sábado, 31 de diciembre de 2011

fin de año en barcelona

barrio de gracia

hace unos cincuenta años, este barrio no pertenecía a la ciudad, y los vecinos viejos todavía hablan de "bajar al centro". está lejos, digamos, a unos 15 minutos del centro. una nada para nosotros, acostumbrados a demorar una media hora en llegar a 18 y ejido.
pues bien. celebramos la noche vieja en familia, como dios y el diablo mandan, y el barrio está en silencio. diez minutos antes de la medianoche - estamos en invierno- salimos a caminar unas cuadras, varias y llegamos al paseo de gracia. no hay un alma en la calle, y pensamos: si fuera montevideo, esto ya sería una romería y un escándalo de fuegos artificiales y petardos. así que nos sentamos en un banco frente a una de las casas construidas por gaudí - en este caso, la casa batlló-, sacamos las copas de la mochila y nos servimos un cava helado y brindamos, en el más profundo silencio urbano, por el nuevo año. la casa de gaudí resplandece en su maravillosa y caracoleante arquitectura. ¿será realmente 31 de diciembre?, me pregunto. nada. ni un alma. ni un campanazo, ni un cohete, nada. quince minutos después, con medio cava bebido, aparecen algunos transeúntes, con sombreros de fiesta. son de porto alegre y se acercan a brindar. hay fotos, comentarios sobre el mundial 2014, y que montevideo compartirá espacios. son amables, festejan con cuidado. nos ponemos a caminar rumbo a la plaza catalunya, donde dizque es la fiesta. de la nada, quince minutos después de la medianoche, surge gente. de todas partes, como si fueran los niños de hamelin súbitamente liberados por el flautista. hay cientos y cientos de personas, con cervezas, cava y vino, celebrando y caminando por las calles. en el corazón de la plaza hay sendos patrulleros, bomberos y unidades de emergencia móvil. alguien dice: acá el fin de año hace trabajar a policías y médicos de urgencia... casi no hay cohetes, pero sí una muchedumbre que crece hacia las ramblas, donde el gentío e multiplica. aparecen pakistaníes que ofrecen bebidas: cerveza o cava. parece que son famosos, como fantasmas o zombies que donde sea que hay gentíos surgen de la nada y ofrecen bebidas. las razas se mezclan. hay gays de todo tipo y color, igualito que en montevideo; hay turistas y locales, y todos de un modo relativamente ordenado -hasta que el desbunde se desbarate- se desean feliz año en diferentes idiomas: lo deseamos en español, portugués, inglés, alemán, francés, italiano, y con los orientales usamos una especie de sonrisa cómplice y étnicamente comprensiva y solidaria.
cuando está claro que lo correcto dará paso al desbunde, decidimos volver. tomamos el metro, que hoy funciona las 24 horas de corrido, y está claro que vamos contra corriente: nos volvemos cuando los demás van. quedamos en que mañana veremos los restos del fin del año. sin embargo, llama la atención, para quien viene de una noche buena montevideana, la mesura en los fuegos artificiales, la mesura en el festejo callejero, la homogeneidad de los festejantes, la cierta consciencia civil de todos.

feliz año nuevo, decimos; qué lejos está el uruguay, qué lejos está todo. qué distinto es esto, y no deja de ser una manera de festejar. y acá parecen felices. y no parece ser necesaria la desmesura, la brutalidad, los estruendos ni los actos de vandalismo. dos borrachos felices se acercan a saludar a los policías, y brindan todos juntos.

salú, feliz año del dragón!

domingo, 11 de diciembre de 2011

sobre el profesor de la universidad javeriana que renunció a su cátedra

bastó ese artículo, para que salieran defensores y detractores, lo que significa que el asunto nos conmueve a todos.
mi postura es la siguiente:


