viernes, 15 de diciembre de 2017

esa mujer

hacía tiempo que no la veía, pero hoy volvió.
es una mujer de edad incierta; entre 45 y 55 años, no más. delgada, correosa, vestida invariablemente de negro, de cabello rojizo, como erizado. no es una linyera, una sin techo. parece una burguesa que perdió la chaveta. suele caminar en la calle, a contramano, lo que obliga a automovilistas y buses a detener la marcha para no atropellarla. las veces que me la crucé, hablaba en voz baja, gesticulaba con las manos, parecía molesta con alguna cosa. capaz que en otra etapa fue filósofa, poeta, científica o ama de casa. ahora sale a deambular por el barrio.
hace una hora la vi. ya no farfullaba, sino que gritaba, arengaba:
- soy la única mujer que se da cuenta; soy la única mujer que se da cuenta. y la única mujer que lo dice.

llegó a la esquina y desapareció. los gritos se siguieron escuchando en la noche pesadamente calurosa de más.

una hora después, volvió.
- estos edificios, ¿quién los construyó? ¡los hombres!
- estas calles, ¿quién las hizo? ¡los hombres!

un grupo de jóvenes que espera ante la puerta del delivery la escucha.

- esta porquería, ¿quién la hizo?

los jóvenes entienden y responden, en coro:
- ¡los hombres!

- estos edificios, ¿quién los hizo?- insiste ella.
- ¡los hombres! - responden cada vez más encantados los varones, sin darse cuenta de que se trata de ellos, los culpables de muchos males.

la mujer sigue camino, con su misión apocalíptica, de denuncia.

me gustaría saber cómo se llama, dónde vive, cómo es su vida, y por qué está tan enojada.


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