas mujeres con experiencia en estas lides acotan: va a aparecer la cartera. seguro que aparece. quién quiere libros y papeles? es cierto, quién querría cuatro libros de estudio! nos volvemos por la mitad de la calle, la iluminada (está todo bastante oscuro, impuestos mediante); hay que cambiar la cerradura, hacer los trámites, sacar cédula, etc. nada del otro mundo; pienso que la sacamos barata. y si el tipo iba armado? y si cuando le grité "hijo de puta" se enoja y nos hace algo (qué es hacer algo?). montevideo, temporada pre-estival. ya sé: joderse por estar en pocitos. no es eso lo que siempre se nos dice? es el precio. vivís en pocitos? eso es lo que pasa. en la comisaría, el policía joven nos consuela: eso, si no es hoy, es mañana. hoy por mucha plata, mañana cae por cincuenta. siempre es así. siempre caen. será que siempre caen? el taxista que me trae de vuelta a casa me dice: a mí me asaltaron cuatro veces, con un arma. me salvé porque tenía plata encima. si tenés dos, tres mil pesos encima, no te hacen nada. si tenés doscientos pesos, se calientan y disparan. señores: anden con tres mil pesos encima, por las dudas de que les toque. me recuerda a caracas, hace años. había que llevar plata en la billetera para salir vivo de un asalto. de dónde sale que estamos en el paraíso del mundo? somos latinoamérica, lisa y llanamente. y en latinoamérica, la vida cada vez vale menos.

martes, 17 de julio de 2012

 Peloponeso, primer día

la región se llama messina; a la derecha, en el mapa (al noreste queda atenas) está esparta, y allí espartanos y atenienses pelearon la larga guerra del peloponeso; perdieron los atenienses.
uno piensa que ha visto paisajes para los cuales los adjetivos pierden el sentido (hermoso, bello, portentoso, desalentador, etc.), pero siempre aparece algo que sorprende. este es el caso. de atenas a kalamata, la ciudad sobre el mar jónico (que no deja de ser mediterráneo), hay cuatro horas en bus, y se atraviesa el peloponeso, una vastísima franja de tierra montañosa, unida a la tierra firme de algún modo que todavía no termino de comprender. la terminal de buses, en atenas, es como una mezcla de tres cruces y de rodoviaria enorme y ruidosa, donde hay cualquier cantidad de griegos que van y vienen, ningún turista a la vista (salvo yo, si me denominara así). incluso hay una familia que viaja con un cachorro que no se resiste a que lo metan en una jaulita e intenta, por todos los medios, asomar la trompa por un agujerito. que las casualidades de la vida hagan que precisamente en este sitio me encuentre con un viejo amigo inglés al que hace más de siete años no veo sólo puede explicarse porque se trata de grecia, y ya se sabe que en la tierra de platón, apolo y aristóteles (sin mencionar a zeus), todo es posible.
hace mucho calor, mucho, cerca de 40 grados, y el sol se pone recién a las 9 de la noche. el viaje en bus es ruidoso, los griegos hablan, gritan, gesticulan, y el conductor escucha una radio a un volumen tal que no hay forma de no escucharla.
de kalamata a la casa donde me hospedo hay una hora de viaje entre las montañas, los olivares salpicados de cipreses y muros de piedra en carreteras que sólo permiten el tránsito de un automóvil.
de mañana, cuando me despierto, me doy cuenta de la verdad: me morí sin darme cuenta y- bautismo mediante- aterricé en el paraíso. no hay otro modo de describir el lugar en el que estoy.
cerca de un pueblo llamado vareka, un camino a la derecha, subiendo la montaña. un caserío y después nada, todo entre los olivares, el chillido interminable de las cigarras (gordas como sapos) y esta casa, construida en la ladera. desde la terraza, donde hay una hornalla para asar pescado, se ve el mar, y una línea clara de lo que es la isla sapienza, vacía. no vive nadie allí, como en otras islas que veré luego.
cómo describir lo que no se puede? ni siquiera la más sagaz de las fotografías no le haría justicia al paisaje y a la sensación del paisaje. si la realidad es subjetiva, entonces esto lo es más. hay laureles, buganvillas y olivos en cualquier rincón, una brisa cálida que viene del mar, y un silencio que permite escuchar los graznidos lejanos de los cuervos y de alguna gaviota que se atreve a tierra firme. el terreno es en terrazas, como en otras partes rurales del mediterráneo, y en cada terraza las filas ordenadas de los olivos -en buena cosecha de estos se obtienen 100 litros de aceite, destinado a los amigos del dueño de casa- interrumpidos por algún ciprés o palmera. un paisaje similar al que vi en israel, en el norte de italia, en el sur de españa. y entonces uno vuelve a recordar la maravillosa historia del mediterráneo, de braudel, y quisiera tomarse un barco y recorrer cada pedazo de costa y comprender un poco más.
no hay coincidencias. ayer, a esta misma hora, estaba en la torre de belem, en el sur de lisboa, de donde salían los aventureros navegantes en sus carabelas, para recorrer un trozo de río tajo y adentrarse en el atlántico. acá los navegantes fueron los griegos, los fenicios, y eso braudel lo describe de un modo maravilloso.
viendo el paisaje montañoso, pero también las largas extensiones de llanura, uno puede menos que intentar imaginar lo que han de haber sido los enfrentamientos entre espartanos y atenienses; lo que debe de haber sido, para aquellos pretéritos filósofos, desentrañar el sentido de la vida y la muerte; el papel que jugaron los dioses en todo este universo incomprensible por su magnificencia, ante la cual un ser humano se siente menos que una hormiga.
es cierto que para que un platón pudiera pensar debía haber una pléyade de esclavos que resolvieran las tareas menores como la vida cotidiana; pero bajo un cielo semejante, ante tamaña naturaleza, con ucon un mar enorme, que parece infinito (dónde queda el horizonte? qué hay después de él?), se agradece una obra como la que apenas vislumbramos. es fácil pensar hoy en lo que dijo platón; lo que me resulta difícil es situarlo en su contexto histórico, geográfico.

más allá de eso, del deslumbramiento (grecia está más cerca de oriente que de occidente, y eso se ve en pequeños detalles),la situación es complicada. 50% de desempleo, caída abrupta del turismo (de lo que vive la gente aquí) y un 30% de posibilidades de que vuelva un régimen militar, si grecia sale de la unión.

la cuna de la civilización occidental en el abismo. y así y todo, se agradece ver realmente todo esto.

miércoles, 11 de julio de 2012

lisboa 1

dicen que es melancólica, y es cierto.
está sobre el río tejo, tiene una ciudad vieja, por donde anduvo pessoa (y seguramente saramago, pero éste no ingresó al archivo de la memoria), y gente que habla, tal como dijo una vez veneciano en caracas: igual que en español, pero sin las vocales. se entiende. es linda, lindísima, y no parece europa (com dicen todos). por qué no parece europa, si en realidad es como todas las ciudades? hay algo distinto. de a ratos, me pareció estar en valparaíso, chile; de a ratos en arequipa, de a ratos, en buenos aires e, incluso, en montevideo. será por el lugar que ocupa en el mapa?

dice alguien que por acá hay buen vino blanco, y es así. bebo vino blanco de distintos tipos y todos están a medio camino entre lo seco y lo chispeante. otro alguien dice que hay que comer lo que da el mar, y eso hago. de día se camina lo más que se puede por todas partes; de pronto se encuentra uno ante el café a brasileiro, en cuya primera mesa pessoa se sentaba a escribir. me siento en la misma mesa y bebo café y miro la plaza por la que transita cualquier cantidad de gente. muchos turistas: llegó un barco y es por eso. porque si no, dice un taxista, la ciudad está vacía porque estamos en vacaciones. cerca del hotel una automotora sólo vende lamborghinis. los autos son más chicos que los de montevideo, y se agradece. el hotel en el que me hospedo da sobre la estación de tren; día y noche se escucha el traqueteo de los vagones, y me recuerda a "seven", la película. hay viento, de día está tibio y de noche refresca. a las nueve, cuando todavía es de día, voy a escuchar fado. me dicen que vaya a "casa luso", donde supuestamente se escucha lo mejor. desilusión. es un espectáculo montado para turistas, una cosa bastante absurda y fea. la comida está bien, el vino está bien, pero la música parece salida de una mala película. le digo al camarero eso y me dice: venga a las 10:30 que empieza el espectáculo para los locales, y le consigo una buena mesa. entonces salgo a la calle traversa de queimada a hacer tiempo. en esa callecita empinada y de adoquines está todo. no sólo turistas blanquitos que parecen quesitos de cabra, sino cualquier cantidad de fauna variopinta, y muchos africanos. se olvida uno que portugal también tuvo sus colonias y no es inocente. se me acerca un hombre joven, renegrido, que vende collares, pulseras, anillos. le digo que no soy turista, y que no uso esas cosas. nos ponemos a conversar. es de senegal, se llama "momodo". quiero saber qué significa el nombre, pero no significa nada. me pregunta cómo me llamo, le digo "ana" y dice: ah, ana, un nombre muy famoso. no sé qué quiso decir. entonces separa de entre todos sus collares dos pulseras y me las da: "un regalo de momodo para ana", "para la buena suerte, ésta, la azul; para la larga vida, ésta, la violeta". me las pone en la muñeca izquierda. se despide y dice "espero que consigas un marido con mucho dinero que te haga feliz". me río un poco, pero también me da un poco de tristeza. hay una muchacha con una calza negra y blanca muy ajustada, que come uvas y distribuye papelitos. pregunto qué hace y me responden que atrae turistas a un pub de música latinoamericana. camino unas cuadras siguiendo la música cubana que sale de alguna parte, un son, y allí está, un barcito diminuto con unos negros que tocan son como si estuvieran en el caribe. otro hombre vende flores, y en algunas casas hay ropa tendida que se agita con el viento. vuelvo al café luso y el mozo me lleva a una mesa con una vela encendida, en un rincón. han cambiado completamente el aspecto del local. ya no hay el escenario grande e iluminado de la primera vez, sino que el espacio está más cerrado. aparecen los músicos; los que tocan las dos guitarras, la de seis cuerdas, española, y la de doce, una especie de mandolina chata; un contrabajista. entra una mujer. canta. eso es fado. es triste, tristísimo. tenemos algo de esa música nosotros. después canta un hombre joven, mal afeitado. también es triste. después se van los cantantes y el guitarrista, que se parece a aute, toca algo. me doy cuenta de que es una simple improvisación en acordes mayores y menores que se pasea por rodrigo, tárrega, villalobos, sanz. es un buen improvisador, porque parece una pieza de verdad. me pregunto entonces qué es el original y qué es la copia. habrá algún original? quizá hubo uno, una primera vez, y el resto son versiones de eso.
entonces pienso que cuando se viene de la comunicación, buena parte de la realidad se estropea porque no se tiene una mirada inocente. ni siquiera en lisboa se puede uno desprender de lo que es.
pago la cuenta y me voy. la noche está llena de gente ruidosa. hay varios africanos que venden collares, pero momodo no está a la vista.
el taxi me deja en el hotel. no hay tránsito. me entero de que los tiger lillies están en la vuelta. iré a verlos.

jueves, 31 de mayo de 2012

desprecio la publicidad, me ofende y me enferma.

lo que vemos en las paradas de autobuses, en los propios autobuses, lo que escuchamos por la radio, lo que vemos por la televisión. es una ofensa a la inteligencia mínima de cualquier persona. es un atentado, no sólo contra el buen gusto, sino realmente contra el cerebro. debe de haber un público minusválido que realmente cree en lo que la publicidad le dice, de otro modo no se comprende. o capaz que el cerebro murió. quizá no hay que preocuparse por estos asuntos.  lo más enfermante es que hay dos tipos de publicidades: las que compiten para los grandes premios, que pretenden ser piezas cinematográficas, y las que compra el cliente y a las que debemos asistir. ojalá hubiera un filtro para estos espantos, mamotretos que sólo repiten lugares comunes, estereotipos, etc. es que queda claro que los creativos son incultos -  o lo parecen, quebremos una lanza por algunos-, auto-referentes, que creen que el mundo es la pequeña burbuja en la que viven. el tema es más complejo de lo que parece, y no es este el lugar para detenerse en él. tiene que ver con la eterna juventud, por lo tanto, con la eterna frivolidad, por lo tanto, con la eterna estupidez. el apelativo al "tú, al vos", que sólo incluye a los iguales destinatarios en el discurso, es un insulto a una sociedad que está formada por múltiplés "tú" que no sólo se preocupan por un "buen tránsito con la experiencia active" y otros etcéteras lamentables, como hacer todo público, incluso la menstruación. con tal de vender, la publicidad le vende su alma al diablo. pronto se canibalizará, se venderá a sí misma, y será más prostituta de lo que ya es. ignorante, soberbia, arrogante, profundamente analfabeta. reproduce y ejemplifica su propia ignorancia. ni siquiera se da cuenta de lo paupérrima que es. se aplaude a sí misma. no hay sensualidad, no hay erotismo, no hay creatividad en la publicidad actual. no hay una ética. hay una lamentable ausencia de creatividad, de espíritu crítico, se instala el aburrimiento crónico, de gente pagada de sí misma y de clientes tan ignorantes como los creativos publicitarios. es patética. es lamentable. es aburrida y obvia, y atenta contra las dos mínimas neuronas que, se supone, tenemos. claro, alimenta a todos aquellos cuyas neuronas duermen en un plácido mundo irreal, que no conoce de problemas y que nunca oyó hablar de la necesidad de disminuir el consumo para que el planeta sobreviva.  casi que uno podría decir que los malos creativos publicitarios, mercenarios de cualquier cosa, son un peligro para la especie, para la continuidad de una mínima cultura de convivencia. españa, hace años, se animó a limitar los espacios publicitarios en la vía pública. ¿qué espera uruguay, que se siente tan avanzado, tan ejemplificante? demasiados intereses creados, demasiados ignorantes en puestos de decisión. la población, rehén de este otro asunto, asiste, atónita, a la banalización de las cosas. es lo mismo vender un televisor, una violencia doméstica, una campaña anti-drogas o un par de zapatos. da asco. pobre lipovetsky, si hubiera conocido uruguay, hubiera sido un poco más radical en su sarcasmo.