discrepo con una postura, y es la de pensar que los responsables son los docentes. es ciego el análisis por lo siguiente: el paradigma educativo, universitario, sigue con las bases sentadas en la escritura, la expresión. mientras eso sea as ...í, más allá de la frivolidad de los estudiantes, la modernidad y la comodidad, no hay cómo cambiar eso. pero si alguien, cualquiera dijera: se terminó ese paradigma, todo ese cuentito de expresarse en cierto modo, escrito u oral, ya no corre, y ahora enseñamos de otro modo, entonces, sí, la responsabilidad será de los docentes. el asunto es que NADIE se anima a enterrar al viejo paradigma que se basa sobre la escritura, el pensamiento lógico. y los programas, sus contenidos, se siguen haciendo sobre esa base, y no toman para nada en cuenta los cambios. entonces, estimado señor quien sea, los docentes estamos absolutamente inermes. se nos exige algo que no podemos cumplir, sobre la base de una realidad que nadie quiere aceptar, porque es sumamente dolorosa, y nadie sabe tampoco qué saldrá de ella. no hay pedagogos pensando en eso, no hay nada. se le da al docente la responsabilidad de encontrar la mágica solución a unir dos realidades enfrentadas: la de cómo llegan los estudiantes, y lo que los programas universitarios todavía exigen. no defiendo ninguna postura, sólo pido coherencia. se puede estudiar y obtener un título profesional sobre otra base? adelante, siempre hubo cambios en la historia. platón argumentaba contra el mal de la escritura (me remito a walter ong) desde la escritura, lo que es bastante gracioso. así que el tema no es nuevo. faltan valientes que digan: así las cosas no van más. pensemos otras. pero nadie lo hace. yo no me lamento. simplemente digo: con lo que debo exigirle a quienes ingresan, estamos en problemas. no saben hacer resúmenes. quizá en el futuro, los resúmenes no son importantes (creo que sí, capacidad de síntesis). pero que alguien, en alguna parte, haga el entierro final de un sistema que, según dicen los neoliberales, dejó de funcionar.

martes, 6 de diciembre de 2011

de ladrones, para andés alsina

hace un tiempo heredé un perro, sin que importen los motivos. es de orden señalar que me llevo bien con los gatos, a quienes entiendo perfectamente bien. no así a los perros. pues tener un perro, a una ignorante como yo, nos lleva a situaciones curiosas. para mí, cada vez que el perro hacía una señal de algo, había que sacarlo. así que lo sacaba cada dos horas, por ejemplo, a la madrugada. lo que puede un perro, que anula el instinto de supervivencia y borra, de un plumazo, los supuestos climas de paranoia e inseguridad.
iba yo paseando con el perro, poco antes del amanacer, cuando él quiso detenerse y yo me detuve con él. bien. justamente delante de una cuatro por cuatro de esas que se ven en csi, roja, deslumbrante, con vidrios polarizados (no entiendo por qué son legales), impecable. el perro ahí, y yo delante de la cuatro por cuatro. de pronto percibo -en la espera, y siendo escritora una presta atención a los detalles más ínfimos- movimiento en la bendita máquina, casi nave espacial en estos tiempos que corren, que sólo molestan en el tránsito y no se justifican en un país que es suavemente ondulado. pues allí dentro había alguien haciendo no sé qué cosa. un poco de astucia indicaba que lo que estaba haciendo ese alguien era robar. estaba robando a la bendita máquina maravillosa que supuestamente sirve para atravesar los llanos y los montes (y no avenida brasil o 18 de julio), y que decide salir de la caja del auto justo cuando yo estoy ahí, esperando por el perro (dichosos los gatos, que no necesitan de nada de esto y son discretos). a mí me educaron en los buenos modales. se saluda siempre. buenos días, buenas tardes, buenas noches (los choferes y los guardas de cutcsa son impenetrables a esto). así que el ladrón -debería decír el chorro- sale de su trabajo, me ve, con el perro en medio de las circunstancias, y dice las palabras mágicas: "buenos días, vecina", y yo le respondo: "buenos días". nada de vecino, porque me chirria esa expresión barata, mentirosa, que pretende igualar lo que no es igual. ¿desde cuándo un ladrón es un vecino? o quizá sí, y la despistada soy yo. el asunto es que el sujeto se va, caminando tranquilamente, y yo lo sigo con la mirada. es joven, relativamente bien educado -supo saludar para salir del paso- y yo con el perro ahí, a quien maldigo por el mal momento que eligió. una cuadra más arriba, me encuentro con otros vecinos, que pasean a sus perros- no dejo de pensar en woody allen en todo esto y el poco glam que tiene montevideo comparado con pasear a un caniche en manhattan- y que han asistido a la escena, un poco a lo lejos. los miro -son mis primeras experiencias con sacar a un perro de mañana temprano en un barrio supuestamente tranquilo- y ellos me miran. nos alzamos de hombros, cada uno con su perro, uno más chico, otra más grande (no sé dónde meten a los perros grandes en esos apartamentos diminutos, pero ese es tema de otra crónica) , y uno, el más veterano me dice: ese siempre viene por aquí, es el que roba los autos día por medio. llamamos al 911, pero ya están acostumbrados. pero es pacífico, no le hace mal a nadie.

agradezco, entonces, haberme cruzado con un chorro pacífico, que no le hace mal a nadie, que la policía conoce, y que, realmente, es un vecino del barrio. el de la cuatro por cuatro jamás se enteró.