domingo, 20 de diciembre de 2015

las comedias románticas sólo existen en hollywood

domingo, 14:30, rayo del sol.

parada de ómnibus en narancio y amador. no pasa un bus ni por asomo. no pasa nada. sólo hay un almacén abierto y una mujer que pasea un perro.

en la parada estoy yo, lamentándome por el calor, el sol y la pérdida de tiempo, y un hombre al que apenas miro.

fumo, esperando que algún bus pase. ya se sabe que los buses demoran.
el hombre se acerca con una moneda de diez pesos en la mano y dice:

- ¿me vende un cigarrillo?

le digo que no, que los vicios no se venden, se regalan, y lo convido con uno. no tiene los dedos amarillos. le pregunto si tiene fuego y dice:

- no, hace diez años que no fumo, pero te vi fumar y me dieron ganas.

debí prestar atención al cambio de persona gramatical, pero no. uno a veces anda distraído.

entonces lo observo bien.

es flaco, descarnado, tiene el pelo blanco, un sombrerito (cachucha se dice en venezolano) de baseball negro, unas bermudas negras y unas sandalias de cuero marrón. para colmo, es chueco. por el aspecto, podría ser extranjero, un inglés que aterrizó en un lugar equivocado. pero no. cuando sonríe, tiene esa cosa notoria del que es un poco lento.y el acento lo delata: es vernáculo.

le cuesta encender el cigarrillo - ¡no hay viento!- y sonríe y dice:

- ¿cómo te llamás?

lo miro y pienso. podría ser políticamente correcta y amable e inventar un nombre. eso llevaría a una conversación insostenible acerca de no se sabe qué y otros etcéteras, hace calor y me da pena. qué desperdicio de proactividad.

- no importa el nombre -respondo y me alejo un par de metros y ostensiblemente oteo un horizonte imposible a ver si aparece algo parecido al transporte público. me digo que colón debe de haber oteado el horizonte de este modo y encontró américa.

el hombre me da pena. "buen intento", pienso; "aunque acá la comedia romántica se termina frente a algo parecido a un sujeto como éste" (basta con verlo para darse cuenta de que, como dicen los alemanes, "no tiene todas las tazas en el ropero"). apenas me da para preguntarme qué imaginó.

una situación semejante, en otra ciudad, digamos, nueva york, parís, berlín o beyrut, y con una buena producción, hubiera dado lugar a una romantíquisima comedia en la cual el hombre de la parada y la mujer de la parada terminan amándose por el resto de sus días. felices de cómo la vida los cruzó. es tan generosa la vida, nos dicen las comedias románticas. y todos suspiramos felices y hasta lloramos un poco. si a otros les pasa...

acá no. acá no hay comedias románticas, y el que te pide un cigarrillo es un desgraciado que, por algún designio kármico fallido, tuvo el arrojo de hacer el intento... y se encontró con la que escribe estas líneas. alguien que disfrutaría de vivir una comedia romántica, pero no a tres cuadras del estadio centenario.

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