miércoles, 16 de mayo de 2012

la sociedad abandonada


el crimen del empleado de la pasiva y la detención del asesino, un adolescente de 17 años, que, dicen que dijo "tenés que disparar antes para que te respeten" alarmaron a la sociedad en su conjunto.
sí, es espantoso, condenable, y uno confía en que la justicia se hará cargo del criminal y de la pena correspondiente. sabe, sin embargo, que la situación no cambiará y confía en que a uno no le toque.

sin embargo, es un eslabón más en una larga cadena que ha ido deteriorándose y ahora explota.
una sociedad que no respeta las normas de convivencia de los ciudadanos es una sociedad que no se respeta a sí misma. y cuando se llega a ese punto, y tal es el caso, las cosas se salen de su cauce y nadie sabe qué pasó, ni cuándo, ni cómo, ni qué se debe hacer para remediarlas.

matar a alguien de ese modo es un crimen. a nadie le cabe la menor duda.
pero a diario asiste el ciudadano a un conjunto de violaciones de conductas, de agresiones, de situaciones que sólo son posibles si a nadie le importa el otro.ejemplos cotidianos sobran: los autos circulan a contramano; las motos andan por las veredas, se meten contramano y no respetan los semáforos. en las esquinas de avenidas que no los tienen, cruzarlas, a veces, es imposible. remotos los tiempos en que los autos frenaban y pasaban primero uno y después el otro y le cedían el paso a los peatones. los camiones estacionan en las esquinas e impiden ver si vienen autos.
las madres insultan y destratan a sus hijos -en cualquier clase social-: sos un imbécil, sos una porquería - se escucha con frecuencia en la calle, en el ómnibus. la gente no respeta filas, la gente no cumple con los compromisos, con la palabra empeñada.

la población es rehén de un conjunto de normas que dejaron de cumplirse, que fueron perdiéndose de a poco. las primeras señales surgieron ya hace décadas, pero a nadie le llamó la atención. "son los tiempos que corren", se decía.
la sociedad no se respeta, y la demagogia campea, encantada. está de moda llamar a la gente por el nombre de pila, como si eso hiciera a las personas más cercanas. está de moda tutear a los ancianos, decirles "mi amor", "mi cielo" y golpearles el hombro cuando otros miran, pero ignorarlos o destratarlos cuando nadie los ve. está de moda hablar en la jerga políticamente correcta, poner el grito en el cielo si alguien dice "negro" en lugar de "afroamericano", pero poco se hace para la verdadera inclusión. suena impactante, para cualquier sociólogo del mundo, escuchar que en uruguay disminuyó la pobreza, pero soslayar que en realidad hay una pobreza subvencionada gracias a la buena voluntad de los que no lo son y trabajan. parte de la pobreza subvencionada es fuerza o mano de obra potencial. ¿por qué no trabaja entonces?

cuando la sociedad no se respeta, se desmadra. se arma un tole-tole de padre-y-señor-nuestro.
hay indicios de eso; el mal humor de las personas, la tensión que se vive en la calle y en los espacios públicos, en el transporte, en los comercios; hay indicios en la cantidad de gente que porta armas, y en los tristes casos en que hubo muertes por error. eso habla del desmadre, del estar al borde. cuando 4 de 10 montevideanos dice que quiere irse de montevideo, uno debería prestar atención.

las primeras que deben prestar atención son las autoridades, ya que a ellas les corresponde organizar el todo, contenerlo, darle un sentido. el uruguay vive un período de desarrollo y bonanza económicas como nunca en su historia. es una pena que con todo eso se logre exactamente lo contrario. en lugar de que la sociedad en su conjunto mejore y crezca, empeora, involuciona. a todos los niveles. la base de todo está en la educación. pero basta con ver y escuchar a los referentes (ejemplo para las generaciones más jóvenes) para darse cuenta de que la pobre educación no le interesa a nadie.


 


miércoles, 9 de mayo de 2012

el sistema

¿ qué es el sistema?
algo que seguramente, hace muchos años, con un programa como american idol hubiera rechazado a bob dylan, porque desafinaba y porque sus letras eran incomprensibles, porque hacían pensar. el sistema hubiera rechazado -como lo hizo- a van gogh, sin que importe que años después lucre con sus obras; el sistema hubiera negado a john lennon, a patti smith, y a tantos otros. el sistema se reprodujo, creció y nos puso en el lugar donde estamos.

domingo, 15 de abril de 2012

un poco de violencia urbana

sí, me digo, los que consumimos csi-miami-las vegas-nueva york, castle y criminal minds, vemos cualquier cantidad de crímenes, con mucha sangre, con mucha violencia. los que de algún modo hemos viajado, también hemos visto situaciones "irregulares" en la calle, en caracas, bonn,  los ángeles y en rhodos, que parecen salidas de una serial clase b. sabemos que la violencia existe, leemos sobre la violencia, nos hacemos cruces sobre la violencia. queremos que no exista. el policía a quien le pago la cuota del sindicato policial, dinero con el que religiosamente compran canastas estudiantiles para los policías muertos de hambre que conviven con los chorros, me dice:

- y usté, ¿no tiene un arma?

lo miro, entre sorprendida y muerta de la risa.

- yo soy incapaz de matar una mosca. además, dicen las malas lenguas que si uno tiene un arma, es para disparar. y hay que disparar al centro, para matar. y yo no quiero matar a nadie.

él responde:

- es cierto. pero quizá debería tener aunque sea un aerosol con gas pimienta.
- no, tampoco. no sirvo para eso.
- pero la cosa está brava.
- sí, está brava, pero qué le vamos a hacer.

el asunto es que el policía trata de aconsejarme, y su consejo me parece un disloque. si todos andamos armados, ¿qué logramos? el que roba se arma, el que se defiende se arma, todos armados, un caos total.

pero hoy asisto a un robo, que resulta muy violento. no tanto por lo que ocasiona, sino por la forma. tres mujeres, de unos sesenta años, vuelven a su casas. caminan, al caer la tarde, por la calle, comadreando. van las tres del brazo, como si fueran adolescentes, y no sé por qué reparo en ellas cuando voy a tirar la basura. pasan autos por la calle. ellas están concentradas en sí mismas. de pronto se escucha un motor agudo, de moto, y efectivamente, una moto se mete por ellauri y hacia cavia a contramano a una velocidad extraña. me llama la atención, esa cosa de ver tanta serie de televisión, porque es una moto con dos ocupantes. hasta ahora siempre vi que las motos a contramano son los desgraciados del delivery que violan todas las normas del tránsito para que los clientes tengan pizzas-milanesas-chivitos-ravioles a temperatura "recién salida del horno", y si bien los detesto, me dan pena. pero estos dos no. y zás. fue un segundo y quedé entre espantada y maravillada por la estrategia casi militar del operativo. la moto se detiene a pocos metros de las víctimas, sin el freno puesto, el conductor con un pie a tierra, el motor que se acelera; el acompañante -ambos con casco, muy jóvenes de aspecto, por el físico sin formar, casi- se baja, corre hacia las mujeres, golpea a la del medio, la tira al piso con fuerza, le arranca la cartera y vuelve a la moto, que desaparece por ellauri. la violencia del gesto del chorro, el golpe y el tirón, todavía me dan dolor de estómago, porque es una imagen que no va a desaparecer del todo nunca más. porque fue todo en un mismo nano-segundo, casi una obra de arte de la violencia. me queda el sonido que surge después de la acción, como el relámpago y el trueno. la mujer demora en gritar, las tres mujeres demoran en darse cuenta de lo que pasó, pasmadas de verse de pronto en una situación impropia, inesperada. entonces, sí, los gritos, los lamentos. me acerco; tiene una herida en la sien; varios autos se detienen -se detuvieron segundos después de la caída, cuando los dos chorros huían; una conductora se ofrece a llevarlas a la coronaria, otro hombre quiere llamar a la policía; un adolescente que pasea con su abuelo apura el paso, ayuda a levantarla y a la otra, que de pronto dice: yo también estoy temblando. la tercera, que parece la más firme, ya está llamando a un marido, dice tener el auto estacionado acá nomás, y se apura. el adolescente, que quizá vea tantas seriales como yo, dice, muy seguro: van a tirar la cartera acá a la vuelta. es cuestión de ir a buscarla.

y uno se queda así, un poco sorprendido, un poco triste, un poco añorando la época en que había punguistas en los buses que, salvo excepciones, -al decir de salvador pérez, que conoce del asunto y sabe cómo herían a las víctimas- robaban carteras, billeteras, y tenían un arte.

en realidad, la rabia es mayúscula. a uno se le pasa de todo por la cabeza. control de conductores de motos,como pedir carnet de buena conducta a quien quiera comprar una; cambio del tipo de cascos (los de antes permitían ver los rostros), y otros largos etcétera irrealizables, idealistas y utópicos.

en definitiva, el que roba es porque algo necesita. y si algo necesita, es porque las cosas están mal. muy mal. entonces la solución está en otra parte.  y puede que necesite algo material o puede que sea otra cosa. sé que suena fácil decirlo (me amparo en que me han asaltado varias veces, de mala manera, por cierto, y no les tengo compasión), pero insisto en que la solución está en otra parte. más allá de que se reparta dinero, y largos etcéteras que no necesariamente significan inclusión, el consumismo de nuestra sociedad también influye en todo esto. el consumismo y la impunidad. que son dos pésimos ejemplos para cualquiera que no tenga los valores instalados.

domingo, 8 de abril de 2012

de mudanzas y escrituras del yo - para juan carlos romero, cronista en ciernes; y para andrés alsina, cronista a secas

bien, se viaja demasiado (nunca es demasiado), se juntan papeles inútiles -salvo para uno mismo- y se lee "las escrituras del yo".  un ateo supersticioso como quien firma esta crónica sospecha que viajar a caracas a un homenaje a ángel rama, con una delegación de uruguayos, se parece un poco al accidente que tuvieran él, marta traba y otros (como cristina gaab, antigua compañera de clase), al despegar de madrid hace muchísimos años. uno, entonces, decide, dos días antes de partir, hacer un testamento, ese papelucho infame que siempre es pista en cualquier novelita policial. pues que no hay bienes que repartir (ni tampoco deudas), sino precisamente esos papeles inútiles -salvo para uno mismo- que, contra toda lógica, uno quiere preservar. pero, si uno muere -un suponer, aceptando el silogismo socrático- y todo eso queda a la buena de dios? precisamente, dios nos salve, en esta época en que cualquier intimidad, por más idiota que sea, parece valer oro y moro, e inescrupulosas manos deciden publicar cualquier inédito (pobre tolkien!) o la correspondencia o lo que sea? ni qué hablar de todas las barrabasadas que guarda un disco duro.  en "escrituras del yo", idea vilariño -a través de ana inés larre borges- explica por qué fue incapaz, en vida, de quemar sus diarios y su correspondencia (vale la pena leer ese artículo, perfecto). es tan acertada su exposición, que fue una iluminación tajante. nadie puede quemar toda una vida, tomos y tomos de palabrejas, apuntes y tonterías, porque es como convertirse en bonzo sin un motivo muy altruista, pero quiere asegurarse de una especie de fuego que hará otro. así que no puede hacerlo, pero teme que alguien, alguna vez, lea (y se da cuenta de que ese temor, salvo excepciones, como las de gide o flaubert en ciertas partes de su correspondencia o incluso proust, son bastante comunes en escribidores de diarios, adicción sobre la que el psicoanálisis no ha expuesto demasiados motivos, pero ya será tema de coloquios interdisciplinarios). va más allá de eso, tiene algo de ética proyectada. vayan las intimidades propias, de las que uno se hace cargo. pero las de los demás? y ya se sabe que las iniciales no son un misterio para nadie. alcanza con leer los diarios comentados de wittgenstein (o los de kafka o los de virginia woolf), que además estaban cifrados, para darse cuenta de que no es posible ocultar nada. y no es que uno se crea wittgenstein, pero en la viña del señor -así, dicho por un ateo- hay de todo. entonces hay que hacer un testamento. dejar la casa ordenada, cada cosa en su lugar y que otro se haga cargo de encender el fósforo. pues resulta que un testamento no es algo tan sencillo. hay fórmulas, obligaciones, y se necesitan tres testigos. cómo se consiguen testigos a medianoche? pues aparecen, y los testigos aceptan, pensando que es una especie de broma. cuando llega la hora de firmar, se dan cuenta de que es en serio. antes dicen: no se te ocurra morirte en la mitad del semestre. después de firmar, en  ausencia del testamentario, y a la vuelta, agregan: pero era en serio! pues sí, nadie hace un testamento en broma! (además de pienso, cuesta dinero) pues bien, hecho el testamento queda la gran duda, que instaló el señor kafka, cuando su voluntad fue burlada por su amigo del alma, max brod. dice la leyenda que kafka le pidió a brod que quemara todo y no publicara nada. brod le aseguró que lo haría, y no bien muerto kafka -por suerte- todo fue editado. el testamentario no es kafka, por supuesto, ni su amigo es max brod (una pena). pero se instala la pregunta: y quién se ocupa de que las condiciones del testamento sean fielmente cumplidas y supervisadas? ah, los escribanos han pensado en todo. existe la figura del albacea. el albacea es una especie de sargento incorruptible, con una vara en la mano, que comprueba que el deseo último del testamentario se cumpla cabalmente, hasta las últimas consecuencias. así que el testamentario debe decidir, en su lista de amistades y conocidos (y también enemigos, por qué no) cuál de ellos puede asumir ese rol, quizá mañana, quizá dentro de muchos años, cuando incluso el testamentario se haya olvidado de que dejó un testamento. pues aparece un albacea, que también debe firmar. alguien que, como caballero de la edad media, y sin espada en el hombro mediante, se compromete a eso: cuidar que la última voluntad se cumpla. bien, todo queda resuelto unas horas antes del viaje. pero no hay accidente, no hay muertos, hay todo lo contrario, un enorme saludo a la vida. y el testamento permanece, impoluto.

