jueves, 7 de diciembre de 2017

en esos barrios pasan cosas

uno de esos barrios a los que uno no va nunca, pero que conoce de las crónicas policiales.
converso con un laburante. dice que a dos cuadras está villa garcía, y más allá, "si te metés por la calle libia, llegás a un cante, y después a otro... " (dice los nombres, pero los olvidé; debí anotarlos). me cuenta que, hace dos días, a los vecinos "les desapareció la hija" -de quince años-. trabaja en una peluquería, pero nunca llegó. hicieron la denuncia en la comisaría, pero no pasó nada. así que de algún modo se organizaron. distribuyeron la foto en las redes, pidieron ayuda. y alguien la vio en una estación de servicio, acompañada de un "tipo mayor", "la gurisa iba de cabeza gacha". se pusieron en marcha. la madre consiguió la foto del hombre en cuestión, y lo encontraron. está en la comisaría, pero todavía no dijo dónde la tiene. pero saben que anduvo en busca de "más gurisas". "te imaginás que si hace dos días que la tiene, no podemos esperar algo bueno". le digo que estos tipos cantan, que no se bancan. "sí", dice, "pero cuanto antes, mejor. dos días es mucho". y después dice: "sabés, todos los días desaparecen chiquilinas". lo miro. "sí, todos los días. y uno entra en eso de la obsesión, que la vas a buscar a la salida del liceo, que la llevás, que la traés. no tienen vida. pero nos acostumbramos. son ellos los que mandan". después me cuenta que al hijo, un laburante, decente, bien, cumplidor, dos tipos lo asaltaron, le sacaron la moto, la ropa, los zapatos, todo lo que tenía. se los dio. y uno de los tipos le dijo al otro "a este pancho, pegale un tiro". total: el gurí ya fue operado dos veces de la pierna, y cuando llega la noche, se encierra en la casa y no sale. "mandan ellos", insiste, "así vivimos".

vida cotidiana de algunos, de muchos. el laburante que me contó todo esto lo hizo con calma, preocupado, sabiendo que lo que el Estado no resuelve, les toca a ellos solucionar "por las buenas". la cuestión es cuánto tiempo la gente aguanta "por las buenas", me pregunté. estar sobre un volcán a punto de explotar.

en el lugar al que íbamos había policías. uno con una carpetita: señal de denuncia, de registro. no digo nada, sólo observo. pleno día: robo a mano armada; violencia de otro tipo, que no viene al caso describir. vida cotidiana de esa gente, que de todos modos labura, se rompe el alma, no infringe la ley,es decente, quiere salir adelante, pero conoce los códigos. "tá bravo", dice, "tá bravo vivir así. nos ganaron; ellos mandan". y parece que tiene razón.

la vida, por ahí, transcurre como si no pasara nada. el almacén, el verdulero, el que vende ropa que cuelga de un tendedero, los voceos, los saludos, las sonrisas, la vida dura de cada día. como debe ser. ¿quién se acuerda de esos barrios, de esa gente?

llegamos al Centro. entonces me llama la atención que la mayoría de los "sin techo" son varones, de entre 25 y 40 años. duermen de día en la calle, en cajas, viven en la calle, la calle es la casa. algunos con un perro, la mayoría en soledad.  seguramente las madres de hijos que desconocen se rompen el alma, pelean como la de esa gurisa de quince que desapareció rumbo al trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario