jueves, 12 de enero de 2012

cultura, historia, cultura, historia; dresden, 3

el plan es conocer hellerau. sé que es un lugar donde mi hermano ha presentado varios de sus trabajos de danza y video, pero nada más. no me adelanta demasiado, y nos tomamos el 11 y luego el 8, y nos bajamos, después de atravesar un bosque invernal, en el que dan ganas de entrar y buscar a hansel y a gretel o a pulgarcito, nos bajamos, repito, en la entrada de la ciudad jardín.

rebobino: hellerau es, actualmente, un barrio de dresden, pero inicialmente fue fundada en 1909 por karl schmidt-hellerau, como la primera ciudad jardín de alemania. la idea fundamental se vincula con el movimiento internacional de ciudades-jardín, que se origina en la inglaterra del siglo 19. la propuesta era responder a las ciudades altamente industrializadas, los suburbios empobrecidos y los problemas sociales que esto conlleva. una ciudad jardín como proyecto urbano que responde a una reforma social que se propone conjugar el trabajo y la vida en armonía. en este caso, el señor schmidt-hellerau construye la fábrica de muebles que proveerá a quienes vivan en la ciudad, generalmente los propios artesanos que los fabrican, de modo que hay un vínculo directo y estrecho entre la producción y la existencia. entre 1910 y 1912 se construye el festspielhaus, que se convierte en un centro del movimiento reformista, a la vez que cultural y artístico. se proponía la reforma de las artes a un conjunto de actividades que influenciarían la vida en su conjunto. muchos artistas y creadores llegaron allí, atraídos por su propuesta. así paul claudel, george bernard shaw, upton sinclair y frank wedekind, entre otros. aquí bailó la pawlowa y max reinhardt dirigió sus primeras obras. a la inauguración asistieron, por ejemplo, franz kafka y rainer maria rilke. 

con la subida del régimen nazi todo esto desaparece y termina convertido en un batallón. todavía se ven los lugares donde aparcaban los tanques para su puesta a punto.  con la caída del régimen, hellerau es ocupada por el ejército soviético, que permanece allí hasta 1989. en las paredes pueden verse algunos murales pintados por los soldados, que describen la marcha sobre dresden y berlín.

hoy, que está reformado y en pleno uso, es un edificio que mantiene las características de su fundación, pero que ha sido renovado y puesto a punto.  mi hermano cuenta que antes de las reparaciones tenía un atractivo peculiar. por ejemplo, en una de las salas de exposiciones a la que entramos, había un boliche, y para salir a fumar, debían treparse al techo. hoy eso es impensable,  independientemente de las ganas de fumar que uno pueda sentir. en todo caso, vale la pena recorrerlo. el edificio principal contiene una sala enorme, que permite variados usos y uno imagina diferentes puestas (la parrilla de luces es francamente enorme), y salas más pequeñas que alojan distintas exposiciones. abajo, hay dos salas importantes, la que me llama la atención es la de nancy spero, quien fue convocada a hellerau para hacer un trabajo, y llevó adelante los frescos, que son impresionantes. spero murió no hace demasiado (nueva york, 2009), y los últimos trabajos ya no los podía hacer ella sola, de modo que daba indicaciones a sus asistentes para que los completaran, así algunos de los frescos que vemos. en particular me impresiona uno que se relaciona con una exposición sobre mujeres torturadas de américa latina. el fresco es sencillo, y en esa sencillez están su elocuencia y su fuerza.

atosigo a mi hermano con preguntas; y en medio de una explicación vemos pasar un avión viejo, realmente parece salido de la segunda guerra mundial, a hélice (podría serlo o me gustaría que lo fuera), lo que completa la escenografía. porque hay viento, el cielo es plomizo y un sol entre las nubes deja una claridad extraña, de sombras largas (según mi hermano, que, como buen artista, repara en la luz).

volvemos sobre nuestros pasos, nos detenemos junto a un estanque en el que algunos patos dormitan en la orilla, unos niños muy abrigados juegan en la calle, como cualquier niño; una mujer pasea a dos perros diminutos, y esperamos el tranvía. lo de tomar un tranvía requiere de cierta sensibilidad. uno está en la parada y debe dar alguna señal de que efectivamente desea subirse a él. no extiende el brazo como si fuera un cutcsa, sino que se para y muestra -"interés" (sic) en él (el tranvía). el conductor, sensible también a la señal del futuro pasajero, se detiene. es un chirrido suave, casi atractivo. después de que frena, se aprieta un botón y la puerta se abre. (por qué en montevideo no hay tranvías, y tenemos que padecer esos autobuses espantosos e incómodos, sucios, contaminantes?)

en el trayecto, mi hermano me habla de nancy spero, de hellerau, de cómo se trabaja. me ha presentado gente allí, una bailarina, varios técnicos, gente relativamente joven, que forma parte del proyecto. según dice, estos técnicos son los mejores, porque trabajan para el artista. es un dato importante.

luego nos bajamos, porque me quiere mostrar un barrio. estamos en la "neustadt" (ciudad nueva), al norte de la elbe, que fue reconstruida después de su incendio en 1685. es un conjunto de edificios barrocos dentro del barrio fortificado, que sufrió menos daño durante el bombardeo que la "altstadt", es decir, la ciudad vieja. durante un tiempo, las casas de tres o cuatro pisos ofrecían alquileres baratos, y fueron vivienda de artistas, intelectuales y bohemios, pero luego los alquileres subieron porque las casas fueron remozadas y el barrio se puso de moda. hay boliches alternativos, galerías, tiendas de todo tipo, un mercado de antigüedades, librerías, almacenes pequeños, y toda clase de anuncios de actividades culturales y artísticas. el sitio de la bohemia, realmente pintoresco. cada tanto, entre los tejados inclinados de las casas se ve la torre oscura de una iglesia, lo que le da un mayor encanto aun. caminamos por las calles, que no son tan angostas como las del barrio gótico, pero que en parte lo recuerda. a los edificios se entra por grandes portales de madera, cubiertos de grafitis; en las ventanas hay toda clase de adornos "alternativos", y las tiendas étnicas, africanas o esotéricas es algo que uno casi espera encontrar. tiene su encanto; los niños, hijos de los alternativos, andan con casquitos multicolores en bicicleta, y, dueños de todo, casi nos atropellan, sin siquiera tocar el timbre. nos cruzamos con amigos de mi hermano, lo que hace esto en cierto modo casi montevideano; cuatro encuentros en la misma tarde parece libretado. músico, bailarina, y dos artistas más lo saludan con afecto y son muy gentiles conmigo. quién diga que los alemanes son secos está loco como los romanos (diría ásterix).

después volvemos; es de noche, pero en realidad son las cinco de la tarde. pasamos por la panadería y encargamos el pan para mañana, un pan que se llama "holzkastenbrot", algo así como "el pan del molde de madera". es la mejor panadería del barrio donde vivimos, y siempre está llena de gente. ahora también. damos una vuelta por el vecindario, el "weisser hirsch" (el ciervo blanco), ese mismo que recuerda al prado antiguo. nos hemos preguntado, en estos días, por qué buena parte de estas villas no tienen ni persianas ni postigones. y no hemos encontrado una respuesta, salvo aventuradas hipótesis que no llevan a nada. conversaciones que mezclan la historia, la geografía, los gustos personales y las lecturas.

para quien guste de la tranquilidad y del refinamiento, la naturaleza y lo urbanístico, la mezcla decadente del antiguo socialismo, la burguesía industrial y los tiempos que corren, la historia y el arte, esta ciudad, dresden, parece hecha a medida. sólo falta que nieve, para que la combinación sea perfecta.

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