llegada la mudanza, el testamentario decide ocuparse personalmente de embalar sus propias intimidades. y, por supuesto, porque es ateo y dios no existe, las empaca mal. pésimamente mal, porque de embalajes y mudanzas sabe tanto como de bonsai. pero no se da cuenta. llega el rudo proletariado, que de intimidades y correspondencias no entiende nada ni debe entender, carga con las cajas - con ollas, con libros, con papeles, con cajas de té, con tonterías de todo tipo y color- y las empieza a subir por una ventana.

y entonces ocurre.
 la caja que responde al testamento, la que ha suscitado esa última voluntad custodiada por un cancerbero más dantesco que el de dante, se desfonda. vuelan por la acera y en el jardín vecino, cientos de papelitos y papeles, cuadernos partidos en dos, anotaciones, fotografías, recuerdos de viajes y todo eso que no vale nada más que para uno mismo, vuela y parece que serrat está cantando en el fondo, y el rudo proletariado no repara en el asunto, pero el testamentario sí, que aúlla como si fueran las joyas de la corona, los lingotes perdidos del capitán blood, la cara oculta de la luna. entonces, el rudo proletariado, en un esfuerzo sobrehumano por complacer a la mudante que se ha convertido en araña pollito, deja todo y corretea atrás de papelitos y papelones, aquí y allá, y el testamentario que ha sobrevivido a un accidente que no llegó, desde la ventana, convertido en inspector del gusano loco, dice que lo más importante ha caído en el jardín del vecino. y ellos, que no han hecho todavía la revolución rusa ni han espantado a los rusos blancos ni tomado el palacio de invierno, ni leído el manifiesto, ni parece que vayan a hacerlo ya, ideologías muertas mediante, se trepan a la reja que nos separa del caserón del vecino -una réplica de castillito de la cenicienta- en cuyo hermoso jardín, cuidado, podado, regado y reverdecido, campean los papelitos en cuestión.

se trepan, violan la verja, violan las seguridades inalámbricas y entonces estalla la alarma. a las cuatro de la tarde explota una alarma que indica que hay intrusos en una finca. ellos son los intrusos, y el que lo ha ordenado es el testamentario que se muda. qué hacer? una alarma insoportable como todas las alarmas del mundo, del planeta, del universo, que taladra los oídos y, atea también, no sabe lo que es la compasión. me miran, los miro. nada de preocuparse por alarmas, el deber supone recoger cada cuestioncita de esas, que, frágiles, todas desafían las leyes de la gravedad y revolotean entre flores y más flores. uno dice:
-no importa, la cámara nos filmó, pero estamos de mudanza, y ella lo vio todo.
el otro agrega:- callate la boca, y desconectá el botón.

los botones se desconectan, lección del día.

la alarma se silencia y ellos recogen incluso boletos capicúa que no sé bien cómo llegaron a la caja de la vida privada, esa que debe ser quemada algún día si la cobardía no se vuelve valiente.

entregan todo y el testamentario  respira aliviado. pero, oh, faltan un par de tomos de los cuadernitos rojos! el que tiene albacea (cuestión no menor, vamos) reclama:
 - dónde están? es lo más importante de todo.

uno dice:
-los pusimos en aquella caja (lejos, lejos, lejos de la ventana).

el testamentario dice, ordena, clama:
-me dan la caja ya.

el hombre se encoge de hombros; supongo que cada mudanza tendrá su personaje. ellos ya fueron los míos cuando pensaron que el cuadro representaba a montevideo bombardeada durante el golpe de estado. ahora yo soy el de ellos. pero menos literario y menos lisonjero, seguramente.

ahora hay un cajón lleno de estúpidos papelitos, que no valen nada, salvo para el testamentario, que debe ordenar de algún modo. si el invierno es largo y tedioso, será un pasatiempo más. a quién se le ocurre mudarse, a quién guarduar todas estas cosas? menos mal que dios no existe, si no, lo castigaría a uno por pedante. y que dios le dé ánimos al heredero universal y sentido de humor al albacea, y confiemos en que los testigos sobrevivan al testamentario. el testamentario, mi fuente, se olvidó de averiguar si debía nombrar suplentes, en caso de que fallecieran antes que el testamentario, como en el fútbol.

clasificadores de basura

tengo ante mí el currículum vitae de guillermo (omito el apellido a propósito), 35 años, recién llegado al país después de 15 años de trabajar en ciudad popayán, colombia, muy cerca de la frontera con ecuador (y según wikipedia, de las ciudades más antiguas de colombia, de las mejor conservadas, con cerca de 300 mil habitantes y a unos 600 km de bogotá). y qué hacía guillermo en popayán, conocida como la ciudad blanca? pues era asistente y auxiliar en una radio, porque siempre quiso ser periodista, pese a que sólo terminó el segundo año de secundaria. allí trabajaba y desde allí ayudaba a la familia, humilde, que vive en bella italia. el padre falleció en febrero, y la madre -ama de casa- y la hermana -madre, a su vez, de dos niños chicos- no pudieron sostenerse solas y  él llegó a dar una mano. hace ocho meses que está y trabaja como clasificador de basura. no tiene carro, ni bicicleta ni otra cosa que la tracción humana. los años de secundaria -escasos dos años- y los de trabajo en la radio lo hacen un buen conversador, respetuoso, con un lejano cantito colombiano, un riguroso tratamiento de usted. prolijo, limpio, se ofrece de la nada a dar una mano cuando un amigo y yo pretendemos deshacernos de innumerables cantidades de basura de la mudanza: cajas, telas, bolsas, restos de artefactos; en fin, todo eso que de pronto deja de formar parte de la vida y cobra vida propia. es de noche, el contenedor no está cerca; vamos y venimos y de pronto aparece guillermo. nos ofrece ayuda, dice que sabe cómo poner la basura -los trastos, las maderas, las cajas de cartón, y el resto, lo inútil- en el contenedor para que otros compañeros se beneficien. efectivamente, sabe hacerlo. es ordenado y rápido. para cuando queremos acordar, aquello parece que nunca hubiera ocurrido. entonces le agradecemos y él nos da un papelito con su nombre y un número de teléfono. dice, señora, si aparece algo más, me llama, que yo vengo y me ocupo. nos despedimos; ha refrescado y dan ganas de estar dentro de una casa. él se regresa caminando, me entero al día siguiente, porque no sólo no comió, sino que tampoco tiene dinero para pagar el boleto. cuántas horas hay que caminar hasta llegar a bella italia? muchas, supongo, y con hambre y cansancio han de ser muchas más.

la basura vuelve a acumularse y miramos con desazón todo ese montón, que ya incluye pequeños muebles, algún cuadro que no ha sobrevivido a la mudanza, y todo tipo de enseres. y si llamamos a guillermo? capaz que le sirve. dice que vendrá dentro de dos horas, y es puntual como un alemán. mira todo, calibra cómo trasladar todo eso en el ómnibus -el 405 lo deja a algunas cuadras- hace dos pilas, decide qué se lleva en este primer viaje. sonríe. intenta conseguir un carro, pero no hay. así que dice que seguramente venga con la hermana, más tarde. le damos dinero para los boletos, y algo para que coma, puesto que sigue sin hacerlo. y tres horas más tarde llega con natalia, la hermana, muy joven, muy agradable y mesurada en el hablar. ayuda al hermano y se organiza incluso mejor que él para llevarse todo. entonces guillermo me da el curriculum y una fotocopia con los aportes al bps de sus años de trabajo en uruguay. le digo que intente terminar secundaria en un nocturno para adultos, así después puede entrar a la utu y cursar comunicación, que es lo que quiere hacer. él dice que averiguará, pero que también quiere volver a colombia, porque en la radio lo esperan con un contrato y trabajo seguro y firme, y de ese modo puede ayudar a la familia.

- no me avergüenzo del trabajo que hago - dice, -pero no me gusta ni quiero ser clasificador. soy honesto, mis padres me educaron en valores, eso que a la sociedad tanto le falta ahora. muchos creen que por trabajar en esto y por vivir donde vivimos, no somos de fiar. pero hay de todo en todas partes; sólo quiero ayudar a mi madre y a mi hermana, y después volver a colombia, a trabajar en la radio. es lo que me gusta hacer.

- tengo pasaporte y volver a colombia, por tierra, me cuesta 450 dólares. demoro una semana, y llego. estoy juntando el dinero para eso.

(ni falta hace hacer cuentas; para unos, 450 dólares son el futuro y la solución; para otros, un pantalón de marca, un par de botas de marca, un celular de marca, una cena de marca) 

los acompañamos; es de noche, tienen un par de horas por delante, y me pregunto cómo se las ingeniarán con todos esos paquetes en el 405. les hacemos adiós con la mano y ellos devuelven el saludo, cargados y sonrientes.

ojalá consiga un trabajo distinto, que esté de acuerdo a su experiencia laboral. ojalá la familia salga adelante y pueda volver a colombia, a trabajar en la radio.

y si alguien sabe de un trabajo, avise.

sábado, 17 de marzo de 2012

caracas, instantáneas de la ciudad

museo de arte moderno, parque central, exposición permanente de grabados de picasso. rosario es una guía excelente, y lee para mí los dibujos, los trazos, la composición espacial. hay 106 grabados expuestos en una gran sala -la iluminación es pésima-, y cada vez que uno se acerca para ver mejor, suena una alarma bastante aguda y  molesta. creo que suena 106 veces, pero vale la pena. salimos de allí en busca de la tienda del museo, y encontrarla supone recorrer el laberinto del minotauro. la tienda está en uno de los pasajes del parque central, lejos del museo, después de doblar varias esquinas y preguntar a innumerables peatones de buena voluntad. una vez allí... el único catálogo de la exposición que queda es el de la tienda, pero la persuasión y la pasión funcionan, la dependienta consulta a su jefe, que a su vez le pregunta: realmente quieren ese catálogo? rosario afirma y yo le cruzo los dedos. el catálogo pasa a su bolso, amén de varios afiches y libros que compramos. me quedo con un afiche hermosísimo de zapata, el famoso caricaturista, de quien nos dice que estuvo "malito, pobre, pero ya se ha recompuesto", y recuerdo el uso de diminutivos que tanto me molestaba. en este caso, por tratarse de zapata y de un afiche magnífico, casi que pasa desapercibido.

en la feria, alguien ha dejado una nota para mí, y después recorremos algunos stands. al rato, viejos amigos venezolanos aparecen y nos vamos a beber una por los tiempos pretéritos en el pasaje que han montado, similar al de medellín, en que se mezclan tarantines que venden café, vino, dulces y todo tipo de comidas típicas, con gritos de gentes que se saludan, poetas que recitan, la radio que transmite en vivo de la feria y todo el ruido de la ciudad que se cuela entre los árboles. el sol alcanza cada rincón y el calor aumenta a velocidad segundo.

de tarde, rosario da su conferencia, y el cubano que habla es tan, pero tan aburrido, tan alambicado, tan salido de hace mil años, que ahí nomás, me quedo dormida. mi amiga myriam, la negra, una periodista me dice: mira, chica, que has roncado. y yo me quiero morir, y ella agrega: una broma, nada más. nos vamos de la conferencia con pena, porque yo quería escuchar la exposición de rosario, pero está última, y he quedado en encontrarme con la poeta astrid lander. que aparece, elegante y sonriente como en atacama, y ahí me doy cuenta de que no tengo editorial que nos presente, de modo que hay que presentarse de alguna manera, que ella sortea de lo más bien. entonces empiezo a reconocer caras, a las que de pronto se le suman los nombres. caracas, 1979, viejos amigos han leído que estoy aquí y han venido a saludar. ha de ser lo más emocionante de todo, tanto como reconocer la ciudad. entonces las conversaciones se vuelven tan tropicales como el trópico, porque es un picoteo de lo de antes con lo de ahora, y casi todos hablamos a la vez, pero nos escuchamos con atención, no sé cómo. alberto, julia, rómulo, alicia, ruben, y otros que aparecen luego. no sé si disfruto tanto la presentación por su presencia, que es como rendir un examen, el más difícil de todos, el de los pares, tantos años después.

en el correo del orinoco hay una entrevista a achugar. él dice que después de salir del país, uno se queda sin casa. es cierto. pero caracas es como una casa, una casona. que hoy transitamos, hacia la hoyada, a las apuradas, porque queremos comprar música y ron. van juntas, naturalmente. en la hoyada nos metemos en una suerte de mercado laberíntico, y le digo a mirla: aquí huele a santería, y dice, sí, a santería. entre los pasillos ella pregunta dónde hay buena música, y un negrote alto y simpático le dice: donde el chino. y allí, sentado en un enorme pipote, con una cachucha y cara de semi chino, está el chino. dirige todo lo de la música: música llanera a la izquierda, él tiene salsa. y entonces recuerdo una salsa que me gustaba mucho, de la que, sin embargo, no sé ya el nombre ni quién cantaba. digo: mirla, una que decía algo así: mi gata está enojada, porque no puede vacilar... y ella dice: sí, sí, espérate, y se la pone a cantar, y va donde el chino y le dice: chino, esta salsa busca mi amiga... y se la canta y la baila, ese pedacito, ese trocito de estrofa y él dice: claro, héctor lavoe, espérate un segundo. el segundo se convierte en un minuto que se convierte en otros, porque en ese tarantín que vende de todo, los cedés no están ordenados bajo ninguna otra lógica que la del chino, el tiempo corre contra reloj y él dice: sin ansiedad, con calma, mientras un hombre que tiene un programa de radio también le pide material. es claro que todo, absolutamente, es pirata, y lo más parecido a beijing que he visto. en realidad, podría ser beijing. por fin aparece el cd, y por quince bolos me llevo 106 temas de lo más granado de la salsa, y vaya que sí. ahora nos falta tu ron, dice mirla, vamos a por él. otra vez pasillos y calles, y donde antes no había aceras, y mucho menos en el centro, las hay. ella dice: es aquello de que hace unos años se dieron cuenta de que había que hacer obra pública...  y reconstruyeron la vialidad. total, que ya no puede decirse más que en caracas no hay aceras y que caminar por la calle es imposible. y a los buhoneros los han destinado en estos mercados, de modo que todo está limpio. allí está el abasto, la droguería, la bodega. los rones... de precios tan distintos que no se entiende. ella dice: yo compro ese, que es ron del puro, del bueno. moneda de plata vale 28 bolos, y el pampero añejo, 250. es bueno, pregunto, porque el precio es... extraño. mírame, me dice, y confía en mí. y lo preparas así:aguaquina, un poco de jugo de limón, mucho hielo, si tienes angostura, mejor, y tan luego el ron. te bebes uno, dos, tres, cuatro, te cuelgas en el chinchorro a leer, y te acordarás de mirla. entonces me convence, y compro varias botellas. estoy segura de lo que diría la negra myriam, la que ha negado todo desde que me la encontré: eso no es ron, es gasolina de avión.

myriam me lleva a sabana grande y a chacaíto. quiero ver en qué se ha convertido todo. a mí me gustaría volver a ver el gran café y el juan sebastián bar, pero ella, una antichavista casi violenta, está empeñada en que yo vea lo feo y horroroso que está todo. y yo no logro ver la fealdad, y lo que a ella le parece la peor decadencia, a mí me suena a una buena solución urbana. creo que se resigna un poco, porque a mí me conmueve recuperar olores y sonidos, aquellos en los que terminé de crecer. volvemos en metro, y supongo que se alegra cuando da una frenada de aquellas. sonríe y dice: te lo dije, ni el metro! (y yo pienso:ojalá montevideo tuviera uno)

cenamos arepas, pabellón, en una arepera, con los amigos que hemos ido reuniendo en la feria. han pasado muchos años, pero la conversación se mantiene viva y alimentada por los enormes cambios del continente de este tiempo en que no nos hemos visto ni sabido nada unos de otros. reconocerse un poco en los otros es como alegrarse de tener un espejo que todavía refleja.

nos despedimos, quién sabe cuándo será la última vez.

al mediodía se comienza a armar una gran manifestación porque chávez ha vuelto al país y la gente vestida de rojo, con pancartas y banderas marcha, cantando y gritando. si este cristiano se muere, decimos, acá se arma un problema de novela. nadie sabe qué va a ocurrir, y a mí me da un poco de pena este presidente, que se cree tan poderoso como un dios, tan certero y absoluto como un dios, tan iluminado como un dios, y se olvidó de que es un ser humano. siento que estos gobernantes tropicales, tanto da que sean dictadores o autoritarios están pagando la culpa de tener que demostrar que son más machos que un macho cabrío, bien diferente a lo que ocurre en el sur. en todos lados hay fotos del retorno del líder. y la manifestación impide que haga una última recorrida por el este y vea la cota mil, porque anuncian que el tráfico a la guaira estará imposible y me mandan en un taxi casi cinco horas antes. pero el tránsito es una maravilla, y llegamos en media hora a maiquetía. y qué se hace cuando no hay sillas ni nada, y se debe esperar tanto? se lee. el magnífico catálogo que rosario me ha regalado sobre la exposición de ángel rama. y después se escribe esto y se despido uno de caracas, adiós, la bella.

jueves, 15 de marzo de 2012

caracas, la feria

uruguay tiene un stand de la cámara del libro bien nutrido, que incluye, no sólo libros de variados autores y temas, sino murales de los autores homenajeados (galeano, benedetti, ángel rama), un lamentable televisor enorme que transmite fútbol (como si lo único que tuviéramos para mostrar fuera eso, once tipos demenciados atrás de un balón), personal bien dispuesto e informado. la feria es grande, se extiende en varios niveles, incluye una zona al aire libre, en el parque (similar a la de medellín) y un par de salas en las que se presentan libros, se hacen conferencias, se habla. en la sala ángel rama, rosario peyrou presenta el diario de ángel rama, editado por monteávila, una editorial de renombre que hace años sacaba de lo mejor de la literatura latinoamericana (ahora supongo que también, pero no lo sé). la presentación de rosario es una delicia, porque para llegar al diario que escribió rama durante su exilio en caracas, es menester decir quién fue y qué representó (y acá en caracas fue el fundador y editor de la biblioteca ayacucho, que es una de las más ambiciosas e importantes de la literatura latinoamericana). y de pronto se encuentra uno escuchando con completa fascinación toda la historia de un hombre hijo de inmigrantes gallegos, que hizo de la literatura, de la crítica literaria, de su afán por lograr una construcción latinoamericana literaria, que fundó arca y publicó a los grandes -garcía márquez, vargas llosa, cortázar, antes de que fueran alguien-  su vida y su propia obra. uno sabe quién fue ángel rama, uno llegó a conocerlo tangencialmente, sabe y calibra y admira el valor de su obra, de su inteligencia y de su aporte a la reflexión, y, sin embargo, al escuchar a rosario parece que estuviera oyendo algo nuevo, distinto, y quiere salir a leer lo que no leyó, empezando por el diario. el público también se embelesa. porque rosario embelesa, tiene esa cosa docente de transmitir una pasión y una calidez, de acercar y de provocar. la gente aplaude, se encanta, termina de ver vivo, en carne y hueso, a ese hombre flaco y alto, de mirada intensa (en mi recuerdo de tantos años). hay algo que dice rosario, que queda en el aire: las casas vacías. irse de montevideo, y el largo periplo -caracas, estados unidos, parís- era eso, llenar casas vacías (y pienso en la canción de cabrera, mudanza). de a poco la sala se ha ido llenando, como ocurre en las ferias, y el público pende de las palabras de la presentadora.

después, paseamos por algunos stands y librerías, llenas hasta el tope de gente de todas las edades, que compra libros, hace colas para pagar, revisa estantes y mesas de ofertas. por allí anda hugo ulive, el cineasta uruguayo, tan agudo como siempre. por allí anda también el insoportable luis britto garcía, convertido en la personalidad venezolana de la feria, a quien se lo homenajea una y otra vez. su curriculum pasa por la literatura, la dramaturgia y la ensayística. todo un señor intelectual, y por tal motivo, nos han invitado a una obra teatral que se da en la feria, en unearte -creo que el antiguo ateneo de caracas, pero no estoy segura, le han cambiado el nombre a casi todo-, "muñequita linda", dirigida por román chalbaud, famoso dramaturgo y director vernáculo. una larga cola, eterna, y luego la sala llena. y la obra, infumable. anacrónica, tonta, pasada de tiempo, con un intento triste y tedioso de actualizarla, lenta y sin nudo de ningún tipo, con dos o tres actuaciones interesantes (la criada; una consejera sentimental; y no más que eso), con la repetición del recurso de narrar la historia real de venezuela con documentales de época, que a la tercera vez son un castigo, y el mismo recurso con una radio a válvula. una rara mezcla de costumbrismo con parodia (se parodia a un maestro de escuela comunista; se parodia a un candidato a la presidencia, pero no se entiende por qué), en realidad no se entiende demasiado y me duermo en varias partes, de modo que no termino de comprender qué quiso decir britto, ni qué se propuso chalbaud. pero a la conclusión que se llega fugaz y malditamente es que britto garcía debe de ser uno de los pocos intelectuales afectos a chávez, y que no importa lo que sea, allí está. apoteósico es cuando los casi veintipico actores saludan al público (que aplaude con pasión) y el director grita: el autor, el autor! (como en las pelis de hollywood) y sube el autor, el puño alzado, combativo y combatiente y hay flores y ramos para ellas y ellos, flores rojas, naturalmente, el color de la revolución, y el telón sube y baja, y tal parece que estamos ante una obra mayor de brecht. triste final para un día de feria que incluyó una lectura de poesía de mujeres en un pequeño círculo en el parque, con un público atento,  que escucha mientras bebe cerveza y come pepitos.

son las nueve de la noche, y el teatro queda en la acera de enfrente del hotel. para llegar al hotel hay dos chances: o se cruza el elevado que une una acera con la otra, un puente de unos quince metros construido en cemento gris, que es lo que cruzamos de día, o se cruza la calle, cuando el semáforo cambia a verde. preguntamos y dos hombres jóvenes nos dicen: no crucen por el elevado, porque es peligroso. mejor cruzan rapidito la calle y como está iluminado y desde todas partes las ven, es menos riesgoso. nos miramos con rosario y nos parece increíble. es peligroso cruzar un puentecito a las nueve de la noche que une un centro cultural de la envergadura del teresa carreño con un hotel de la envergadura del alba (ex hilton) donde hay guardias, taxis y un movimiento incesante. cruzamos la calle a las corridas. no, no, no se puede vivir en una ciudad donde después de que cae el sol no se puede andar por la calle, no se puede cruzar una calle.

el ascensor me lleva, por error o por afán, hasta el piso 23, donde suben dos muchachitos que parecen taxi boys salidos de una peli de almodóvar. en el tablero del ascensor, desde el piso 21 hasta el 26 son "ejecutivos", está marcado de ese modo, muy evidente, y estos jovencitos, con dos bolsos y cinturas quebradas, que saludan amablemente y se arreglan el cabello ante el espejo y están pálidos como vampiros, descienden en el 26, en la sala ejecutiva, raudos, excitados, desafiantes. son distintos a todo lo que he visto en el hotel, durante el desayuno, el almuerzo, la cena y el trajinar en el lobby y en las distintas salas y tiendas que hay en el hotel. ni siquiera parecen amigos, o tan solo una pareja clandestina, o no sé qué, que explique sus gestos apresurados y fingidos, sus miradas entre directas y escondidas. cuando me encuentro con rosario para ir a cenar, le digo: había algo raro allí, y le cuento. sí, es raro. pero todo se disuelve, como si hubiera sido apenas un deja vu, o algo inventado, o un pedazo de relato, porque en la terraza donde cenamos, los jueves hay música venezolana, llanera, y entonces me olvido de los vampiros pálidos y excitados, de sus cinturas quebradas y los ojos delineados, y suenan el arpa, el cuatro y las maracas, y tan luego aparece el cantor, con esa voz más aguda del llano, y los joropos se meten en la noche fresca, de cielo sin estrellas y el agua de la piscina un poco picada porque se ha levantado la brisa. los mozos diligentes llevan y traen bebidas, y hay gentes de todas partes, y la música tiene esa belleza de la tierra con horizontes amplios, con historias de amor de campo, y hasta la vaca mariposa de simón díaz aparece (y el pobre simón está viejito y con alzheimer, ay, qué pena, qué pena que ya no suene su voz ni resuene su simpatía y su liquiliqui blanco se vea como una bandera), y una mujer entrada en años y en carnes se levanta y baila ese joropo, algo tan difícil de bailar, y se olvida uno del elevado peligroso, de que hay una especie de toque de queda natural, de sobrevivencia,  y se deja llevar por la aparente alegría de la música llanera que, en el fondo, muy en el fondo, tiene una melancolía, la melancolía de todos los campos de cualquier parte, esa soledad del hombre ante la naturaleza.

y después aparece cristina, la presidente de todo lo vinculado a la feria, y conversamos y habla de la inseguridad, del peligro, y de cómo, de a poco, han ido cambiando las cosas. es sencillo, dice, se trata de recuperar los espacios públicos, que habían sido tomados por la delincuencia. entonces, el plan estratégico (y desde hace dos años hay una universidad donde se forman los policías) se propone, de a poco,  ir reocupando los espacios públicos, con cafés y actividades, y tiendas y vida pública. "no ceder los espacios", dice. la conversación se vuelve más política, mientras el llano sigue sonando con fuerza desde el escenario. le pregunto dónde se puede comer bienmesabe. piensa y dice: mañana le pregunto a las niñas y te respondo. tan difícil como siempre, le respondo, el bienmesabe se hace desear, siempre. y ríe. algo tan sencillo, algo tan sabroso, y de tan difícil captura.

ya las luces de la cota mil se ven, se ven las luces de los rascacielos y de los rancheríos, de los autos, del encendido, de los parques. y salvo los carros, la ciudad se vacía de gente, cambia de sonido. desde el ventanal del décimo piso parece un contrapicado de una serial norteamericana. una frenada, unos bocinazos, el semáforo cambia a rojo, un carro de policía atraviesa una cebra y sigue, una arepera valiente sigue abierta. la noche, en cualquier ciudad grande, se parece.

caracas, segundo día

desayuno a la venezolana: huevos revueltos, arepas, mantequilla, jugo de parchita, guayoyo en taza grande, carne esmechada y pollo idem, pabellón, salchicha asada. después de eso, larguísima caminata por el casco antiguo. la memoria sigue firme, pero asombrada. antes, el centro, era donde no se podía estar. caos, suciedad, fealdad, dejadez. bicentenario y gobierno "socialista" de por medio, se lo recastó. zonas peatonales, tráfico ordenado, casonas recuperadas, guardia civil (con boina roja y camisa caqui, botas militares y caras salidas de lo profundo), da gusto caminar y ver y meterse en todas partes. plaza venezuela, el reloj solar que atrasa cinco minutos (no entiendo por qué, será porque acá todo es posible); ni un sólo desperdicio ni papel ni nada en la calle; tampoco hay gatos, dicen que dicen que desde que llegaron los chinos, desaparecieron los gatos; hay papeleras por todas partes, y la algarabía de siempre: el venezolano dirige el tránsito, le dice al otro lo que debe y no debe hacer, y  mientras tanto, nosotros, la comitiva, avanzamos. nos guía mirla, a nuestro cargo por la feria, una especialista en literatura latinoamericana hasta el año 1920, que resulta, además, una mujer que sabe muchísima historia venezolana y caribeña, y que claramente disfruta de mostrarnos lo que nosotros no veríamos. feliz, nos dice que el paseo comienza por montarnos en un carrito por puesto (el pasaje cuesta desde hace tres años, me responde, feliz, tres bolívares; el dólar oficial da cuatro, de modo que más o menos es como nuestro boleto). la comitiva incluye un especialista cubano y un ecuatoriano, y pronto nos damos cuenta de que el ecuatoriano es un peligro, distraído, que se pierde a cada esquina y nos hace perder mucho tiempo buscándolo. y cuando no se pierde, hace cosas insólitas que nos restan el poco tiempo que tenemos para recorrer lo que mirla se ha propuesto. pues bien, la casa del padre de la patria, simón bolívar. explica que una casa que tiene un patio con aljibe ya significa poder y dinero, pero en ésta hay tres patios sin contar las caballerizas. es algo magnífico, con cuadros originales en las distintas paredes, los muebles de época y un sabor a historia viva que da gusto. unas cuadras más allá, está la casa donde vivió josé martí en su pasaje por caracas, y ella recita de memoria: "cuentan que un día un viajero llegó un día a caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de bolívar...", y allí, en esa casa, nos recibe zaida, una mujerona simpática, nacida en maracaibo, que nos regala libros (libros!)  y claro que aceptamos libros y un guayoyo de lo más sabroso y una charla como saben tejerla los venezolanos cuando están en vena, y da la impresión de que siempre lo están. memorias.

de allí -vueltos a perder al ecuatoriano por tercera vez y en realidad deseosos de que se termine de perder del todo, como pulgarcito- vamos a la plaza bolívar, donde está la estatua del prócer y todo un merequetengue de cultura popular. montada en medio de la plaza, como el circo que llegó a macondo una vez, hay una tienda donde hay un grupo que canta y baila una mezcla de salsa y merengue, y que televisión nacional transmite, a los gritos, en vivo y en directo, mientras una multitud, alborozada, baila y disfruta. son las once de la mañana de un día laboral, pero acá parecen pasarla de lo más bien. preguntamos qué significa este festejo y nos responden que es la concepción chavista de la cultura popular. vemos que varios de los asistentes van envueltos en banderas de la patria, y también llama la atención. reconozco, por acá cerca viví, entre la avda. barralt y la urdaneta, y algunos perfiles se han mantenido, y otras cosas han cambiado mucho, pero el aire es el mismo. mirla nos dice que pronto cambiaremos dinero. "a ver, mujeres", dice, "ustedes son de las que necesitan y quieren todo registradito y en regla, o puede ser de otro modo?" de inmediato le digo que somos muy desordenadas. el desorden es una virtud. nos metemos por una galería, después de que ella saluda a un mulato simpático y pronto nos encontramos, al final del pasillo, ante un mostrador en una tienda que no vende nada. dos hombres atienden, mulatos también. "mira", le dice, "aquí mis amigas tienen algo para cambiar". él nos mira: "¿cuánto?" le decimos. "bien", responde, "tanto". y le entregamos los billetes, y secundados por el cubano y el ecuatoriano, que parecen dos guardias pretorianos y mirla, que es delgada y se maneja en el mercado negro como cualquier cristiano en cualquier parte, duplicamos lo que sería el cambio oficial. "a la orden, mirlita", se despide nuestro agente financiero. "volveremos", responde ella y nos sonríe. entonces nos lleva por las callecitas ahora peatonales, donde se vende de todo, en la calle, como parece ser en toda américa latina que conozco menos uruguay, argentina y chile, al menos en sus capitales, y por aquí y por allá nos va contando la historia de esta zona. visitamos la alcaldía, otra casa colonial, con esos patios abiertos y la vegetación frondosa, y con el ávila siempre verde al norte, y del otro lado, al sur, las laderas de los cerros crecidas de rancheríos. por fin la biblioteca nacional, un edificio a la bauhaus, portentoso, enorme, cerca del colegio lasalle, rodeado de un parque en el que crece, orgulloso, un samán, árbol vinculado a las leyendas de este país. la biblioteca es literalmente enorme, y uno piensa en borges. pero borges en el trópico? quizá se hubiera deleitado con el bullicio, los olores y los gritos de los vendedores ambulantes. vamos a la sección de libros y manuscritos raros... y vemos el cuadro original de andrés bello, y rosario m e pide que le tome una fotografía. y allí, en una vitrina está la "gramática de la ortolojía y la métrica del idioma español" y distintas versiones del quijote, y muchos manuscritos y tantos libros que uno no saldría más de allí. en otra sala, la de prensa, están todos los periódicos desde el siglo xix... es extraño salir de allí, tan silencioso, tan fresco, nuevamente a la parte vieja de la ciudad, a pocas cuadras de la pastora, a pocas cuadras de los rancheríos que siempre empiezan en la cuesta donde termina la última acera transitable.

hacemos un alto para beber algo fresco; café helado, había olvidado el sabor que tenía, y de pronto un arco iris de gustos se agolpan en el paladar y pienso que cuatro días no son suficientes para tanta memoria y recuerdos juntos. cruzar la urdaneta es realmente turismo de riesgo; y descubrir que el nuevo circo, la antigua terminal de buses, que era lo m ás parecido a un caos salido de un círculo infernal de dante, se ha convertido en algo más desarrollado que tres cruces sorprende. ¿cómo ha ocurrido todo esto?, le pregunto a mirla, y ella responde: en el 2010, el gobierno se dio cuenta de que caracas estaba desurbanizada. y decidió urbanizarla. ojalá en montevideo el gobierno se diera cuenta de que tenemos problemas de desurbanización y cambiara las cosas. tal parece que en dos años y con recursos, algunas cosas mejoran. de todos modos, el tránsito es el tránsito, los mensajeros en sus motos están en todas partes, y andan que parecen insectos de la quinta dimensión; y como es el bicentenario, hay gente que viste ropa de época: un llanero, una guajira, unas mujeres vestidas como en la corte del siglo xviii. las tiendas de abarrotes se mezclan con los comederos desde los que salen los olores más deliciosos que uno puede imaginar en el trópico, y se amontonan las arepas, los quesos, los dulces dulcísimos y las frutas de todos colores.

tomamos el metro en capitolio, y cuatro estaciones más tarde, en bellas artes, quedamos a media cuadra del hotel. hace mucho calor. el fresco de la mañana dio paso al color denso del mediodía y el sol, que parece que está en el zenit desde hace horas, hiere los ojos y la piel. en el lobby la gente entra y sale, apurada, con carpetas y distintas tarjetas colgadas al cuello. todos bolivarianos, todos con distintivos, todos miembros de alguna institución del poder popular de algo. llama la atención el poder popular de la inclusión y el género.

hay algo extraño en esta mezcla de cosa que parece funcionar bien, de ciudad por fin limpia y relativamente organizada, con el culto a la personalidad de don chávez, que recuerda a otros similares. mirla nos dice, cuando vemos las fotos y los documentos de la exhumación de bolívar: dicen que el cáncer de chávez es resultado de que usurpó las cenizas del padre de la patria. eso dicen los santeros. le respondo: si dicen los santeros, el hombre no tiene cura. y ella responde: eso creemos, que no se juega con las cenizas, y que no tiene cura.

después, con rosario bebemos un jugo y una polar heladas, con una foto de un chavez furibundo que nos recuerda que la patria es esta, latinoamérica. vaya, pero la polar es anterior, y sigue sabiendo igual de buena. y la parchita y la lechosa son la parchita y la lechosa, y la salsa y los manglares seguirán estando. eso tranquiliza. lo demás, es historia.

y como demostró goytisolo, la historia es mentira y sólo existe la ficción. será por eso que uno se vuelve, un día, escritor.

miércoles, 14 de marzo de 2012

caracas 1, primer día

ver la guaira y maiquetía desde la ventanilla del avión ya emociona. los recuerdos, olvidados, surgen de a uno. debe de haber una memoria casi física, metabólica, que hace que uno se ubique.
no bien salimos de la manga, una azafata de protocolo del aeropuerto no espera, de modo que - no sabía que éramos tan importantes- no debemos hacer colas eternas de inmigración, ni nada de lo que ocurre en los aeropuertos. sorprende que no haya un cuadro de chávez en la entrada, aunque sí un enorme cartel de la patria bolivariana. salir es sencillo, aunque las maletas se demoran más de la cuenta. afuera nos espera gente de la feria del libro. y, como hace 34 años, el contraste con el aire acondicionado y la humedad envolvente, que cae como un mazazo, de maiquetía, es la misma. y también la vegetación asombrosa, deslumbrante. es época de seca, pero no se nota. incluso el ávila está verde. los caseríos que antes, o al menos en mi memoria, eran marrones, ahora son multicolores, y han crecido hoteles al pie del aeropuerto, y los cerros están poblados de esas casuchas que se derrumban cuando llueve. la alegría venezolana es la misma que recuerdo de hace tantos años. tenemos suerte y la autopista está relativamente despejada. atravesamos boquerón 1 y 2 en un santiamén y entramos en caracas, la bella. cómo ha crecido. donde antes no había nada, ahora se amontonan las casitas y los edificios. entonces sí, se ven los próceres a los lados de la avenida. incluso junto a artigas (no sé por qué está dos veces) está nuestro presidente, el señor mujica. lo ve rosario, yo no, y no me extraña, tengo una especie de ceguera para el señor presidente del uruguay.
caracas es ruidosa, siempre; hay muchos carros, mucha gente caminando, y, en mi recuerdo, para lo que era esta parte -parque central- está limpia. al menos, más limpia que montevideo, lo que es mucho decir.
primer problema: no estamos en un país cualquiera. no se puede sacar moneda extranjera de un cajero automático, y el tipo de cambio oficial es la mitad de lo que se consigue en el negro. por suerte -y da vergüenza- la presidente de la cámara del libro me presta algo de dinero en dólares, y  nos da un par de indicaciones de sobrevivencia elemental: no salir de noche, cuidar el pasaporte. andar con cuidado. pero de algún modo eso ya era así antes, de modo que nada sorprende. cruzamos el elevado y nos metemos en el teresa carreño, donde funciona la feria. llegamos a tiempo para escuchar una conferencia de napoleón baccino vía teleconferencia, en la que participan miguel barnett, el que escribió la historia de raquel, un magnífico libro que se considera fundante en su género (él lo niega y lo atribuye a la supina ignorancia de los yankis, que fueron quienes lo definierono así); juan goytisolo, que hace un racconto apasionado y rizomático de lo que NO es la novela histórica, y cómo la historia en realidad es una gran mentira, y cómo la ficción subsana lo que la historia no narra, y luis britto garcía, escritor y ensayista venezolano, figura homenajeada en esta feria, que hace acotaciones que son un compendio de lugares comunes y banalidades por el estilo. se lleva las palmas goytisolo, quien, como buen español, tiene el arte del decir instalado, y la gracia de los españoles que le corre por la sangre. baccino nos adormece profundamente, porque habla de maluco y no sale de un sí mismo un poco tedioso. hay público que hace preguntas, y una estudiante de ciencias políticas que plantea una pregunta que en realidad es una aseveración eterna sobre la identidad latinoamericana que suena a los años sesenta y por lo tanto no sólo no aporta en nada a lo que se ha dicho sobre la novela histórica o la ficción histórica, sino que hace que goytisolo responda: su pregunta es tan compleja, que ni sé qué comentarle. ella se sienta, contenta; parece una líder estudiantil pasada de moda, pasada de época, convencida de que sí existe una identidad latinoamericana, y cuando dice que cualquier escritor latinoamericano debe escribir y reflejar esa búsqueda y esa afirmación de la identidad, me corre frío por la espalda. sonamos, me digo, volvemos a la torta frita, a la guayaba, a la alpargata, a la milonga, lo mágico y el bolero. esa rara certeza instalada, mientras el mundo se debate en precisamente en que ya no se sabe lo que es la identidad, y que todo se ha vuelto una mescolanza, choca irremediablemente con su discurso pasado de época. goytisolo es muy claro: prefiero hablar de consumismo global y no de capitalismo global. cada una de sus intervenciones ha sido un cachetazo al mainstream de cualquier tipo. un placer. irónico, con un humor muy fino y un paseo por toda clase de autores y de temas, sin dejar de lado un amplio conocimiento de las migraciones, da por tierra con cualquier postura medianamente cuadriculada. uno saluda que existan intelectuales de este tipo. barnett se disculpa y se va a una reunión en su embajada. nosotros vamos a descansar un poco y pensar qué haremos mañana.

estoy en caracas, pienso, y no puedo creerlo. ya veré a mis amigos pretéritos y mis nuevos amigos, pero todo es conocido, todo es como nunca dejó de ser, más allá de los cambios, del gobierno, de lo que sea. entonces capaz que existe algo parecido a la identidad, pero como nadie la sabe decir, y se olvida de la emocionalidad, la complica con definiciones categóricas. rosario es más simple: nada de todo esto es científico. la historia no es científica. y y dejo caer algo del bolsillo y respondo: a diferencia de la física: sé que, cuando dejo caer algo, acá o en cualquier parte, va a cumpir con newton y precipitarse hacia abajo. eso es infalible. estoy en un piso diez. no voy a demostrarlo en carne propia. pero la vista es magnífica: caracas a los pies. ruidosa, brillante, peligrosa como siempre.

sábado, 10 de marzo de 2012

crónicas de una mudanza o qué diablos hacer con los libros

lo primero que uno piensa, enfrentado a la biblioteca es: y cuándo y por qué compré tanto papel? lo segundo, es que un libro cuesta carísimo, pero a la hora de querer venderlo, por ejemplo, resulta que no vale nada.
y cuando se trata de tres bibliotecas diferentes, de tres generaciones distintas, el problema se hace mayúsculo.

también se piensa en que una biblioteca, analizada así, muestra una ideología, una postura estética, una búsqueda. eso siento ante los libros de mi padre y de mi abuelo (y cuando empiezan a llegar los primeros amigos a llevarse los libros que quieran, los comentarios se relacionan con eso: estos son los libros que había en la casa de mi padre, dice uno; ah, en lo de mis abuelos había de estos libros; dice otro. y claro, aparecen esos libros inexplicables: a quién se le ocurrió comprar esto? (el misterio de los platillos voladores, por ejemplo, o la vida de los indios mizquitos)

cuesta desprenderse de los libros -y uno recuerda la casa de papel de carlos maría domínguez, en todos sus términos: "cuando un libro no se encuentra, es peor que eso..."- hasta que uno se planta ante cada uno y lo interroga: me gustaste? te volvería a leer? conversás con tus vecinos? me ampliaste el horizonte? preguntas crueles, qué culpa tiene el pobre libro de enfrentarse a su condición, de enfrentar a un lector contumaz? los libros que no fueron leídos, salvo excepciones excepcionales, ya no lo serán, es decir, no son libros. ese es el primer criterio de la selección (desgraciadamente son los menos).

 entonces llegan los peones a embalar. pedí 400 cajas, pero pensaron que exageraba, de modo que no les alcanzan ni para la mitad. son dos jóvenes, muy experientes, muy cuidadosos, y rápidamente organizamos por paños cómo deben guardar los libros, si no, dentro de un mes, esto va a ser más que complicado. los dejo trabajando y al rato aparece uno, gordito, un poco tímido. dice: señora, una pregunta, si no lo toma a mal. dígame, respondo, en qué lo puedo ayudar. usted, ¿leyó todo esto? y señala la biblioteca. sí, le digo, lo leí. abre los ojos (como dos platos, para usar un lugar común): y cómo le entró? y claramente me mira la cabeza y calculará cuánto lugar ocupa todo ese palabrerío en un cerebrito. el otro peón, más avispado, dice: es que leer es muy importante (mientras escucha una cumbia villera de su celular) (sí, detesto la cumbia villera, y mucho más si es en mi propia casa). siguen trabajando, y al rato llegan dos peones más, un hombre de unos sesenta años y otro un poco más joven. embalan rápido hasta que se quedan sin cajas. piden para ver cuántos libros restan y les muestro las otras bibliotecas en los otros cuartos.

después los escucho conversar. se han parado delante de un cuadro de mi hermano, "montevideo arde", que es un fotomontaje: montevideo desde arriba, en la que claramente se ven arder edificios, hay nubes de humo y llamas. ocupa una pared y de tanto verlo, me olvidé del impacto que me causó cuando me paré delante de él por primera vez. uno de los peones jóvenes dice: che, pero eso es montevideo bombardeada! cuándo fue eso? discuten entre sí, y el peón de mayor edad, dice, con voz clara y firme, para que no quepan dudas: pero claro, eso fue cuando la dictadura, cuando bombardearon el palacio legislativo! los otros jóvenes se interesan: en serio? bombardearon el palacio legislativo? el otro sigue: y sí, claro, así empezó la dictadura.

salute, me digo desde la cocina, tenemos historia. ahora estos cuatro están convencidos de que porque vieron una foto (tomándola por foto y no por creación artística) y tuvieron que explicarla en el contexto de la realidad, crearon una ficción maravillosa sin darse cuenta. y sin darse cuenta, tampoco, que de peones pasaron a personajes de una narración que no voy a escribir porque la estoy convirtiendo en crónica. y como solemos afirmar con andrés alsina cada vez que nos vemos: la base de la ficción es la crónica, siempre. desde tiempos inmemoriales, la única ficción verdadera está en la crónica...

viernes, 17 de febrero de 2012

mujer equivocada: mercedes rosende

por fin una novela que atrapa. me explico: recuerdo con nostalgia la adolescencia cuando uno se sumergía en una lectura y no dejaba de leer hasta que el libro se terminaba. con la dupla perversa: quiero saber el final/no quiero que el libro se termine. porque después: ¿qué hago?
eso es lo que sucede con esta novela. precisemos: escrita por una amiga-colega, la lectura se dispara en muchas direcciones.
pero nada, es buenísima.
no se puede revelar demasiado de la trama, sin decir el final. el asunto: una gorda obesa (úrsula, muy bien construida por la autora) se encuentra envuelta - ficción dixit- en un secuestro. un empresario -santiago- es secuestrado por dos socios (uno de los cuales desaparece misteriosamente) y por él se pide un rescate. la historia, hasta ahí, parece lineal. pero no lo es. rosende despliega un abanico de recursos narrativos que va desarrollando a lo largo de la novela, que mantienen al lector en el suspenso total.
la novela permite dos lecturas: una, para el lector sin experiencia en la novela negra, policial; otra, para el fanático de lo otro, el lector de chandler, ross mac donald, baldwin, hammet. ambos lectores se sentirán agradecidos por la inteligencia de la narración. los segundos disfrutarán de las guiñadas, de las pistas, de los vínculos (hoy llamados "links") con otras obras anteriores. es imposible, aquí, no mencionar a algunos personajes: úrsula lópez (la mujer equivocada, en todos los sentidos); su tía irene; su padre, su hermana luz.
ambientada en una montevideo fácilmente reconstruible, la novela trasciende la geografía vernácula y se convierte, como en las yankis,en una universal. sea el mercado del puerto o tasende o la ciudad vieja, da lo mismo. hemos leído suficiente de crímenes perpetuados en sunset boulevard o en los angeles. si la novela es buena, la geografía es circunstancial. los personajes son verosímiles y queribles, más allá de sus defectos (qué criminal no los tiene)! las vueltas de tuerca y las guiñadas hacen que la lectura se convierta en una carrera contra reloj: uno quiere saber si lo que intuye, se cumple. todo cierra, no hay nada librado al azar, y y uno agradece a rosende no sólo la trama, el vericueto, la narración, sino el respeto a cierta inteligencia. me molesta no poder revelar aquí más de la trama, pero hay toda una "burla" a los clichés de lo obvio de lo policial.

amén de eso, hay secuencias de construcción de personaje, de descripción, que son ejemplos mayores para cualquier clase de redacción. y por si fuera poco, rosende introduce algo de lo subjetivo, cartas de uno de los personajes, úrsula, la mujer equivocada, que hacen la lectura màs cercana al lector.

además de todo,  la novela policial en su conjunto -siempre menos que la "literatura", tan denostada como la ciencia ficción- es un trabajo que supone un gran ejercicio intelectual. pero que no deja de lado el goce narrativo.

vale la pena leerla. a mí me tuvo en vilo durante un día entero, lo que no es poco decir. habituada a la lectura "militante" (por ejemplo, las últimas de paul auster, uno de mis autores preferidos), me encantó encontrarme nuevamente en situación de no poder dejar de leer.

viernes, 27 de enero de 2012

frankfurt am main, primer día

desde bonn a frankfurt en el meno (suena espantoso en español), si se toma el tren "no-rápido", se gana en belleza. la vía corre paralela al rin, y uno puede ver que entre el rin (transporte fluvial) y las vías del tren, se ha construido una autopista, de modo que están cubiertas las tres formas de transporte. el rin es el rin, y por lo tanto es hermoso; serpentea, orgulloso y dan ganas de recorrerlo, aun en invierno. las pequeñas ciudades y los pueblos alternan con pequeños puertos y lugares industriales, pero siempre están el río y las colinas que le dan el contorno. aquí y allá hay fortalezas, no suficientemente importantes ni vistosas como para que sean remodeladas y convertidas en sitios de interés turístico, pero basta con ver los murallones y las torres con las ventanas minúsculas como para imaginar la edad media, las invasiones, los señores y los vasallos que se protegían de vaya a saber qué invasores, y las leyendas del río. la mitología del río, que tiene que ver con el oro del rin, el anillo de los nibelungos, sigfried y brunhilde, los dioses: odin.toda aquella poesía que uno estudió en el liceo.

sí, el río serpentea, está muy crecido, hay árboles comidos en las laderas, y que cada tanto se asome el sol no cambia en nada la fuerza que tiene. los barcos con mercancías vienen y van, y los caseríos, con una iglesia copuda en alguna parte, surgen naturalmente, para después desaparecer. cómo se vive en semejante lugar? qué tanto peso tienen la historia y la geografía? capaz que a nadie le importa, solo a alguien que creció leyendo sobre estos lugares.

el tren se acerca a frankfurt. gran sorpresa cuando hay una estación únicamente destinada a la opel. vaya con la opel. ¿cuánta gente vive aquí, cuánta trabaja? impresiona. es la opel, pero de todos modos llama la atención. luego viene la estación del aeropuerto; ya el rin se alejó y estamos en zona urbana. y por fin frankfurt am main. por si queda alguna duda, surge en lo alto el "bleistift", un edificio que es idéntico a un lápiz faber. es para mi el icono y la constatación de que he llegado. hace frío, mucho frío y la estación es grande. adiós a la estación de bonn, que tenía cinco andenes, todos parejitos, todos fáciles. aquí hay mucho movimiento. no es como en hamburg, donde con música clásica un intendente logró que los heroinónamos se alejaran (parece que ese tipo de música no se lleva bien con la heroína); acá hay de todo. una gitana ofrece no qué cosa y dos agentes de seguridad en seguida se le acercan para disuadirla. mio hermano me dice que acá a los outsiders les compran un ticket de tren y los mandan a otra ciudad, donde hay centros curativos similares, en todo caso, lejos de acá. pero no es un lugar acogedor. no bien nos encontramos en el andén 2, me dice que tenemos entradas para la ópera, para ver "el ocaso de los dioses", de wagner, la tercera parte de la trilogía. me cambio el abrigo y las medias en el andén, para no lucir tan zaparrastroza, y vamos a la ópera, un edificio moderno, en la plaza willy brandt, donde acampan los ocupas. un conjunto bastante amplio de tiendas y carpas, con pasacalles y afiches de protesta, porque allí se encuentran las sedes de los bancos más importantes. pienso que ser anticapitalista en invierno no es sencillo, pero la protesta no entiende de estaciones;el capitalismo tampoco, y seguramente y a la larga, el capitalismo dará un paso atrás. siempre lo hace, aunque lo disfrace de otra cosa, o lo niegue. si no lo hiciera, dejaría de ser lo que es. en definitiva, necesita al ser humano, le guste o no.
llegamos a la ópera, y hay una gran cola. debemos esperar. la obra dura seis horas, con dos intervalos. se trata de una prueba general, pero el público es público, y la obra es obra. magnífica. para quien sepa de escenografía, seguramente disfrutará más que yo. sin embargo, uno rescata cosas: el escenario es una gran superficie circular que se descompone en círculos que cambian de altura, y gira, cada anillo, en sentido anverso al otro; de modo que hay un arriba y un abajo desigual y un ir y venir desparejo. no hay telón, y de pronto comienza. primer acto, presentación. es un poco lento; y da la impresión de que quien interpreta a sigfried cuida la voz. pero pronto eso da paso a la obra en sí. wagner es wagner. impresiona. ¿en qué pensaba? ¿por qué escribió esta trilogía? aun para alguien que se precia de hablar alemán, es difícil de comprender. ni siquiera los subtítulos son de gran ayuda: wagner escribe su texto en forma de poema, en alemán antiguo, y con palabras inventadas. así y todo, el mito es conocido, y por más conocido que sea, uno se queda atrapado por los cantantes, por la puesta, por la tensión narrativa. en definitiva, el héroe natural, sigfrido, enamorado de brunhilda, cae en una lamentable trampa, se olvida de brunhilda, se promete con gudrun, cuyos hermanos desean el famoso anillo de los nibelungos, su futuro cuñado, hermano de gudrun, se lleva a brunhilda, quien, sin saber que sigfried ha sido vilmente engañado, diseña su muerte. sigfried muere por la espalda, y brunhilda en algún momento se da cuenta de la trampa  y hace su declaración (quizá wagner es el padre del teleteatro, vaya uno a saber). lo interesante es que está ambientada en el presente, que los cantantes son los de la ópera de frankfurt, la orquesta suena muy bien, las luces son las que transforman el escenario en río o campo, y las partes en que aparecen multitudes sobre el escenario -el coro- ponen la piel de gallina. el final es apoteósico, y sin que uno se dé cuenta, en un palco junto al escenario, aparecen los viejos dioses, que asisten al gran final con un aspecto y unas miradas que impresionan. uno siente un poco de pena por ellos, y no deja de recordar a mircea eliade.

seis horas de ópera que se pasan como si nada... terminamos la noche en un local típico de hessen, una taberna donde se toma vino de manzana (no me gustó nada), donde se comparten las mesas como en el viejo lobizón de la calle cuareim, y donde se come lo más típico de todo. las milanesas se llaman schnitzel, y no pido ese plato. con la música de wagner en los oídos, uno desea otro tipo de comida.

(a propos wagner, injustamente acusado de nazi. imposible que lo fuera, su vida va de 1813 a 1883. tuvo la desgracia, sí, de que el fúhrer amara su música y tomara un poco de su germanismo como ejemplo o como leitmotiv de su ideología. y también, porque los parientes de wagner se relacionaron con el sr. hitler. pobre señor wagner. tomó el mito del anillo de los nibelungos y aquí y allá cambió y adaptó algunos asuntos -los padres de sigfrido son mellizos! (vaya con el incesto). pero su obra es impresionante, la parte musical del "ocaso de los dioses" es realmente portentosa, y es gracioso darse cuenta de las partes que forman parte, valga la redundancia, de star wars - eso recuerdo yo- y mi hermano insiste con que también es telón musical en apocalypsis now. en todo caso, wagner es grandioso, y se merece un buen estudio)
la ciudad nos recibe con una especie de agua nieve, que, al otro día, se habrá convertido en nevada, y que hará las calles resbalosas y llenas de suspicacia.
frankfurt me gusta. está llena de contrastes, de cosas inesperadas.


franfurt-Lab

un poco alejado del centro, está este "centro", que se funda por iniciativa del "ensemble modern", " la academia de teatro de hessen", "la escuela superior de música y artes escenográficas de frankfurt", de la "casa de la cultura mousonturm" y de la "compañía forsythe", en el año 2009. me recuerda a cualquier institución alemana, cuadrada, con pasillos y ventanas, un poco bauhaus, con perdón de los especialistas. sin embargo, aloja algo intersantísimo. aquí no sólo se experimenta, interdisciplinariamente, sino que se llevan adelante proyectos creativos, vinculados al teatro, la danza, la música y disciplinas que mezclan todo eso, con grupos internacionales, que también invitan a estudiantes avanzados en las distintas artes a que presenten sus trabajos. es un verdadero laboratorio creativo. los artistas conocidos se mezclan o supervisan o asisten a proyectos noveles; la investigación, la producción y la puesta en escena son los objetivos principales del lab. entonces, en la sala 1, de 650 metros, con capacidad para 400 personas, se está preparando una presentación relacionada con la energía atómica; están ensayando la proyección y la participación de distintos actores-bailarines; son jóvenes y se les ve el entusiasmo. en la sala 2, un poco más pequeña, se ensaya una obra de teatro, que claramente no está en un estadio tan avanzado como la anterior; todavía está la mesa de trabajo y discusión, un enorme pizarrón con anotaciones, y, cuando entramos, un actor joven recita su parlamento, dando vueltas y vueltas en círculo por la sala. en alguna parte suena un piano triste. afuera está gris, llovizna y hace frío. tomamos un café en la cocina, y quien dirige todo esto, sabine, se queja de que no todos lavan las tazas después de tomar el café. sí, pienso, los artistas rara vez perciben las tazas sucias, y está bien que alguien se lo señale, si no, se convertiría todo esto en un caos. pero qué fantástico que exista esta posibilidad. sobre todo porque las instituciones que forman parte del franfurt-lab no son menores, sino mayores, y esto que han fundado habla de su vocación artística por encima de todo.

volver a la ciudad cuesta. no es que estemos tan lejos, apenas un par de paradas, quince minutos en tranvía; pero quizá sí lejos de la capital financiera, banquera, comercial que es frankfurt. se nota en el transporte. en otras ciudades, alterna gente de traje y corbata, mujeres en tailleur y extranjeros, con empleados. acá, el tranvía está repleto de trabajadores extranjeros. es que, según entiendo, la mayoría anda en auto o en bicicleta (dos declaraciones de principio) y el resto, los más o menos desgraciados usan el tranvía. sea como sea, sin la fortaleza económica de esta ciudad,  la cultura no florecería, no tendría un lugar. habrá que pensar que los nuevos mecenas son las marcas.

en el tranvia se apiña la gente; quizá no sabe que el frankfur-lab existe; o quizá no le importa, o quizá no sé. para uno, es magnífico. y dan ganas de quedarse a uno de los estrenos.

el tranvía atraviesa buena parte de la ciudad rumbo al centro, y cruza lo que podría ser 8 de octubre, pero en manos de turcos, paquistaníes y orientales en general.así que es pintoresco. las voces en el tranvía, donde se mezclan el turco, el polaco, el ruso y otro montón de lenguas que desconozco, son las que llevan el rito. hay menos alemán. ¿estoy en alemania o dónde? pienso en günter grass.

capaz que nadie sabe, capaz que ya no importa demasiado. una vez las fronteras abiertas, la gente se mezcla. la cultura también. y ese desafío es lo que importa, lo que llama la atención, y de cuyo cruce salen obras verdaderamente interesantes. de todos modos, uno se acuerda del no-lugar.

martes, 24 de enero de 2012

siempre se vuelve a bonn

cuando la conocí por primera vez, todavía era capital de la república federal, el cuerpo diplomático tenía sus embajadas y casonas aquí, las fundaciones importantes, su sede (algunas todavía permanecen aquí), en el aire había olor a rancios funcionarios públicos, los yuppies se apuraban por las calles, y uno estaba, además, en la ciudad que tan bien describió john le carré en una pequeña ciudad en alemania, un libro bellísimo, por cierto.
aquella primera vez, bonn me impresionó mucho. era la primavera tardía, los días se alargaban hasta las once de la noche, todo florecía, y el rin y los parques y bosques de los alrededores parecían salidos de libros ilustrados.
sí, bonn tiene algo. para muchos, sin embargo, decir que a uno le gusta mucho esta ciudad es casi un pecado. los argumentos que esgrimen para semejante aseveración son pobres. que es chica, provinciana, conservadora, con una vida cultural poco interesante. que ahora que ya no es capital, ha perdido lo poco que tenía.

volver a bonn es como regresar a casa. nomás el tamaño a escala humana de la estación de tren resulta agradable. no hay escaleras mecánicas, hay una panadería, una cafetería, hay pocos andenes, y la gente no anda a las apuradas. en la salida de la estación hay un döner (tienda de comida turca al paso), y el empedrado parece ser el mismo de siempre. qué la hace tan especial para mí? el rin, naturalmente. ese río que alguna vez estuvo muerto por la contaminación y que después volvió a vivir, por donde se ven pasar barcos y embarcaciones de todo tipo. en el lado sur, bonn-beul luce las casas menos pretenciosas, rodeadas de árboles; y más atrás, detrás del puente recientemente terminado, está el siebengebirge, un parque natural, que siempre me hace pensar en los cuentos de hadas de la infancia. nunca vi las cumbres sin un halo de niebla cubriéndolas un poco; ni siquiera en días de sol. por algún motivo que desconozco, siebengebirge es sinónimo de goehte y de wagner. asociación libre.

hay una rambla que acompaña la ribera del rin, que hoy está muy crecido. ha llovido bastante, pero además se ha derretido nieve en alguna parte, en alguna de las montañas suizas, y esa agua termina por llegar al río. la subida es notoria, y el río fluye con fuerza, arrastra troncos y ramas consigo. achim y yo caminamos y tomamos fotografías. pasamos por la universidad y el parque, por la iglesia que en navidad da maravillosos conciertos de música sacra, y nos adentramos en las calles adoquinadas que desembocan en la ciudad vieja (que es menos impresionante y "real" que la que está más al sur). allí, en un área no demasiado grande, hay casas de tres pisos, que ya tienen más de cien años, en cuyos alféiceres se ven floreros o velas, y que de noche, cuando se encienden las luces, dan la sensación de un tapiz vivo. también hay tiendas, quioscos, tabacalerías, y cualquier cantidad de gente en los cafés. achim me invita a uno en que, dice, se bebe el mejor espresso de la ciudad, preparado por italianos. no sé si es el mejor, pero en todo caso, pedimos un cappuchino y el que lo prepara hace un cuadro con la leche. en mi taza, un gran corazón; en la de achim, un arbolito. me pongo de pie para ver cómo hace semejante belleza, y el hombre dice que hay un campeonato mundial de decoradores de leche en el cappuchino, que él ha participado. y por si no le creemos, nos prepara otro. la leche, esta vez, dibuja un osito, cuyas orejas, incluso, sobresalen de la superficie. que todo esto esté acompañado de dulces almendrados solo mejora el asunto. entonces me doy cuenta de lo que me ha llamado la atención en todas las ciudades que he visitado: existe la tradición de tomar un café en un café (algunos parecen confiterías). sí, eso es. pero en todos los cafés hay parroquianos, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, disfrutando del café o del cappuchino. algo que, recuerdo de pronto, también ocurría en montevideo, pero que se perdió. tendrá que ver con que ya no quedan cafés que inviten a sentarse (salvo el brasilero o el bacacay...)? una pena realmente. la vida de café invita a conversar, a pensar, a distenderse, a interrumpir el trabajo o lo que sea, y detenerse a disfrutar.

salimos; amenaza con  algo de sol, pero se arrepiente de inmediato y todo vuelve a nublarse. entonces vamos a la librería bouvier, una de las más viejas de la ciudad vieja, que fue recientemente comprada por la cadena de librerías "thalia", que hay en todas las ciudades. en general, thalia es como cualquier librería actual, con lo último de lo último, y alguna cosa más. en el caso de bouvier, decidieron no sólo dejar el nombre, sino seguir, en cierto modo, la tradición libresca. así, en el subsuelo, hay libros de filosofía, teología, religión, comunicación y sociología, y otras ciencias humanas, que ocupan paredes y paredes. y no son caros. buena parte son libros de bolsillo, de suhrkamp o ro-ro-ro, de esos que después no resaltan para nada en un estante, y son todos del mismo tamaño. imposible no acercarse a ver qué hay y dejarse tentar por algunos autores. imposible llevarse todo. habría que mudarse aquí para disfrutar de toda la oferta, lo que uno conoce y lo que (más interesante) es desconocido aún. de inmediato pienso en marisol. seguramente ella me daría buenos consejos sobre qué libros valen la pena.

caminar por las calles angostas que de pronto se abren a una plaza circular en la que se alzan los edificios viejos, o las más modernas boutiques provoca placer. es un lunes de vacaciones, y nos tomamos tiempo. entramos a varias tiendas, solo para ver lo que hay a la venta. ropa, zapatos, adornos, cajas de todos los tamaños, discos, velas, jabones, muñecos, cartucheras con inscripciones ingeniosas, postales. como en cualquier ciudad. ¿por qué entonces esta me gusta tanto?

es la cuarta vez que vengo a bonn, y siempre pienso que alguna vez me dejará de gustar; me dejará de impresionar el rin marrón, me aburrirán la pequeña ciudad vieja, los cafés y los tranvías, los callejones y las avenidas llenas de curvas. sin embargo, es todo lo contrario. reconocer una esquina, una tienda de té, un pequeño restaurant en la plaza; ver cómo el puente, que la última vez estaba a medio construir, está terminado y tiene acumuladores de energía solar para ayudar a proteger el medio ambiente, o el parque frente a la academia de ciencias y otro montón de pequeñeces que a nadie le importan, hace que uno sienta que ha llegado a casa.  y claro, eso se celebra con los amigos y un buen vino regional.

hamburg, la libre

la historia dice que hamburg fue fundada en el siglo IX n.e. cuando el señor carlomagno mandó construir un castillo para vigilar el río elba. ese castillo se llamó hammaburg, y de ahí le viene el nombre. al ser tan antigua, es extensa su historia también, pero desde el principio, por su situación geográfica, atrajo a muchos comerciantes y gente que se dedicaba a la pesca. en 1189, federico barbarroja le otorga la condición de ciudad libre imperial; en 1241 establece una alianza comercial con lübeck, lo que da lugar a la poderosa liga hanseática, de donde le viene el nombre: ciudad libre y hanseática de hamburg. 
a lo largo de los siglos padeció incendios, y fue varias veces arrasada y reconstruida. durante la segunda guerra mundial fue bombardeada por los ingleses y los americanos, que, sin embargo, se cuidaron mucho de no destruir el puerto (hoy el segundo de europa), de importancia estratégica. hamburgo es hermosa. debería llamarse así: ciudad libre y hermosa. 

me resulta difícil describir cómo está diseñada, pero hay el río, donde se alza el puerto, una aussenalster (una especie de lago) y una binnenalster (el mismo lago, pero mucho más chico), que la dividen en dos. si entendí bien, en torno al binnenalster están el centro y la innenstadt, la ciudad vieja, y en torno al aussenalster, los demás barrios y vecindarios. puesta a elegir, el binnenalster y su entorno, y la cercanía del puerto, es lo que más atractivo me resulta. de ese lado también está el ayuntamiento, y un conjunto de plazas-mercado, tiendas y galerías, y viejos edificios (siglo xix) en perfectas condiciones. invita a caminar.

la recorro en auto y durante dos días, bajo lluvia, gracias a la buena disposición de anabel, quien, claramente, adora esta ciudad. las fotos que tomo deberían titularse "detrás de un cristal empañado", pero aun así, la belleza supera la inclemencia, incluso la (escasa) nieve que cae, como si de ese modo quisiera hacerse más misteriosa y difícil. sí, hamburg da ganas de quedarse un tiempo largo. tiene más canales que venecia, así dice, con orgullo, mi amiga, mientras me pasea y me explica todo lo que vemos. en cierto modo desordenado, creo que me da un panorama real. tiene unos 2 millones de habitantes, y si bien es una gran ciudad, no da la impresión de estar superpoblada. en todo caso, parece espaciosa, ventilada,y la imagino verde, y la rambla es extensa e invita a pasear y ver las villas y las casonas, cuyos jardines dan al río.

el puerto, de unos 20 km de largo, está integrado al casco urbano, sobre el río elbe. allí, no sólo se alzan los antiguos depósitos de varios pisos en los que los barcos dejaban las mercancías que traían de todas partes, sino la “hafencity”, un conjunto de edificios de viviendas, bares, mercados, restaurantes (algunos de los mejores están precisamente en el puerto), la futura sede de la filarmónica de hamburg, que le cuesta a la ciudad unos 100 millones de euros y que promete convertirse, cuando esté terminada en 2014, en una de los portentos arquitectónicos más impresionantes.

el puerto es tan limpio y dinámico como la ciudad; en algunos muelles hay barcos-restaurantes; en otros, enormes cruceros, en otros, las grúas cargan y descargan contenedores (hamburg-süd, que conocemos de nuestro mini puerto), hay gente que pasea, visita los distintos museos o algunas tiendas de tapices y alfombras de oriente. hay canales, puentes, hay niños y perros. no hay basura, ni se ven marineros ni soldados; el puerto es de la ciudad, y forma parte de una política urbana que decidió que integrarlo era lo mejor que se podía hacer. en todo caso, la ciudad no le da la espalda al puerto, casi siento que se siente orgullosa de él. en el puerto, también, están los mercados de pescados (las pescaderías, se dice en español), y parece que es un espectáculo venir aquí a las cinco de la mañana a ver descargar la mercadería y comprar el pescado fresco, mientras se bebe un buen café (quedará para otra oportunidad). parece que es costumbre que después de pasar una noche de juerga en la reeperbahn, en sankt pauli, se termine aquí en el mercado.

entre muchos lugares, visitamos el museo de las especies, que, según el folleto, es único en el mundo. se llega a él subiendo unas escaleras angostas y empinadas en uno de los antiguos depósitos del puerto. un cartel en la entrada del edificio dice: museo de las especias. guíese por el olfato. y es que desde abajo se huele. al pagar la entrada se recibe, en lugar de una entrada,  un paquete de buntes pfeffer, pimienta multicolor. y después se ingresa en una aventura visual, olfativa y táctil. sí. en todo el espacio que se divide según regiones y tipos de especias, además de mostrar los diferentes sistemas de producción, hay enormes sacos de alpillera para que el público meta las manos, huela y saboree todo lo expuesto. muchos niños visitan el museo, y hay una intención claramente lúdico-didáctica en la manera de disponer lo que se exhibe. mientras bebemos un vino caliente con canela, vainilla, clavo de olor y jengibre, meto las manos en los distintos sacos, lo que supone una experiencia nueva para mí. ¿quién ha sumergido las manos y la nariz en romero, o en salvia, o en pimienta, o en lo que sea? para quien guste de cocinar, el museo de las especias no tiene desperdicio ni se compara con nada. algunas están a la venta; lamentablemente no hay pimienta de Sichuan, pese a que estaba en exhibición. una vitrina con chiles de distinto tipo; macetas transparentes con plantas de pimienta y otras especias que se producen a partir de bayas; esquemas, afiches explicativos, una réplica de una antigua tienda, con los recipientes de la época y los nombres de las sustancias, todo eso se encuentra allí y más. da gusto caminar, recorrerlo, oler, tocar, sentir, recordar. dan ganas de ponerse a cocinar allí mismo, de experimentar con recetas de distintas partes. en definitiva, salimos del museo con hambre y buen humor. no importa que la lluvia siga, impertérrita, casi impertinente.

sankt pauli
que oscurezca no impide que sigamos el paseo. y nos intermanos por sankt pauli, donde queda la reeperbahn, la calle del sexo, el juego y la “perversión”. así, al menos, los cuentos que nos hacían los amigos alemanes en la adolescencia. hoy, lejanamente me recuerda al sunset boulevard de hollywood, y los peep shows y los cabarets porno que fueran tan bien pintados en “parís-texas” parecen un juego de niños. es domingo, y muchos de los “antros” están cerrados. yo esperaba la sordidez de las anécdotas, de las fotos vistas en revistas pornográficas de antaño. esto tiene el encanto de algo que ya no le llama la atención a nadie, y que se ha convertido en parte del turismo urbano. la gente que camina por las calles ni repara en los anuncios o fotos provocativas, que seguramente no le llegan al tobillo a cualquier página web hard core. pero tiene algo; quizá precisamente la mezcla de madres con niños que viven a la vuelta, mujeres de cabello blanco que vuelven de una confitería y se adentran entre las tiendas de neón rojo y amarillo. sankt pauli me hace acordar a mis compañeros de clase, a algunos profesores que habían vivido en hamburg, y pienso en la inocencia de esta calle del sexo. por supuesto que ninguna de las fotos que tomo podrá transmitir la sensación de nostalgia que me provoca. pero los neones encendidos, las curvilíneas mujeres que se exhiben aquí y allá, los casinos y los bares – en su conjunto un cuadro menos decadente y bello que las vegas, por ejemplo- todavía resultan interesantes. si antes acá venían los marineros y los hombres solos, ahora también es visitado por nosotras.

las viviendas del krameramt

cerca de la iglesia de san miguel hay un callejón donde se construyeron viviendas sociales en el siglo xvii. surge de la casa principal, que da a la calle, que data de 1625. allí dentro se apiña un conjunto de casitas (10 en total)  de dos pisos, con muchísimas ventanas, de tamaño reducido, así como las puertas, que también son chicas, destinadas, en su momento, a las viudas de los krämer (comerciantes) y fueron construidas por la sociedad de comercianes . quizá las viudas eran mujeres menudas, de baja estatura, me imagino al ver las dimensiones del lugar. hoy se ha convertido en un paseo que alberga buenos petit restaurants, una tienda que vende tés perfumados de distintas partes del mundo, otra que vende muñecas y piezas de cerámica o porcelana. el empedrado mojado lo hace más "viejo", y me imagino a las mujeres con cofias y túnicas oscuras charlando entre sí, sacudiendo las mantas, ventilando las habitaciones. hay un grupo de turistas rusos que gesticulan, se ríen, fuman y conversan. yo saco fotos, una vez más, empañadas, empapadas.


de cómo se relacionan el café parís y surimex

Fue fundado en 1882, y es una especie de reliquia concurridísima, donde los mozos hablan tanto alemán como francés, se toma buen café o cappuchino, vino o cerveza; se come (sopas u otros platos), y que para mí es una mezcla del antiguo oro del rin y el sorocabana. da pena que en montevideo esos cafés hayan desaparecido, porque al entrar al café parís, repleto de gente de entre 30 y 70 años, uno se siente en casa. pedimos croissants con jamón y queso, y gladys, una rosarina que vive aquí desde hace muchos años y que nos acompaña en esta tarde fría de domingo, dice que eso es muy uruguayo. pero no, los croissants son más bien parisinos, el jamón es ahumado y el queso es cremoso y muy blanco y no tiene el sabor a queso sándwich o alpa. el cappuchino con la cantidad suficiente de café como para que siente bien.las paredes y el techo del café están decoradas con baldosas de época, y en el techo lucen dos enormes pinturas; las mesas y las sillas (vienesas, quizá) se alinean, de modo que realmente parece salido de una foto en sepia. para entrar al salón debe descorrerse un gran cortinado oscuro, y eso hace la entrada teatral. hay gente que espera para tomar asiento. nosotras esperamos en el mostrador, y luego conseguimos una mesa para tres.  la conversación se desgrana divertida, previa a un lunes laboral. hablan del “surimex”, un supermercado regenteado por federico, un cordobés hijo de uno de los sobrevivientes del graf spee, que retornó a alemania hace tiempo y abrió el mercado, que conoceré al día siguiente, donde compraré yerba y dulce de leche para mi hermano.
efectivamente,  hay yerba canaria, harina pan para hacer arepas, tortillas mexicanas, carne argentina, camarones, y cualquier cantidad de vinos y licores de américa latina y centroamérica. también un pequeño café- bar donde se puede comer o tomar algo. pero lo más interesante, quizá, de surimex, es lo que ocurre los viernes desde hace tres años, y que lamento no haber podido presenciar. a las 8 de la noche se convierte en “boliche” que recibe a latinos y parroquianos de distintas partes, que se reúnen allí para conversar, bailar, beber, en mesas y sillas improvisadas sobre las heladeras que guardan la carne, los pollos o el pescado; y que se transforme en eso, un sitio de diversión y distensión no impide que si entra alguien que quiera comprar algo a las 2 de la mañana no sea debidamente atendido. la fama y el nombre de surimex como fenómeno de cohesión de identidad es conocido en la ciudad. la reunión de los latinos es como se conoce a lo que ocurre los viernes, y hasta ahora coexisten pacíficamente cubanos,  colombianos, uruguayos, argentinos, chilenos, junto a italianos y algún que otro alemán, que llega movido por la curiosidad. hay algunas reglas que parece se han impuesto de modo natural: nadie sabe demasiado bien qué hace el otro, y hay gente muy humilde, alguna incluso sin papeles, que alterna, baila y bebe con arquitectos, ingenieros o abogados. lo principal es el respeto mutuo y el deseo de terminar la semana con una cerveza o un vino, y una salsa o un tango. otro pendiente, me digo, y me prometo pasar un viernes en esta ciudad, la próxima vez.  

el paseo sigue y me llama la atención el tráfico.durante las seis horas que anabel conduce, casi sin detenerse salvo para beber un café o ver algo específico, no se escucha un solo bocinazo, una frenada, no se ve una moto (qué placer!) , y el tráfico fluye por los carriles. los caños de escape de los autos funcionan bien (me explica que de otro modo, un auto no tiene permiso de circulación), de modo que no sólo no hay contaminación sonora, sino tampoco de gas. el runrún suave de los autos forma parte del sonido de la ciudad. y ese sonido parece ser la norma en las distintas ciudades que he conocido: claramente el tráfico no es un rompedero de cabeza, un conjunto de estresados e iracundos conductores que manejan mal, como en montevideo. acá se respetan las señales, a nadie se le ocurre meterse contramano, comerse un semáforo o avivarse en un cruce. es un placer, realmente, y se lo hago notar y se sorprende. es claro, para quien hace treinta años que vive aquí, lo civilizado del tráfico no llama la atención, sino que es como debe ser. así con otras cosas, como la amabilidad en las calles, restaurantes, tiendas y estaciones de trenes: “guten tag; bitte schön; haben sie einen guten abend; bis bald; wie kann ich ihnen helfen”, no son meras fórmulas que se repiten con cara seria y de mal humor o con malos modales, sino que parece ser una forma civil de vivir.  se ve que se ha desarrollado la sensación cívica, el respeto por el otro, la suficiente buena educación que asegura la convivencia.

seguramente quede mucho en el tintero sobre hamburgo; seguramente mis apreciaciones ni siquiera sean originales, pero en todo caso, de las ciudades más hermosas que he visitado; y, si tuviera que elegir entre berlin y hamburg, no lo dudaría. quizá por el río y las alster, por los canales y el puerto; quizá porque el norte me guste más que el centro; en todo caso, y sin haber visitado un solo museo de arte, ni haber tenido tiempo para tomar un tranvía, hamburg invita a visitarla más extensamente.
por eso, cuando después de casi cinco horas de viaje en tren, llego a bonn (mi casa) y me encuentro con achim, que vivió quince años en hamburg, y le digo: tu ciudad me encantó, sonríe ampliamente. y como no lo recuerdo, le pregunto dónde había vivido, y responde: en "altona". claro. cerca, muy cerca del puerto. entonces le comento: ahora comprendo por qué te gustaba tanto montevideo. tienen algo parecido. y así, con esta conversación sobre mis impresiones de hamburg, vuelvo a bonn, una vez más.